18 de mayo 2025 - 14:31hs

La mayoría de los periodistas que viajan con el presidente de Estados Unidos no ven mucho del interior del Air Force One, el avión presidencial.

La cabina de prensa está en la parte trasera del avión, a la que se accede por una escalerilla trasera y doblando rápidamente una esquina.

Para llegar a la suite presidencial en la parte delantera del avión, habría que negociar con los agentes armados del Servicio Secreto ubicados en la cabina contigua.

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En el viaje de Donald Trump al Medio Oriente esta semana -en el que el futuro del famoso avión fue un gran tema de conversación- el presentador de Fox News, Sean Hannity, tuvo asientos prioritarios y acceso al presidente para realizar una entrevista a bordo.

Pero el resto de nosotros, parte del grupo de prensa que lo acompañaba, quedamos relegados a nuestra pequeña sección del avión.

Fue un viaje relámpago: tres países en tres noches, al otro lado del mundo. El presidente lo describió como una "prueba de resistencia", una que tanto su equipo como los miembros del grupo de prensa tuvimos que superar también.

Sin embargo, el avión presidencial no es un mal medio de transporte. Los 14 asientos son cómodos, como los de un vuelo nacional en primera clase.

Hay un baño y una mesa con refrigerios (incluyendo los codiciados M&M's con el logo de Air Force One y la firma del presidente, que no se consiguen en ningún otro lugar).

La cabina cuenta con un par de monitores de televisión, que normalmente están sintonizados en el canal de noticias por cable preferido del presidente (CNN durante el mandato de Joe Biden; Fox News en el de Trump). En ocasiones, se han puesto partidos de fútbol americano u otros eventos deportivos.

En vuelos largos, la cocina a bordo sirve comidas en platos. (El presidente come de un menú diferente, más elaborado). En trayectos cortos, generalmente hay comida en bolsas para llevar.

Donald Trump aborda el Air Force One antes de iniciar su gira al Medio Oriente.
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Donald Trump aborda el Air Force One antes de iniciar su gira al Medio Oriente.

Pero el interior de esta famosa aeronave podría sufrir pronto una renovación radical si, como parece probable, Trump acepta la oferta de Qatar para proveer un nuevo "palacio en el cielo", lo que sería el mayor regalo extranjero jamás recibido por un presidente de EE. UU.

Técnicamente, "Air Force One" es un indicativo de llamada por radio, la designación para cualquier aeronave de la Fuerza Aérea que transporta al presidente de los Estados Unidos. El pequeño avión de hélice que Lyndon Baines Johnson tomó desde Austin hasta su rancho en Texas en los años 60 también fue Air Force One.

Pero el Air Force One que la mayoría de la gente imagina -el que aparece en la película de acción protagonizada por Harrison Ford- es el Boeing 747-200B, con su pintura en azul agua, azul acero y blanco sobre un cuerpo inferior cromado, un esquema de colores elegido por la primera dama Jackie Kennedy en 1962.

Actualmente, hay dos de estos 747 en la flota de transporte de la Fuerza Aérea, en servicio desde 1990. Demás está decir que la tecnología -tanto en el diseño de aeronaves como en todo lo demás- ha avanzado mucho desde entonces. Aunque los aviones han sido modernizados, los costos de mantenimiento de la estructura y los motores siguen en aumento y las aeronaves ya muestran signos de envejecimiento.

El presidente de Estados Unidos recibió algunas preguntas en la cabina de prensa del Air Force One.
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El presidente de Estados Unidos recibió algunas preguntas en la cabina de prensa del Air Force One.

Esto claramente ha molestado al actual ocupante de la Casa Blanca, el único presidente que poseía su propio avión -e incluso su propia aerolínea- antes de asumir el cargo.

"Ahora salgo y me subo a un Boeing de 42 años", dijo, exagerando la edad del avión, durante una reunión informativa con la industria este jueves en Abu Dabi. "Pero vienen nuevos".

Vienen, pero no lo suficientemente pronto para Trump. Durante su primer mandato, promocionó una aeronave presidencial actualizada, fabricada por Boeing, que estaba en desarrollo. Incluso eligió su propia paleta de colores, desechando el diseño de Kennedy por una librea en rojo, blanco y azul. Exhibe con orgullo una maqueta de ese avión en el Despacho Oval.

Originalmente se esperaba que se entregaran en 2021, pero los retrasos y el sobrecosto del programa de construcción, estimado en 4.000 millones de dólares, han hecho menos probable que los dos nuevos aviones encargados estén disponibles durante gran parte -si es que alguna- del segundo mandato de Trump, que termina en enero de 2029.

Ha encargado al multimillonario de la tecnología Elon Musk que acelere el proceso y, al parecer, se ha quejado en privado de que le avergüenza viajar en un avión tan anticuado.

Jackie Kennedy observa cómo Lyndon Johnson presta juramento como presidente a bordo del avión, tras el asesinato de su esposo, John F. Kennedy, en 1963.
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Jackie Kennedy observa cómo Lyndon Johnson presta juramento como presidente a bordo del avión, tras el asesinato de su esposo, John F. Kennedy, en 1963.

Los desafíos técnicos

Eso explica por qué el presidente se ha entusiasmado con la perspectiva de una solución aparentemente más inmediata a sus problemas de transporte aéreo, cortesía de la nación del Golfo Pérsico, Qatar.

La noticia de la oferta de Qatar -un lujoso 747-8 valorado en 400 millones de dólares (301 millones de libras)- fue titular la semana pasada, pero al parecer el regalo lleva meses gestándose.

Trump visitó furtivamente el avión en cuestión a mediados de febrero, solo unas semanas después del inicio de su segundo mandato.

Más allá de las preocupaciones legales y éticas que implica un regalo tan importante -señaladas tanto por críticos como por algunos aliados del presidente-, adaptar un 747 extranjero para su uso por un presidente estadounidense plantea varios desafíos técnicos.

La aeronave tendría que ser habilitada para reabastecimiento en vuelo y equipada con un avanzado paquete de sistemas de comunicación y seguridad. Los modelos actuales cuentan con sistemas diseñados para resistir el pulso electromagnético de una explosión nuclear.

El Presidente Obama hace llamadas a bordo en 2012.
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El Presidente Obama hace llamadas a bordo en 2012.

Un proceso de readaptación como ese, dice el analista de aviación Richard Aboulafia, director general de AeroDynamic Advisory, tomaría años, hasta al menos 2030.

"Tienen que asumir que el avión ha estado desatendido en un lugar peligroso durante 13 años", afirma. "Lo que significa que no basta con desmontar el avión. También hay que desmontar cada uno de sus componentes".

El avión necesitaría potencia adicional para operar sus nuevos sistemas, y su interior podría tener que ser reorganizado. Lo más probable es que el palacio volador, tal como fue diseñado originalmente, no tenga una cabina de prensa.

Mark Cancian, asesor principal del Departamento de Defensa y Seguridad del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), señala que los costos de una readaptación como esta podrían ascender fácilmente a US$1.000 millones.

Sin embargo, agrega que Trump podría prescindir de algunas o incluso de todas las modificaciones de seguridad, si así lo decide.

"Es el presidente", dijo.

Cuando la Fuerza Aérea finalmente retire los actuales 747, pondrá fin al uso de una aeronave que ha sido parte del tejido de la historia estadounidense durante décadas. Un avión que transportó al presidente Bill Clinton, junto con los expresidentes Jimmy Carter y George H. W. Bush, a Israel para asistir al funeral de Yitzhak Rabin en 1995.

Tras el ataque del 11 de septiembre contra el World Trade Center y el Pentágono, George W. Bush se mantuvo en el aire a bordo del Air Force One durante horas, reabasteciéndose en vuelo, hasta que su equipo de seguridad determinó que era seguro aterrizar, dirigirse a la nación y regresar finalmente a Washington.

El Presidente George W. Bush dirigiendo la respuesta al 11-S desde el Air Force One horas después de los atentados.
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El Presidente George W. Bush dirigiendo la respuesta al 11-S desde el Air Force One horas después de los atentados.

Seis presidentes de Estados Unidos han viajado en estos aviones, recorriendo el país de un extremo a otro y visitando todos los rincones del mundo. Uno de ellos llevó a Biden a Israel apenas unos días después del ataque del 7 de octubre por parte de Hamás.

Trump ha utilizado eficazmente la aeronave como una herramienta de campaña, celebrando mítines políticos en aeródromos y realizando pasadas a baja velocidad sobre las multitudes antes de aterrizar, además de utilizar el Air Force One como un impactante telón de fondo para sus discursos.

En el reciente viaje de Trump al Medio Oriente, cazas militares de Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos acompañaron al Air Force One mientras atravesaba su espacio aéreo nacional.

Aunque envejecido, el Air Force One sigue siendo uno de los símbolos más reconocibles del poder y la autoridad presidencial de Estados Unidos en el mundo: una aeronave militar al servicio de un propósito superior.

"No está hecho para el lujo", dice Aboulafia. "Es un puesto de mando en vuelo. No estás ahí para dar fiestas".

*Con reportería adicional de Max Matza

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FUENTE: BBC

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