Diego Battiste

Crítica de Vázquez a Equipos fue “desleal” y “falta de sinceridad”, según presidente de la cámara

La cámara de encuestadoras sale al cruce de las acusaciones por parte de actores políticos y cuestiona a “los que se jactan de no comprar encuestas”

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12 de mayo de 2019 a las 05:00

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Por Martín Natalevich y Martín Tocar

En un año que los tiene como protagonistas, la Cámara de Empresas de Investigación Social y de Mercado del Uruguay (CEISMU) salió a dar la cara y a rebatir los cuestionamientos y críticas que recaen sobre las encuestadoras. Francisco Rodríguez y Mariana Pomiés, presidente y vicepresidenta, subrayan las particularidades de los estudios de intención de voto, hablan acerca de las condiciones económicas de las empresas y de las acusaciones por parte de actores políticos, entre ellos el presidente Tabaré Vázquez. Lo que sigue es un resumen de la entrevista con El Observador.

¿Qué implicancias trae para la cámara el año electoral?

FR: Decididamente fama. Los estudios de opinión pública vinculados al ciclo electoral son una parte minoritaria de nuestro trabajo. De hecho de 12 empresas que componen la cámara, solo 5 hacen opinión pública. Sin embargo la visibilidad de nuestro trabajo como encuestadoras toma estado público en este tipo de circunstancias. 

Para las empresas de opinión pública, ¿qué ventajas y desventajas tiene meterse en el mundo de las encuestas políticas? ¿Esa fama tiene algún contrapeso?

MP: La ventaja es que te da visibilidad. Tus herramientas, que en Uruguay todavía son un poco subvaloradas, se hacen más visibles porque sus resultados están arriba de la mesa, porque hay gente opinando acerca de esos resultados, y porque es la única encuesta que tiene una confrontación con algo que es verificable después. Yo le puedo decir al gerente de una empresa que su producto es preferido por el 25% de los consumidores, pero es creer o reventar. Sin embargo, cuando uno dice “probablemente el próximo presidente pertenezca a tal partido” después hay un hecho que lo verifica. Es un momento en el que mostramos que nuestras herramientas son útiles y que pueden decir cosas certeras, pero también con el riesgo –y en eso creo que los más perjudicados son el resto de la cámara– de que si las cosas no son tal cual nosotros las vemos en un determinado momento, se tira abajo las herramientas.

Porque todo eso genera una imagen social del trabajo de las encuestadoras. ¿Cómo captan ustedes que es esa imagen social hoy?

FR: Creemos que termina siendo una visión un poco deforme, porque terminamos siendo conocidos por solo un lado de nuestro trabajo, que además es un lado polémico y bastante difícil de hacer. Así como Mariana decía que los resultados van a ser contrastados por una realidad, también tenemos que reconocer que es de las realidades más difíciles de medir. La encuesta en relación al voto es un fenómeno de aproximación. Se está estimando un resultado que va a suceder dentro de unos meses con una opinión que me está manifestando una intención hoy. No nos pasa lo mismo cuando hacemos otro tipo de trabajos. Si yo le pregunto a alguien qué leche compra en su casa, me va a contestar algo muy parecido a la realidad, porque es un hecho consumado.

Pero también hacen encuestas de imagen o posicionamiento de marcas. ¿Eso es más similar?

FR: Puede serlo. Porque la gente puede estar contestando con un toque de subjetividad y opinión condición.

MP: Pero sin la percepción de que eso define algo. Que para mí una marca sea la mejor es mi percepción y no cambia nada. Ahora, si yo creo que voy a votar y que con ese voto contribuyo a que gane tal candidato, tiene un impacto mayor. A eso se le suman los cambios que hemos tenido en el mundo en los últimos años. Nosotros registramos que casi la mitad de los uruguayos hoy no tiene una identificación partidaria, es decir, no se siente de ningún partido.

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Francisco Rodríguez, presidente de CEISMU

¿Ese es un elemento de extrañeza dentro de la realidad uruguaya?

MP: En Uruguay se ha ido perdiendo la identificación partidaria, pero ha sido paulatino y hace tiempo que viene siendo así; por eso no nos extraña. Es más, comparado con otros lugares del mundo es extraño que la otra mitad sí tenga una identificación partidaria. El problema es que esa mitad va a estar decidiendo su voto por cosas que pueden tener que ver con el devenir de cada día. Hoy vas a ir a votar y ese día te va a estar llegando información en las redes que pueden afectar el voto. La encuesta es una fotografía de algo que ya pasó.

FR: También está el factor económico. Nosotros apelamos a los métodos de la estadística, que tiene esa magia de que con muestras muy pequeñas podemos llegar a encontrar un número muy aproximado a la realidad, pero tener muestras aleatorias perfectas es muy difícil, y cuanto más difícil, más caro. Somos empresas privadas que tienen que cubrir su presupuesto y a veces no se puede apelar al método más caro. Es una transacción difícil de hacer. En algunos países que han discutido profundamente estos temas han llegado a la conclusión de que las encuestas hay que subsidiarlas. En Alemania les están dando dinero desde el estado. A veces no estamos en condiciones de realizar un trabajo perfecto, o de la mejor calidad, pero no porque no podamos o no sepamos, sino porque cuesta.

¿Económicamente qué les reporta el ciclo electoral?

MP: Nosotros lo medimos regularmente con indicadores de la cámara. Regularmente la facturación política en años electorales estaba en torno al 16% o 17% del total de la facturación. Si vos eso lo llevás al total del período te queda en menos de 5%. En este momento de pico, cuando todos piensan que están contratando, el 80% de mi facturación no viene de la política. Además este año va a ser menor que en ciclos electorales pasados, porque ya se notan menores recursos de los políticos destinados a las encuestas.

¿De dónde creen que sale la expectativa social de exactitud?

FR: Es algo muy humano. A todos nos gustan los oráculos. Por eso cualquier instrumento de predicción del futuro tiene su mercado. Lo vemos desde los libros del horóscopo hasta el pronóstico del tiempo. Pero también esa actitud frente a las encuestas influye en que no sean exactas como mecanismo de predicción, porque mucha gente cambia su decisión cuando ve las encuestas. Es decir, nosotros tenemos un instrumento que está condenado a cambiar el resultado que presenta. Al presentar el resultado sabemos que vamos a generar una onda de decisiones que va a cambiar eso que acabamos de pronosticar. 

¿Qué amplitud tiene esa onda expansiva?

MP: Impacta en decisiones que en muchos casos no son del votante. Nosotros no trabajamos para la opinión pública; somos generadores de información para la toma de decisiones, ya sea de políticos, empresas, medios, u organismos internacionales. Parte de esa información se difunde y la gente siempre quiere saber “cuánto van”, pero esto es útil para los que toman decisiones en las campañas políticas. 

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Mariana Pomiés, vicepresidenta de CEISMU

¿Cuánto influyen las encuestas, tanto en las decisiones de los políticos como la decisión del voto?

MP: El insumo de conocer y entender a tu público es clave para tomar decisiones, y no deberías tomar decisiones si no los conocés. Quiero creer que las estrategias políticas tienen una base importante en lo que los votantes quieren, esperan, o les preocupa. En el buen sentido, no en el “les doy lo que quieren”. La población tiene necesidades y opiniones que los gobernantes tienen que conocer y escuchar. En realidad ese es nuestro rol fundamental. Que después la gente quiera saber “cómo van” es parte del folclore, pero el público más importante de nuestro trabajo son quienes toman decisiones. También influye a nivel de quienes financian campañas, y por eso los políticos se enojan tanto con los resultados. Salir mal en una encuesta significa que te va a costar más conseguir financiadores y te desmoraliza la barra. 

FR: Influyen en ambos casos. Cuando vemos que la mitad de los votantes decide a último momento es algo muy razonable, porque la gente está esperando resultados para tomar una decisión. Las encuestas se han convertido en una herramienta de toma de decisiones de la gente. 

MP: Lo que no está claro es para qué lado. Porque hay gente que vota a ganador, hay otros que dicen que hay que votar al que le está yendo mal para que no gane el favorito, y también hay quienes pensaban votar en blanco pero viendo que tal partido puede ganar no vota en blanco. 

En cualquier caso, ustedes lo reivindican como una información relevante para el votante.

MP: Es una información más y hasta es un tema de justicia. Cuando se habla de no difundir encuestas a mí me parece riesgoso, porque los políticos las van a tener y la gente debería tener derecho a saber. Además la encuesta existe porque la gente te contesta.

Un método con menos prensa
Las investigaciones cualitativas son el gran “tapado” de las empresas de investigación social. “Las encuestas son herramientas rígidas. Los políticos cuando tienen que entender los cómo o cuestiones más profundas recurren a otras metologías, sobre todo grupos motivacionales. De ahí salen muchas cosas”, afirmó Pomiés.

Hablando de la percepción de la gente, hay dos momentos en los que ustedes se convierten en momento de crítica. Uno es al final, si la foto final es muy diferente a lo venían marcando; la otra es cuando existen diferencias grandes entre las encuestas. ¿Cómo impactan esas diferencias en la legitimidad de la herramienta?

FR: Cuanto más lejos estamos de la elección, la encuesta mide con más dificultad, porque la gente no tomó una decisión definitiva y está dispuesta a cambiarla. Para eso se hacen las campañas electorales, para cambiar opiniones. Todo lo que estamos viviendo ahora, a dos meses, todavía no es una intención de voto sincera y clara. Como las razones de la indecisión pueden ser muchas, y la opinión puede no concordar con el voto, todavía es razonable que las empresas que utilizan métodos medianamente distintos para llegar a esa opinión tenga resultados diferentes. Lo más probable es que cuando nos acerquemos a la fecha de las elecciones, los resultados tienden a converger. 

MP: Uno se preguntaría entonces por qué se hacen encuestas tan lejos del momento si en realidad todavía van a pasar muchas cosas. Pero como han dicho otros colegas, ¿qué pasaría si no tuviéramos las encuestas? Hoy no sabríamos cómo es la situación dentro de cada partido. No sabríamos cómo le está yendo a Sanguinetti con su decisión de volver a la política después de tanto tiempo, ni cuán efectiva es la campaña diferente que está haciendo Sartori. Sobre todo, no les permitiría a los candidatos saber en qué posición están y cómo transitar los últimos dos meses de campaña. Hay políticos que cuando no les gusta un resultado se jactan de decir “yo no compro encuestas” (Nota de redacción: como dijo esta semana el precandidato blanco Jorge Larrañaga, entrevistado en Océano FM). No sé qué están queriendo decir. El 99% de los políticos no compran encuestas en el sentido de que no esperan que pagando la encuesta les dé el resultado que esperan. Ahora, decir “no uso encuestas” es muy raro. Porque ¿cómo va a tener contacto y a entender a su público si no tiene una herramienta que lo recoja? Un buen político tiene que usar encuestas.  

Nombrabas el 99% que te consta que no compran. ¿Ese 1% tendría posibilidad de comprar en alguna de estas cinco empresas?

MP: De comprar resultados no. ¿Qué sentido tendría hipotecar mi futuro si yo no vivo de esto, y quedaría pegada con la sociedad, con un candidato y todos los que  lo financiaron, que además pueden ser mis clientes por otro lado? Yo tengo clientes de todos los pelos políticos y lo que trato es de darle mi mejor análisis a cada uno desde su necesidad. 

Las empresas que no se meten en las encuestas políticas, ¿lo hacen para evitar todas estas polémicas?

FR: Yo creo que las empresas que sí se presentan son las más valientes. Las empresas cuando hacen política saben que asumen un riesgo, y no están dispuestas a poner en juego todo su prestigio por ese riesgo, sin haber tratado de minimizarlo lo más posible.  

En diciembre del año pasado el presidente acusó a Equipos de cambiar sus números de aprobación luego de que se la dejara de contratar. ¿Cómo lo tomaron desde la cámara?

FR: Obviamente lo tomamos a mal. Me parece que es una crítica sin fundamentos y hasta desleal con su propio proveedor. Entiendo que quizá pudo haber sido un recurso retórico para alentar a sus seguidores, pero es un recurso que obviamente molesta. Sabemos que somos parte del juego político pero la falta de sinceridad –por parte de un político– no es justa con la realidad. No creo que por hacer política uno tenga el derecho a inventar o manipular información. 

El precandidato colorado José Amorín Batlle dijo a El Observador que había encuestas “con un grado de corrupción”. ¿Qué reflexión hacen?

FR: Creo que tampoco es justo. Sabemos que lo que hacemos despierta pasiones y que un recurso de cualquier político es invocar corrupción o algún tipo de mala intención. Todas las empresas que yo conozco tienen encuestadores y no tendría sentido hacer todo ese trabajo para después poner el número que más le conviene a alguien.

Más allá de las empresas de la cámara, puede haber alguna que incurra en esas prácticas?

FR: No lo sé y sería injusto que lo dijera. Puedo decir que hay empresas que no sé ni el nombre pero las veo aparecer en las redes y hacen relevamientos online. No sé luego qué hacen con esa información. 

MP: Hay que saber distinguir las encuestas hechas más adecuadamente desde el punto de vista metodológico, sin objetivos distintos que no sean relevar la opinión de la gente. Porque además de las empresas desconocidas, los partidos políticos están haciendo, con todo su derecho, sus propias consultas a través de call centers, pero muchas veces ese trabajo mezcla el buscar captar votantes y saber qué piensa la gente. A veces con más énfasis en uno u otro tema. Esas no son encuestas como las que hacemos nosotros. Después hay otras empresas que están hace más tiempo en el mercado y que aparecen durante las elecciones y publican en los medios. Nosotros tenemos una cámara, conocemos a los encuestadores, negociamos por consejos de salarios, sabemos quiénes son los representantes gremiales de cada encuestadora. Hay empresas de las que no conocemos encuestadores ni los  hemos visto nunca. Todo eso sí confunde mucho a la gente.

Cámara de Empresas de Investigación Social y Mercado del Uruguay (Ceismu)
Nuclea a 12 empresas en total, de las cuales solo 5 (Cifra, Equipos, Factum, Opción y Radar) trabajan con encuestas políticas. Las restantes empresas son CIM & Asociados, Ermis, Ibope media, ID Retail, Mercoplus Latin America, The Nielsen Company y Research Uruguay. 

 

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