Así se crean en Uruguay insumos médicos en 3D para los hospitales

Docentes de la Utec coordinan a más de 300 voluntarios para desarrollar insumos médicos ante el avance del nuevo coronavirus en Uruguay

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02 de abril de 2020 a las 05:03

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El apartamento de Alejandro Ferreira no dista de cualquier otro: un living de paredes blancas, un sillón celeste junto al ventanal que mantiene una de sus hojas abiertas para cumplir con las recomendaciones del Ministerio de Salud Pública y ventilar el espacio, una mesa ratona que hace las veces de escritorio mientras el teletrabajo se convierte en la modalidad preferida de quienes tienen la oportunidad de trabajar desde el hogar. Pero hay algo que desencaja: una impresora 3D hace tres horas que genera un kit de tubos para respiradores en el medio de la sala.

Ferreira es docente encargado de fabricación digital de la Universidad Tecnológica del Uruguay (Utec), y sobre la mesa del comedor de su casa están algunos de los prototipos de insumos médicos que están imprimiendo en una red de docentes y voluntarios en todo el país. Pantallas de protección primaria para los médicos que están trabajando en cuidados intensivos, válvulas y acoples para respiradores, modelos de mascarillas con filtros para el personal de la salud; todo fue realizado en la maquinita que imprime sin pausa en el centro del living. Ferreira lo explica y hace que el procedimiento parezca sencillo: se trata de una impresora de tipo de fusión de filamento, un cabezal derrite los hilos de plástico de una bobina al costado del aparato y la máquina lo deposita en capas, va depositando capa sobre capa hasta que genera el volumen en 3D.  

“Empezamos a recibir noticias e información de desarrollos que estaban haciendo personas en la red de laboratorios de fabricación digital en otros países y decidimos evaluar las posibilidades que tenía la Utec de desarrollar un proyecto similar, nos conectamos con nuestro equipo de Ingeniería Biomédica para hacer una evaluación y dijimos "bueno, puede llegar a ser una acción que tome la universidad frente al avance del virus". Eso desató una lógica de organización para ponernos a trabajar”, cuenta Ferreira. 

Datos, testeo, simulación, alternativas; son palabras que el profesor repite varias veces mientras explica cómo se desarrollan los modelos. Para llegar a un prototipo validado hay una cadena de esfuerzos y personas que deben funcionar de forma aceitada, una cadena conformada por cuatro grandes eslabones. 

El primer equipo se encarga de recabar información. En este nivel es clave la apertura del sistema de salud, ya que se hace un relevamiento de las necesidades de los hospitales. También hay un equipo dedicado a buscar proyectos a nivel internacional y monitorear el avance de la pandemia en el mundo. El propósito es observar cómo avanzó la enfermedad en otros países, qué soluciones fueron exitosas y qué elementos escasearon, para así generar una planificación que permita prevenir posibles contratiempos. 

La segunda etapa es el prototipado, donde hay un equipo de gente trabajando en los diseños. “No solo se encargan de evaluar lo que ya se hizo sino cómo modificarlo y mejorarlo o arrancar cosas de cero basados en indicadores que te da una pieza y la otra”, explica el docente. 

Una vez que se logra un objeto que funciona correctamente pasa al equipo de producción, que se encarga al mismo tiempo de evaluar qué posibilidades hay de producirlo con fabricación digital (imprimirlo en tres dimensiones) o de buscar una alternativa de producción masiva que se pueda utilizar en caso de una emergencia.

A esta altura ya tienen claro qué elementos pueden producir y cómo, el último paso es testearlos. “En esta etapa se hacen pruebas con los objetos, se evalúa qué posibilidades tenemos de integrarlo de forma segura al sistema de salud. Son ambientes muy delicados y si vos ponés un objeto extraño ahí que pueda empeorar la situación estás perjudicando más de lo que ayudás”, indica Ferreira y asegura que luego de esta última etapa el producto llega a territorio técnico de ASSE, que decidirá si el insumo se va a utilizar en los centros de salud. 

Hogares en red

Esta cadena tiene cuatro eslabones, pero reúne a más de 300 voluntarios trabajando activamente desde sus hogares. 

Los docentes de la Utec divulgaron un formulario para contactarse con quienes quisieran participar del proyecto, y seis días después ya se habían anotado 750 personas. “Por suerte la llegada de los voluntarios fue mucho más de lo que esperábamos, eso fue algo súper alentador para el equipo, para decir que la iniciativa que estamos generando tiene respuesta”, dice Ferreira mientras su teléfono no para de sonar. “Nuestro diseño de organización permite que estemos trabajando en este momento con unos 300 activamente, los otros irán siendo contactados a medida que vaya pasando el tiempo y para cosas más puntuales que vayan surgiendo en el proceso”, indica. 

Gracias a esta iniciativa han logrado conformar una red de 100 impresoras 3D, a las que se suman las 24 máquinas que son propiedad de la universidad. “Estamos viviendo una situación sumamente particular para el trabajo colectivo, para el trabajo en red, esto en otra instancia en la que nos pudiéramos juntar probablemente hubiéramos hecho una reunión masiva en algún lugar con un montón de gente trabajando al mismo tiempo, hubiéramos llevado un montón de máquinas y nos hubiéramos puesto a producir. Eso ahora hay que virtualizarlo”, explica Ferreira y comenta que este punto es un desafío particular para todos los integrantes del equipo, pero a su vez es una ventana de oportunidad. 

Los docentes y voluntarios que participan de la articulación de este proyecto están dispersos en Uruguay: hay participantes en Fray Bentos, Salto, San José, Rivera, Durazno, Rocha, Canelones y Montevideo. 

Todos a la mesa: una oportunidad de generar conocimiento interdisciplinario

“En este caso nos tenemos que sentar a la mesa alguien que sabe de programación, de diseño 3D o de modelado, con un médico y con un contador que sabe de ciencia de datos, para ponernos de acuerdo en qué vamos a producir, a qué velocidad y con qué normativas de seguridad. De repente tenemos médicos aprendiendo de máquinas y makers aprendiendo de medicina, y eso creo que es la clave de la generación de conocimiento”, reflexiona Ferreira sobre la oportunidad que se les presenta mientras y destaca la posibilidad de convocar a la comunidad médicas e incluirla en el proceso creativo.

“La comunidad médica del Uruguay está respondiendo a una necesidad puntual, igual que lo hicieron otras comunidades médicas en otros lugares y eso también nos coloca en el radar del mundo como hacedores de cosas”, agrega.

Los laboratorios abiertos de innovación de la Utec, los LabA, tienen la característica de ser abiertos, cuya función es articular con la comunidad y desarrollar proyectos. “No es tan visible en el día a día, pero esto se hace y venía funcionando hace más de un año con comunidades más pequeñas en el interior del país, con números más acotados de personas. En este caso se nota porque somos muchos pero este tipo de cosas vienen bastante aceitadas y es el espíritu que la universidad venía persiguiendo y creo que va a seguir persiguiendo con más fuerza”, indica el docente. 

La coyuntura es inestable y plantea una serie de dificultades que los desarrolladores deben enfrentar, pero a su vez es una oportunidad de avanzar en la generación de conocimientos colectivos. “Va a desmitificar esa cuestión de que las universidades son esos generadores de conocimiento distante, a puertas cerradas, y creo que va a empoderar mucho a la gente”, señala Ferreira a la vez que resalta como positivo un cambio de actitud en los participantes: “Somos personas con más confianza en nosotros y en los que nos rodean. Eso es super importante y creo que va a cambiar la forma en que nos involucramos”.


Ferreira se plantea un escenario a futuro, cuando se apaguen las alarmas, y espera que este esfuerzo intelectual y emocional se transforme en un aprendizaje, no en una anécdota. “A veces las cosas se hacen con muchas ganas y quedan como movimientos independientes o un punto en la historia, pero creo que la parte desafiante de esto no es solo lograr algo concreto sino generar un precedente para seguir ayudándonos entre todos, con la pandemia o sin la pandemia pero entre todos”, acota. 

“Es complejo financiar una logística tan grande y tantos elementos de producción pero por suerte han salido iniciativas de instituciones, la ANII y del BID abrieron postulaciones bastante rápido y estamos postulando a eso para buscar financiación”, expresa Ferreira y explica que mientras tanto el proyecto camina desde el bolsillo de sus participantes: “Estamos trabajando con materiales que aportan los voluntarios, que eso es súper valioso y es algo que ha hecho toda la diferencia en este proyecto, y además con personas que quizás no están trabajando activamente pero tienen la capacidad de aportar”. 

Esta iniciativa se expande fuera de las paredes blancas del apartamento. Más de 300 personas en red participan desde sus casas de la creación de insumos que los médicos podrán usar para disminuir el contagio por coronavirus en los hospitales del país. Y todo comienza en la impresora de algún living. 
 

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