Golden Cosmos - The New York Times Service

¿Más tolerante o más estricto con los niños? La disciplina es distinta en la pandemia

Algunos consejos para que los más chicos -y los grandes también- vivan con menos peso el encierro

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16 de mayo de 2020 a las 05:00

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Melinda Wenner Moyer

 

Mis hijos han estado construyendo muchos fuertes últimamente con sábanas y cobijas, y su pasión por ese empeño es adorable y deplorable por igual. El otro día, mi hijo de 8 años pateó al de 5 en el ojo por haber tenido el descaro de tomar una almohadita del fuerte que había construido el día anterior, aunque ya no estaba jugando con él. Frecuentemente me pregunto cómo responder de la mejor manera a situaciones como esta.

En un mundo ideal no estaríamos encerrados juntos las 24 horas del día en una casa con solo doce almohadas. ¿Acaso debo ser más tolerante cuando mis hijos se portan mal? ¿O debo ser más estricta en un intento por mantener límites? ¿Cuál es la mejor manera de reaccionar, como padres, ante la mala conducta en medio de una crisis global?

Primero, comprender por qué tus hijos son un desastre

Los niños no tienen que preocuparse por quedarse sin trabajo ni asegurarse de que haya comida suficiente en casa. (En lugar de eso, ¡pueden pasar todo el tiempo construyendo fuertes!). No obstante, “les estamos pidiendo un esfuerzo descomunal a los niños en este momento”, declaró Tina Payne Bryson, psicoterapeuta y coautora de “No-Drama Discipline” (Disciplina sin lágrimas) y “The Power of Showing Up” (El poder de la presencia). La vida de los niños pequeños por lo general gira en torno a ver a sus amigos y explorar el mundo, así que estar obligados a refugiarse en casa con su familia puede parecer muy difícil. Muchos niños también se desarrollan mejor siguiendo una rutina y una estructura (algo tan sencillo como saludarse y cantar canciones en preescolar a las 9 de la mañana), y estos aspectos predecibles de sus vidas también han desaparecido, ocasionando que algunos batallen más.

Los niños pequeños por lo general no saben cómo lidiar con su ansiedad e infelicidad, así que las comunican volviéndose más sensibles y difíciles. Tendrán “una menor tolerancia a la frustración cuando las cosas no salgan bien, incluso cuando el conflicto consista únicamente en que les serviste crema de cacahuate en lugar de macarrones con queso”, aseguró Tovah Klein, psicóloga infantil y directora del Centro para el Desarrollo Infantil del Barnard College. El otro día, mi hijo rompió en llanto cuando cometió un error mientras dibujaba; en una época normal, solo habría arrugado el papel y habría tomado otro. “Hay que esperar más reacciones exageradas, más berrinches y mala conducta… no porque sean niños malos, sino porque realmente se sienten desequilibrados”, dijo Klein.

Pexels

Responder con empatía

Entonces, si tu hijo le tira al gato la almohada de su fuerte en un arranque de ira, ¿qué hacer? Primero, respirar profundo (más de una vez si es necesario) para no perder los estribos. “Recuérdate a ti mismo que tu hijo no está tratando de volverte loco”, afirmó Tamar Chansky, psicóloga y autora de “Freeing Your Child from Negative Thinking” (Cómo liberar a tus hijos de los pensamientos negativos).

Después, validar sus sentimientos: “Ay, hijo, estás pasando por un momento muy difícil” o: “Bueno, parece que estás muy enojado”, sugirió Bryson. Con los niños pequeños, puede ser de utilidad bajarse a su nivel (literalmente sentarse con ellos en el piso), ya que es más fácil conectar significativamente con ellos de esa manera. Preguntarles si necesitan un abrazo o un vaso de agua. Podría parecer extraño responder a una mala conducta con un gesto de apoyo o empatía, pero en este momento los niños necesitan “mucha más compasión que nunca”, dijo Klein.

Por ejemplo, es bueno pensar en cómo te comportás con ellos cuando están enfermos. Es probable que seas mucho más paciente y tolerante ante sus quejas y arrebatos porque sabés que no se sienten bien. La situación no es muy distinta en estos momentos: cuando los niños reaccionan exageradamente durante una crisis, en esencia, están diciendo: “De verdad necesito ayuda ahora. Estoy pasando por un mal momento”, explicó Bryson.

Después de que se hayan calmado (y tú también), explicales por qué su conducta no fue aceptable. Podrías decir: “La manera en que me hablaste me lastima” o “Está bien que te enojes, pero no está bien que lastimes a tu hermano”, comentó Bryson. Preguntales qué creen que deben hacer para remediar la situación. ¿Deberían disculparse o limpiar el desorden que provocaron? Alentalos a identificar estrategias que los ayudarán la próxima vez que se sientan molestos o tristes. ¿Será que pueden hacer algunas respiraciones o ir a otra habitación para gritar? ¿Pueden pedirte ayuda o un abrazo?

Debés hacer lo que mejor funcione para tu familia, pero los psicólogos que consulté sugirieron suavizar los castigos por ahora. “Debés tener cuidado al disciplinar a los niños con demasiado rigor cuando están pasando por un momento difícil”, dijo Klein. Bryson coincidió y explicó que la disciplina en realidad se trata de enseñar, así que cuando les transmitís tus expectativas a tus hijos, y les ayudás a resolver los problemas para cumplir con estas, podés ayudar a moldear su conducta futura sin privarlos de privilegios ni castigarlos. 

Divertirte con tus hijos cuando sea posible

También podés ayudar a tus hijos a liberar su energía ansiosa de forma positiva. Ahora mismo, ninguno de nosotros tiene tiempo de sobra, pero si, cuando te sea posible, lográs dedicar dos minutos a divertirte con tus hijos, hacelo. Poné músicá y bailá con ellos mientras hacés la cena. Maquíllense de formas graciosas o canten canciones de cuna que les provoquen risa. Asegurate de dejarlos jugar y unite a ellos de vez en cuando.

Jugar ayuda a los niños a “procesar lo que está en su mente, lo que los estresa, y les permite tener cierto control”, dijo Bryson. Si los padres y los hijos juegan juntos en ocasiones, “eso tendrá mucho poder, no solo para liberar estrés, sino para darles a los niños esas dosis de un padre que está verdaderamente conectado con ellos y que los acompaña en esos momentos”.

Crear un calendario para tus hijos puede ayudarlos si sienten que les hace falta estabilidad y predictibilidad. Incluso se puede agendar un momento de juego con uno de los padres, lo que hará que el niño espere con emoción ese momento. “En realidad podría ser una actividad de diez minutos”, dijo Chansky. “En ese periodo, podés disfrutar y conectar con ellos de verdad”.

 

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