¿Un sistema político a la altura de la crisis?

Pero hay cosas que no son nada parecidas a marzo de 2020, como bien resume esta nota. Te agrego otras: hace un año nos ganaba el temor a lo desconocido y hoy sabemos cómo enfrentar la situación, aunque estamos mucho más cansados y no cumplimos. Doce meses atrás, aunque no lo supiéramos, Uruguay estaba en una situación privilegiada respecto al resto de los países; hoy no. Si bien las cifras de vacunación nos ponen en la tabla de arriba, las cifras de contagios diarios nos dejan en los peores lugares. Por último, el año pasado la luz del túnel no se veía, y ahora, al parecer, sí.

Pero este es un espacio para hablar de política, por eso hoy en EnClave te comparto un análisis sobre por qué creo que el sistema político no está pasando la prueba en el momento más crítico y cómo en ello incide mucho privilegiar el interés partidario por sobre el del país.

Pensar en 280 caracteres Alastair Pike / AFPLos políticos uruguayos se volcaron a la red social y la división se acrecentó

Hoy siento que fui un iluso. Tiempo atrás creía que el arribo a la primera fila de una generación de políticos que usan activamente las redes sociales iba a cambiar para bien algunas cosas. Creía que los debates iban a ser más ricos. Que las interacciones entre ellos mismos y entre ellos y los ciudadanos iban a mejorar. Que esos intercambios podían ser fermentales y positivos. Me equivoqué de principio  a fin.

El uso que los políticos y los militantes le dan a las redes, en especial a Twitter, no logró nada de eso. Por el contrario, según mi punto de vista, ha empobrecido muchísimo el debate y, lo que es peor, ha polarizado más la sociedad. Lejos de ver gente convenciendo a otros y viceversa, vemos todo el tiempo posiciones que se alejan. Y en la mayoría de los casos más por los asuntos laterales de los debates que por los centrales.

Este es un gobierno que mira Twitter mucho más de lo conveniente. Desde el presidente para abajo. La oposición no se queda atrás. La mayoría de los dirigentes más importantes están todo el día en esa red social. En el Frente Amplio en particular hay quienes parecen querer ser más influencers que gobernantes, como bien escribió Leonardo Haberkorn tiempo atrás.

¿Por qué dedican tanto tiempo a leer Twitter y, lo que es peor, a reaccionar en función de lo que allí sucede? Por un lado, parten de la base de que allí está la gente y que lo que se debate en ese lugar representa a la sociedad uruguaya. Nada más lejos de eso y así lo demuestran los datos. Te comparto la última encuesta sobre uso de tecnologías de la información y la comunicación que hizo el Instituto Nacional de Estadística. Solo el 8% de los uruguayos mayores de 14 años entran diariamente a Twitter y menos de dos de cada 10 lo hizo en los últimos tres meses.

Para peor, la composición sociodemográfica de quienes están en esa red, nada tiene que ver con la real del Uruguay. Están los más jóvenes y los que tienen mayores ingresos.

Pero esto no es solo tema de los políticos. La culpa también es nuestra, de los medios y especialmente los periodistas. Somos muy responsables de sobredimensionar lo que sucede en Twitter. Se le da una difusión totalmente exagerada, lo que a la vez también hace que los políticos estén más atentos a esa red.

Y ese círculo se vuelve peligroso porque las conversaciones allí no solo están sesgadas sino que a la vez están extremadamente polarizadas.  Mucho más de lo que están en otros ámbitos donde se mueven los políticos. Oficialistas y opositores suelen tener un diálogo mucho más cordial y constructivo tanto en el Parlamento (aunque cada vez menos) como entre los intendentes (ahí sí se mantiene), por ejemplo.

Expresarse en un espacio limitado a 280 caracteres también parece hacerlos razonar en corto. Y lo que es más peligroso, la sensación de que es necesario reaccionar inmediatamente a todo y en caliente. ¿Realmente lo es?

Si bien allí están a diario mirando solo 1 de cada 10 uruguayos, lo que sucede se replica para el resto de la sociedad en los medios y a la vez genera acciones políticas concretas.

En una crisis del país, desunidos

Las crisis deben aglutinar. La mejor forma de salir siempre de las situaciones difíciles es con las sociedades y los partidos políticos tirando para el mismo lado. Si es verdad que se trata de una “guerra” contra el virus, no debería haber “quintacolumnas”, como dijo el presidente de la Cámara de Industrias y militante blanco Alfredo Antía. Pero para eso es importante convencer y alinear las tropas.

Si volvemos un año atrás, cuando la situación era desconocida y generaba miedo pero aún no era tan grave, la reacción del sistema político fue la de la unidad. El presidente Luis Lacalle Pou convocó el 13 de marzo de 2020 a los líderes de todos los partidos para conversar de los pasos a dar.

Un año después la situación sí es grave. Los niveles de contagio son altísimos, la cantidad de muertos diarios asusta y el riesgo de colapso sanitario es una posibilidad más cercana.

¿El diálogo político? Muy bajo. En ese punto la responsabilidad es del gobierno, que es mano para llamar a los líderes.

Pero lo que es peor son las reacciones políticas antes las medidas, o incluso antes de su anuncio.Tratar de marcar perfil político para conseguir un voto más en una situación así es trágica. Si no, ¿cómo se entiende la actitud del  Partido Colorado de marcar postura públicamente —y meter presión al presidente y los ministros de su propia colectividad— minutos antes de que se sienten a analizar medidas?

Muchos políticos opositores actuaron peor aún. Si bien es lógico y sano que puedan discrepar con las decisiones tomadas por el gobierno el martes y por tanto expresarlo públicamente, hay cosas que solo restan. O al menos solo sirven si se evalúan las acciones con lógica electoral. Por ejemplo, ¿qué suma decir después de los anuncios que fueron “tardíos”? Eso solo busca debilitar al gobierno, ¿pero al país qué le suma?

El director del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED),  Agustín Iturralde, compartió en la tertulia de En Perspectiva un razonamiento respecto al 8M que me pareció muy interesante. Muchas veces en las discusiones se toma el atajo de criticar la peor versión de cada tema o de cada decisión. Con el feminismo se ve eso, pero no solo. Esta semana se vio con las medidas del gobierno por el covid-19.

En Twitter, todos los que están prontos para criticar cualquier cosa que venga del gobierno, sea lo que sea, eligieron las peores versiones de las medidas o los anuncios. Por ejemplo la decisión de dejar abierto los casinos (algo luego revertido).  Pero con los políticos tan atrapados en esa red, esa actitud también permea a los dirigentes.

Del otro lado, todos los tuiteros que están prontos para defender al gobierno sea cual sea la decisión también tienen las mismas actitudes y se ponen a discutir la peor versión de la izquierda, como intentar culpar a los frenteamplistas por las comparsas que siguen saliendo o incluso por las personas que marcharon en el 8M.

Todo eso está muy lejos de la unidad que se necesita para salir adelante de una crisis sanitaria y económica como esta. Hoy necesitaríamos a los políticos de todos los partidos juntos, convenciendo a los muchos escépticos de la importancia de la vacunación. Necesitaríamos a todos los expresidentes sentados junto al actual mandatario enviando un mensaje de unidad.

Ojalá los dirigentes levanten la cabeza de su celular y vean que la sociedad está afuera.