¿Abstinencia pos "Chernobyl"? Esto es lo que puede leer, ver y escuchar para seguir en el tema

Desde documentales rusos hasta podcast oficiales, todo lo que puede hacer para seguir metido en el accidente de Chernóbil una vez terminada la serie

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11 de junio de 2019 a las 05:02

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Aunque ya hace algunos días que HBO emitió el quinto y último capítulo de Chernobyl, el entusiasmo por la serie y sus derivados continúa elevándose por encima de la media y llenando de opiniones las redes sociales. El renovado interés por el accidente de la planta nuclear ucraniana en abril de 1986 provocó, entre otras cosas, que el turismo en los alrededores de Pripyat –la ciudad abandonada que se encuentra pocos kilómetros– aumentara en un 30%, según reportes de las oficinas de turismo de Ucrania. Las fotos, en ese sentido, no mienten: desoladas y tomadas por la naturaleza que resiste a la radiación todavía presente, las calles de esa urbe fantasma lucen repletas de grupos de visitantes que buscan conocer los escenarios reales del éxito televisivo.

Mientras esperamos que otra serie ocupe las sobremesas y los intercambios digitales –¿será Big Little Lies la que lo logrará? ¿Stranger Things, tal vez?–, a continuación una pequeña lista de remedios para curar las ansias pos Chernobyl

Audio

Para empezar, lo más relacionado con la producción de HBO: el podcast oficial. Desde la emisión del primer capítulo, en Spotify se puede encontrar una producción de este formato en el que el creador de la serie, Craig Mazin, y el anfitrión Peter Sagal, discuten los trasfondos históricos y artísticos de cada uno de los cinco episodios. En más o menos cuarenta minutos, ambos desmenuzan la producción en un intercambio que resulta ideal para complementar la serie. Una advertencia que, por obvia, no resulta menos importante: The Chernobyl Podcast –así se llama y así se lo encuentra– está en inglés.

Documentales 

Gorbachov dijo alguna vez que el accidente de Chernóbil fue el toque final con el que la URSS comenzó, definitivamente, el camino a su disolución. Ante tamaña preponderancia política, ambiental y humanitaria, es lógico que el tema haya sido tocado numerosas veces en documentales y especiales de televisión.

Chernobyl 3828 es uno de los documentales en los que se basó Mazin para recrear una de las escenas más tensas de la serie: la limpieza del techo del reactor. Esa producción rusa –que está disponible en Youtube con subtítulos en inglés– recoge imágenes de los "liquidadores" que subieron hasta la cima de la planta y se expusieron a la mayor cantidad de radiación de la zona con el fin de liberar un área fundamental. 

Imágenes impactantes también tiene Chernobyl, The Severe Days, otro documental ruso que se enfoca en los hombres encargados de limpiar los alrededores. Según el creador de la serie, de allí se influenció para retratar a los mineros que aparecen en el tercer capítulo de su serie. Si algún espectador se quedó con ganas de saber más de la historia de Ludmyla Ignatenko –la esposa del bombero y uno de los personajes principales de la ficción de HBO– puede buscar el documental sueco The voice of Ludmyla, que repasa su historia y que también ejerció un peso importante para la delineación del personaje en la serie. Y si de mujeres relacionadas con esta tragedia del siglo XX se trata, The Babushkas of Chernobyl presenta a aquellas campesinas que se negaron a exiliarse de su tierra durante la evacuación y se quedaron allí a pesar de las advertencias.

Pero hay más: en 2015 se estrenó en Sundance The Russian Woodpecker, una producción que sigue a un artista ruso con radiación en los huesos que está seguro que lo de Chernóbil es una conspiración. El documental fue elogiado por The Guardian, Variety y se llevó el premio del jurado ese año en el festival. 

Y en el final, de nuevo HBO. Chernobyl no fue la primera aproximación al desastre nuclear de la cadena, ya que en 2003 emitió Chernobyl Heart, un breve documental de 19 minutos que retrataba los problemas de salud que el accidente acarreó a los pobladores de la zona, principalmente a los niños. Esta producción ganó el Oscar al mejor corto documental ese año y propició otro documental más largo sobre el tema del mismo director. 

Libros

La respuesta es casi obvia: el libro que hay que leer después de ver Chernobyl es Voces de Chernóbil, de la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich. Ganadora del Premio Nóbel de Literatura en 2015, Alexiévich recopiló en este libro de 1997 –que se encuentra en librerías uruguayas– varios testimonios de sobrevivientes del accidente, entre ellos la propia Ludmyla Ignatenko. Es un volumen indispensable para acceder a los testigos que fueron silenciados por el régimen de la URSS. 

Si Alexiévich no es suficiente, en Amazon hay varias opciones más, entre ellas dos que están en inglés y en los que también se basó Mazin para su serie: Midnight in Chernobyl: The Untold Story of the World's Greatest Nuclear Disaster, de Adam Higginbotham, y Chernobyl 01:23:40: The Incredible True Story of the World's Worst Nuclear Disaster, de Andrew Leatherbarrow. 
 

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