AFP

Cómo China rompió el modelo asiático

Beijing ha desafiado el orden geopolítico que permitió el ascenso de Asia del Este

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24 de junio de 2021 a las 16:46

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Gideon Rachman

"¿Por qué es único el modelo chino?" Ésa fue la pregunta que me hizo una periodista de televisión la última vez que estuve en Beijing. Le respondí que no pensaba que había un modelo económico chino específico.

Existe un modelo de desarrollo de Asia del Este de industrialización rápida y orientada a la exportación, que fue impulsado por Japón, Corea del Sur y Taiwán. Lo que hizo China fue seguir el mismo modelo, a escala. Añadí que la única innovación real de China era que el país no se había liberalizado políticamente conforme se había enriquecido. Esto diferencia a China de los surcoreanos y taiwaneses.

Cuando terminamos de hablar, le pregunté a la periodista si podría utilizar alguna de mis respuestas. "No, creo que no", me respondió. "Pero debe ser agradable poder decir lo que uno piensa".

Pensé en ese intercambio esta semana, mientras China se prepara para celebrar el centenario de la fundación del Partido Comunista. Una de las principales afirmaciones del presidente Xi Jinping es que, bajo la juiciosa dirección del partido, China ha descubierto una vía única de desarrollo de la que ahora puede aprender el resto del mundo. En un discurso ante el congreso del partido en 2017, Xi proclamó que China estaba "abriendo un nuevo camino para que otros países en desarrollo alcancen la modernización".

La afirmación del líder chino de haber descubierto una nueva vía hacia el crecimiento económico es cuestionable. Las primeras etapas de las reformas económicas de China después de Mao siguieron una fórmula reconocible para cualquiera que conozca los anteriores "milagros" económicos de Asia del Este.

Muchas de las primeras fábricas del sur de China fueron creadas por inversionistas chinos del extranjero procedentes de Taiwán, Hong Kong, Tailandia y otros lugares. Transportaron un modelo que había funcionado en esos países a un nuevo entorno de bajo costo. El hecho de que China haya seguido creciendo con tasas de dos dígitos durante décadas es notable. Pero no es algo inédito. Japón logró una hazaña similar durante muchos años después de la Segunda Guerra Mundial. Corea del Sur era más pobre que partes del África subsahariana en la década de 1950, pero hoy es un país rico.

Pero aunque la economía del modelo chino es derivada, la política es nueva. A diferencia de Taiwán o Corea del Sur, que pasaron de ser estados unipartidistas a democracias conforme se enriquecían, en China bajo el mandato de Xi se ha afianzado el dominio del Partido Comunista.

Cuando los comentaristas chinos hablan de ofrecerle un nuevo modelo al mundo en desarrollo, también tienen en mente una propuesta política. ¿Por qué no adoptar el orden del autoritarismo al estilo chino, en lugar del caos de la democracia al estilo occidental?

China también ha desafiado el entorno geopolítico que sirvió de telón de fondo al ascenso de Asia. Los tigres asiáticos originales eran todos aliados de EEUU. En el contexto de su guerra fría con la Unión Soviética, EEUU vio las ventajas de abrir su mercado a las exportaciones de sus aliados de Asia del Este. Además, Washington estaba dispuesto a tolerar sus políticas proteccionistas durante más tiempo del que las habría tolerado en otras circunstancias.

El surgimiento de competidores económicos asiáticos nunca fue una propuesta que les resultara fácil de abordar a los estadounidenses. Hubo pánico por el ascenso de Japón en la década de 1980. Pero la reacción negativa fue manejable porque Japón era un aliado y una democracia amiga.

China nunca iba a ser aliada de EEUU. Pero, hasta hace poco, se cuidaba mucho de no desafiar abiertamente el poder estadounidense en la zona del Pacífico. Esto ha cambiado durante el mandato de Xi, conforme la Beijing ha construido bases militares en el Mar de China Meridional.

Como país autoritario, cada vez más abierto sobre su ambición de desafiar el poder militar, político y económico de EEUU, China ha provocado de forma tardía una reacción en Washington. La administración Trump se enfocó en gran medida en el déficit comercial nacional con China. Sin embargo, bajo Joe Biden, la reacción se ha vuelto más explícitamente ideológica. El nuevo presidente afirma con frecuencia están enfrascados en una lucha ideológica y política por el modelo del siglo XXI: democracia o autoritarismo.

El gobierno chino tiene motivos para desear que EEUU haya empezado demasiado tarde a replantear su apoyo al modelo asiático de crecimiento que ha facilitado el ascenso de China. Ya es el mayor fabricante y exportador del mundo. El país posee ahora una enorme economía de consumo interno, que proporciona una fuente de crecimiento alternativa a los mercados de exportación que fueron tan cruciales en las primeras décadas del ascenso.

Además, China acaba de convertirse en el principal receptor mundial de nuevas inversiones extranjeras directas. Las compañías chinas se están expandiendo por todo el mundo. Las economías de ambas potencias están tan profundamente entrelazadas que una verdadera desvinculación sería extremadamente difícil, por no decir muy impopular para muchas empresas de ambas partes.

Aun así, Xi ha asumido un gran riesgo al desafiar abiertamente el poder de estadounidense. Durante las primeras décadas del ascenso chino, el consenso en Washington era que también se liberalizaría políticamente conforme se enriqueciera. Así que EEUU adoptó una actitud alentadora y permisiva ante el ascenso de China, similar a su enfoque hacia las demás economías de los tigres asiáticos.

En el caso de China, EEUU ya le ha retirado su "permiso". EEUU está restringiendo el acceso de China a ciertas tecnologías avanzadas y está organizando a sus aliados para hacerle frente a Beijing. En este nuevo entorno geopolítico, Xi necesita realmente encontrar un nuevo "modelo de China" — distinto del modelo de Asia del Este — si quiere que el ascenso continúe sin interrupción.

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