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Cómo lograr una concentración total al trabajar

Cerrar el correo electrónico o guardar el celular en un cajón son algunas de las estrategias que pueden ayudar a enfocarse en una tarea exigente en el trabajo
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23 de enero de 2019 a las 05:00

Mi navegador de internet generalmente se ve de la siguiente manera: mi correo electrónico del trabajo en la pestaña del extremo izquierdo, siempre abierto; en la siguiente, TweetDeck, la aplicación para redes sociales, siempre abierta; algunas pestañas de Google Docs con proyectos en los que estoy trabajando; seguidas de mi calendario; Facebook; YouTube; el sitio de The New York Times; unos diez artículos que quiero leer, junto con cualquier otra cosa llamativa que se cuele en mi computadora. (Sin mencionar a mi iPhone que siempre me está fastidiando, aunque ese problema ya lo solucioné en su mayoría).

¡Así no se puede trabajar! Es horrible y mi atención se divide en una decena de cosas diferentes. Mi situación dista mucho de ser la única, y la mayoría de las personas que trabajan desde una computadora saben muy bien a qué me refiero.

Ahora hablemos del “trabajo profundo”, un concepto acuñado por uno de mis pensadores favoritos en este rubro, Cal Newport. Publicó un libro en 2016 con el mismo nombre, Deep Work, en el que detalla su filosofía y estrategia para enfocarnos realmente en las cosas que podemos hacer y conseguir.

Invité a Cal, cuyo nuevo libro, Digital Minimalism, saldrá a la venta el próximo mes, para hablar sobre lo que es el trabajo profundo, por qué es importante y cómo podemos implementarlo en nuestras vidas.

Tim Herrera: ¡Hola, Cal! Muchas gracias por conversar conmigo esta semana. Para los que no conocen el concepto: ¿qué es el trabajo profundo?

Cal Newport: El trabajo profundo es el término que uso para referirme a la acción de enfocarse sin distracciones en una tarea cognitivamente demandante. En otras palabras: se refiere al momento en el que estás de verdad concentrado en hacer algo difícil con tu mente.

TH: Entonces, ¿es como cerrar la pestaña de tu correo electrónico en tu navegador o guardar tu celular en un cajón?

CN: Exacto. Para que una sesión pueda considerarse una de trabajo profundo no debe haber ninguna distracción. Incluso echar un vistazo rápido a tu teléfono o a tu buzón de correo electrónico puede reducir tu desempeño considerablemente debido al costo que implica el cambio de contexto.

TH: En tu libro usas un término para describir esa sensación: atención residual. ¿A qué te refieres exactamente y qué la provoca? ¿Hay alguna manera de evitarla?

CN: Cada vez que desvías tu atención de un objetivo a otro y luego regresas, implica un costo. Esta transición crea un efecto que los psicólogos llaman atención residual, la cual puede reducir tu capacidad cognitiva durante un plazo significativo de tiempo antes de desaparecer. Si echas “vistazos rápidos” de manera constante a tus dispositivos y bandejas de entrada, básicamente te estás manteniendo en un estado continuo de atención residual, lo cual no es nada recomendable si usas tu cerebro para ganarte la vida.

TH: En tu libro defines las cuatro reglas del trabajo profundo, lo cual me parece un muy buen punto de partida para alguien que apenas comienza a conocer estos conceptos. Revisémoslas. ¿Cuál es la primera regla para llevar a cabo el trabajo profundo y cómo la aplicamos?

CN: La primera regla es “trabajar profundamente”. La idea de esto es que si quieres incorporar más trabajo profundo con éxito a tu vida profesional, no puedes solo esperar hasta que tengas mucho tiempo libre y estés de humor para concentrarte. Debes luchar activamente para integrarlo a tu agenda. Por ejemplo, para mí es útil marcar bloques de trabajo profundo en mi calendario como reuniones o citas, y luego respetarlos como si se tratara de una reunión o cita.

TH: Y eso también tiene mucho que ver con esta batalla entre la formación de hábitos y la fuerza de voluntad, ¿verdad?

CN: Correcto. El trabajo profundo es demandante y, por lo tanto, nuestros cerebros, que han evolucionado para evitar el gasto innecesario de energía, intentan eludirlo en la medida de lo posible. Simplemente no hemos evolucionado para darle a la concentración la misma prioridad que podríamos darle a escapar de un león que corre. Por ello, no puedes depender de la fuerza de voluntad nada más. Necesitas toda la ayuda que puedas obtener a fin de engañar a tu cerebro y emprender esta actividad.

TH: Excelente, entonces ya tenemos una estrategia para cultivar hábitos en torno al trabajo profundo y para realmente llevarlo a cabo. ¿Cuál es la segunda regla?

CN: La segunda regla es “sentirse cómodo con el aburrimiento”. La explicación más amplia detrás de esto es que la habilidad para concentrarte es una aptitud en la que debes capacitarte si pretendes dominarla. Una manera sencilla de comenzar a desarrollar esta habilidad es exponerte con frecuencia al aburrimiento. Si siempre sacas tu teléfono y te saturas de nuevos estímulos ante el más mínimo indicio de aburrimiento, tu cerebro construirá una conexión pavloviana entre el aburrimiento y los estímulos, lo que significa que cuando llegue el momento de pensar de manera profunda acerca de algo (una tarea aburrida, debido a que carece de la novedad de momento a momento), tu cerebro no lo tolerará.

TH: Lo cual es una transición perfecta hacia la tercera regla del trabajo profundo.

CN: La tercera regla es “salir de las redes sociales”. La idea básica es que la gente necesita ser mucho más selectiva y deliberada acerca de las aplicaciones y los servicios a los que les da acceso a su vida digital. Si solo te enfocas en las posibles ventajas, terminarás —como muchos de nosotros en la actualidad— con una vida digital saturada de ruidosos y relucientes nudos de distracción que roban nuestra atención y manipulan nuestro estado de ánimo, al punto que terminamos siendo la sombra de nuestro potencial. En Deep Work, presenté esta ideología principalmente con el fin de ayudar a los profesionistas a proteger su habilidad para concentrarse, pero tuvo un impacto poderoso y con el tiempo se convirtió en un movimiento popular de minimalismo digital sobre el que he estado escribiendo recientemente.

Por ejemplo, nunca he tenido una cuenta de redes sociales y, aunque me he perdido de algunas pequeñas ventajas de vez en cuando, estoy convencido de que ha tenido un gran impacto positivo en mi rendimiento profesional y en mi satisfacción personal.

TH: Esto nos hace cerrar el círculo y llegar a la última regla del trabajo profundo: “Reducir lo superficial”. ¿Qué significa eso y cómo lo hacemos?

CN: Yo le llamo “trabajo superficial” a todo aquello que no requiera concentración ininterrumpida. Por ejemplo, esto incluye la mayoría de las tareas administrativas como responder correos electrónicos o programar reuniones. Si permites que tu agenda esté repleta de trabajos superficiales, jamás tendrás tiempo para las labores más profundas que realmente hacen la diferencia. Por lo tanto, es muy importante que te esfuerces por minimizar el trabajo superficial opcional, y después ser muy organizado y productivo en cuanto a la manera en que vas a realizar lo que te queda por hacer. Esto no sugiere que el trabajo superficial sea malo, sino que su cara opuesta, el trabajo profundo, es tan valiosa que debes hacer todo lo posible para hacerle un espacio.

TH: Perfecto, consideraré esto como un permiso para ignorar todos mis correos electrónicos y ahora iré a eliminar mi Twitter. Muchas gracias por esta charla, Cal. ¿Tienes un último consejo sobre cómo podemos adaptar el trabajo profundo a nuestras vidas?

CN: Cuando se trata de temas como la distracción en el lugar de trabajo, mi filosofía es que en lugar de enfocarse demasiado en el aspecto negativo de las distracciones, es importante retroceder y recordar lo valioso que es su lado contrario. La concentración es como un superpoder en la mayoría de las actividades relacionadas con labores de conocimiento. Si te tomas el tiempo de cultivar este poder, nada te detendrá.

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