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Crisis en la cadena de suministros: el peligro de depender en el método de producción "justo a tiempo”

El nacionalismo de las vacunas, el Brexit y las tensiones entre EEUU y China reflejan un entorno político más hostil al comercio mundial

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25 de marzo de 2021 a las 14:48

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Por Claire Jones

Desde la escasez de chips, que ha obligado a cerrar las fábricas de automóviles durante semanas, hasta los retrasos en los envíos y el auge de los costos, la pandemia ha dejado al descubierto las deficiencias de la cadena de suministro mundial.

No todos los problemas de la cadena de suministro perdurarán. Un ejemplo es el transporte marítimo, donde los costos de los fletes en las rutas más transitadas del mundo se han disparado debido a los atolladeros y a la escasez de contenedores de acero de 40 pies que transportan la mayor parte de las exportaciones mundiales.

Se espera que estas presiones de costos se disipen conforme las vacunaciones y las reaperturas provoquen un cambio en el comportamiento de EEUU y Europa: del gasto en productos de consumo de Asia Oriental al gasto en servicios. Aunque se espera que los precios del transporte marítimo de contenedores sigan siendo más altos que antes de la crisis, es poco probable que se mantengan en los niveles actuales. Ahora cuesta alrededor de US$4.000 transportar un contenedor entre el este de Asia y la costa oeste de EEUU, en comparación con los US$1.500 a principios de 2020.

Pero es necesario abordar otros problemas en la cadena de suministro global. La escasez de chips de ordenador, utilizados en los automóviles modernos para cualquier cosa, desde los frenos hasta los asientos, es el último ejemplo del peligro de depender en el método de producción "justo a tiempo”. Los fabricantes se vieron sorprendidos de forma similar tras el tsunami en Japón de 2011. Esto respalda el argumento a favor de acumular inventarios de ciertos componentes cruciales.

La escasez de chips también ha puesto de manifiesto un problema preexistente al que se enfrentan los fabricantes: el riesgo geopolítico. El nacionalismo de las vacunas, el Brexit y las tensiones entre EEUU y China reflejan un entorno político que se ha vuelto más hostil al comercio mundial.

Una de las razones por las que la escasez de chips ha sido tan grave para los fabricantes de automóviles estadounidenses es que las tensiones entre EEUU y China han llevado a las compañías estadounidenses a cambiar sus proveedores de China continental por la empresa taiwanesa TSMC. Esa tendencia no desaparecerá tras la salida de Donald Trump de la Casa Blanca. De hecho, puede intensificarse, ya que el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, tiene la intención de crear cadenas de suministro que dependan menos de China para los chips y otros productos de importancia estratégica.

Una de las respuestas al riesgo geopolítico y a las vulnerabilidades expuestas por la pandemia ha sido presionar para llevar el proceso de producción de vuelta a casa, pues legisladores tanto en EEUU como en Alemania han planteado la perspectiva de la relocalización.

Sin embargo, muchos economistas creen que trasladar la fabricación de chips a países más cercanos no tiene mucho sentido. "Los fabricantes de automóviles deben tener una estrategia alternativa, pero la escala y la sofisticación que se necesitan para fabricar los chips — que no tienen un margen muy alto — son muy elevadas", afirma Joanna Konings, economista senior del Banco ING. "Europa y EEUU están muy por detrás de Asia en este momento".

Para cubrir el riesgo de la cadena de suministro, los principales fabricantes también se están abasteciendo de más proveedores. "Las compañías tecnológicas se han ido diversificando más allá de China, a menudo en favor de los mercados del sudeste asiático, como Vietnam e Indonesia", afirma Ebru Pakcan, directora global de negocios comerciales del banco estadounidense Citi.

"En algunos casos, cuando las compañías han mantenido proveedores con sede en China, se utilizan para abastecer a la propia China, que es un mercado enorme por derecho propio, y otras ubicaciones abastece a los mercados internacionales", explica. Europa Central y del Este se beneficiarán, conforme las compañías con sede en Europa desean ubicar el proceso de producción más cerca de sus clientes, al igual que México, para las compañías con sede en América, añade Pakcan.

Los fabricantes también tendrán que cumplir con una mayor diligencia debida para con sus proveedores. Como parte de una iniciativa más general en los ámbitos financiero y empresarial para tener en cuenta las responsabilidades medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés), los gobiernos insisten más en que los proveedores extranjeros cumplan con normas aceptables.

El gabinete alemán ha aprobado este mes una ley que obliga a las empresas alemanas a proteger los derechos humanos y las normas medioambientales a lo largo de sus cadenas de suministro globales.

La Unión Europea (UE) también desea convertir a las multinacionales en encargados de los derechos laborales. "Veremos más y más obligaciones con el tiempo", dice Anahita Thoms, socia del bufete de abogados Baker McKenzie. Aunque esto puede crear desventajas competitivas al principio, Thoms cree que hará que las compañías que inviertan en sostenibilidad se vuelvan más resistentes y aseguren los proveedores más éticos desde el principio.

No obstante, el cumplimiento de las normas de diligencia debida y la diversificación de las cadenas de suministro elevarán los precios a corto plazo, al igual que la relocalización a mercados con costos laborales y de producción más elevados.

La necesidad de realizar ajustes para gestionar impactos como las pandemias y las presiones geopolíticas puede implicar que el comercio mundial deje de ser la fuerza deflacionaria que ha sido en las últimas décadas. El aumento de la eficiencia motivado por la tecnología y la logística, junto con la mano de obra barata (sobre todo asiática), han contribuido a controlar los costos de los bienes de consumo duraderos. Pero eso está cambiando.

"Las estrategias industriales de EEUU, China y la UE les harán la vida más difícil a los exportadores", dice Konings. "Vivimos en un mundo que reacciona muy rápido". Antes de la pandemia de Covid, las tensiones habían dado pie a más aranceles, y durante la pandemia las subvenciones a las industrias nacionales han favorecido a los productores nacionales, ella añade.

"Deberíamos esperar ver niveles más bajos de difusión tecnológica y de productividad conforme el mundo se acerca. Esa dinámica va a ser inflacionaria".

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