Diego Battiste

Doña Celestina, la particular creencia que le devolvió los sueños a Waller

El volante viajó a Rodó a pedir que lo ayudara a terminar con el martirio de las lesiones; en poco tiempo volvió a jugar y fue citado a la selección

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14 de julio de 2019 a las 05:00

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Facundo tomó nota. El lugar: José Enrique Rodó. La ubicación: Ruta 2. Las referencias: llegar hasta el cementerio y allí enfrente hay una pequeña garita con su monumento.

El mensaje le llegó en un momento en el que se sentía agobiado por los golpes. Dos duras lesiones que demandaron seis y ocho meses de inactividad cada una lo hicieron aferrarse alguna razón para creer que existía algo que lo podía sacar de ese lugar tan incómodo en el que lo había puesto la vida. Un amigo de su hermano le sugirió ir a Rodó. Allí donde al lado del cementerio hay una pequeña construcción plagada de ofrendas. Facundo habló el tema en su casa. Los Waller no lo dudaron en los últimos días de 2018. Fueron todos a encomendarse a Doña Celestina, una mujer conocida por sus dones de videncia y sanación.

El chico no fue solo. Toda la familia lo acompañó a dejar su ofrenda. Ya en el lugar, permaneció escasos minutos. Los suficientes para dejar un short de la selección uruguaya sub 20. Posteriormente elevó un pedido y se fue con la esperanza de terminar con tanto martirio.

Meses después de aquella visita, Facundo Waller volvió a la actividad en Plaza lo que le permitió retornar el pasado lunes al Complejo de la Asociación Uruguaya de Fútbol para iniciar la preparación con la selección sub 22 con vistas a los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Creer o reventar.

Waller es dueño de una historia sumamente particular y desconocida que terminó revelando en una charla con Referí, tras su segundo entrenamiento con la selección en las instalaciones de la AUF: la historia de su pedido a Doña Celestina.

El martirio

Todo parecía un cuento de hadas. Con 17 años el chiquilín debutó en el primer equipo de Plaza Colonia. Una tarde de mayo de 2016 lo encontró metido en una fiesta en escenario ajeno. Histórica por donde se le mire. Plaza Colonia ganaba el primer campeonato oficial en el estadio de Peñarol. Allí estaba Waller.

Un año después estaba jugando en el estadio de Suwon, el mismo que habían pisado en el Mundial de 2002 figuras mundiales de la talla de Ronaldo, Kaká, Rivaldo, Figo, Rául, Xavi y Forlán.

Corrían 29 minutos del partido del Mundial sub 20 de 2017 que disputaban Uruguay e Italia en Suwon, cuando el capitán italiano Rolando Mandragora le pisó el tobillo a Waller. El volante uruguayo no pudo seguir. Salió rendido por el dolor.

Interiormente el chico sabía que se le terminaba el Mundial. Por eso el llanto en el hotel celeste. Al otro día el diagnóstico confirmó lo peor: Esguince doble y rotura parcial del ligamento lateral interno y del ligamento cruzado anterior. Se requería intervención quirúrgica. Sin embargo, con las dificultades que le generaba la lesión para movilizarse con normalidad, se quedó junto a sus compañeros hasta el último partido de aquel torneo en el que Uruguay culminó cuarto.

Los sueños se derrumbaron. Waller sabía, porque en Plaza Colonia le hablaban clarito, que su ficha era codiciada. Benfica, Alavés, Atalanta, Empoli, Sampdoria, Lokomotiv andaban revoloteando detrás de su pase. En Plaza se plantaron firmes y el gerenciador Carlos Manta fijó un piso de U$S 2,5 millones para empezar a negociar. Pero la lesión les cambió los planes.

La primera lesión demandó seis meses de recuperación. En pleno proceso de rehabilitación recibió un voto de confianza: fue transferido en préstamo a Nacional con el objetivo de jugar la temporada 2018 en los tricolores, para recuperar a un futbolista que prometía ser proyecto de buen jugador profesional.

Recuperado, arrancó a entrenar y en un ejercicio físico el cruzado volvió a dejarlo herido, en marzo de 2018. La misma lesión. Esta vez fueron ocho meses de inactividad para volver a la actividad.

El susto

Facundo regresó a la actividad un 17 de noviembre de 2018 en un partido de Tercera división donde el técnico tricolor, Martín Ligüera, lo convocó y lo puso de titular frente a Danubio.

Diego Battiste

Esa tarde Nacional formó con Agustín Buffa; Maximiliano Villa, Matías Viña, Facundo Queiroz, Santiago Merlo, Gabriel Neves, Sebastián Rodríguez, Facundo Waller, Leandro Lozano, Agustín Sant'Anna y Maximiliano San Martín. El tricolor perdió 4-0.

Pero el tema fue que en determinado momento del partido Waller sintió la rodilla. Se asustó. Lo sacaron. “Se me había movido un poco la rodilla. La sentí y tuve que salir por precaución. Sabía que no me había pasado nada pero después de todo lo que había vivido, no una vez, dos veces, te come la cabeza pensar que te pueda volver a pasar algo”, reveló en nota con Referí.

La promesa

A Facundo lo invadieron las dudas. Estaba culminando el proceso de recuperación de la segunda intervención de los cruzados cuando la rodilla le había jugado una mala pasada, o le mandaba un aviso.

En esos días se encontró con un amigo de su hermano. En la charla, Waller le contó lo que le había sucedido y las dudas que ello le generaba. No era para menos: habían sido dos intervenciones en el mismo lugar. Fue entonces cuando el amigo de su hermano le sugirió visitar a Doña Celestina, en Rodó. “Me dijo que ahí había una señora, que murió, pero que si le pedís algo te lo concede. Pero le tenés que dejar algo, una ofrenda”, dijo el volante.

¿Quién es Celestina? Un curandera de campaña de la década de 1940 que se transformó en un mito popular. Su característica principal era su espíritu solidario que la llevaba a repartir pan, comestibles y lo que tuviera a mano, entre la gente más humilde.

Su historia está reflejada en un libro de Dostin Armand Pilón llamado: “Doña Celestina, la construcción de un mito popular”.

Waller admitió en la charla con Referí, tras la práctica del último martes: “No creía mucho en esas cosas pero me llegaban cuentos que me dejaban de cara. El amigo de mi hermano me dijo que había ido y le había dado resultados. Su señora no tenía trabajo, fue, y a la semana le llegó un trabajo muy importante”, contó el volante de la selección panamericana.

Facundo lo pensó y se decidió a ir. Pero no lo hizo solo, fue acompañado por toda la familia.

“Lo tomamos en serio el tema y fui con mi madre, mi padre, mi hermana y mi hermano. El lugar queda entrando en Rodó. Vas por la ruta (2), te chocás con el cementerio, y ahí al costado hay una garita donde está la foto de la señora. En la calle. No es difícil llegar”, agregó el volante de la celeste.

Waller contó que, ya en el lugar, dejó la ofrenda que llevó, un short de Uruguay, y pidió un deseo.

Facundo regresó a su ciudad con la ilusión a cuestas, por aquello de que la fe mueve montañas.

En el final de esa temporada 2018 en el que no pudo debutar con el primer equipo de Nacional, el volante volvió a Colonia. No lo tomó como un paso atrás. “Volví a Plaza para jugar, sumar experiencia. Fue como volver a salir nuevamente del pozo”, expresó el volante.

@CampeonatoAUF

En su vuelta cumplió con otra de las promesas que había realizado: teñirse el pelo. Y Waller apareció con un nuevo look de pelo platinado.

Facundo jamás imaginó que después de aquella visita a Celestina volvería a entrenar con normalidad, porque así transcurrió su vida dentro de una cancha de fútbol este año, después de superar dos años, 2017 y 2018, con noticias inesperadas. En el último Torneo Apertura, que finalizó el 2 de junio, jugó 14 de los 15 partidos. Estuvo ausente en uno por expulsión.

El milagro para el volante fue más allá. Waller volvió a ser convocado a una selección. Gustavo Ferreyra lo devolvió al Complejo de la AUF donde se perfila para integrar la oncena titular que jugará los Panamericanos de Lima.

Uruguay viaja el 24 de julio a Lima y debutará el 29, en la serie que comparte con Jamaica, Honduras y Perú. En ese torneo, Uruguay buscará defender la medalla de oro que logró en Toronto 2015.

En medio de las emociones que marcan su regreso a la selección y la ilusión de volver a disfrutar el fútbol en plenitud como lo imaginó siempre, antes de las lesiones, Facundo admite: “Después de todo lo que me pasó, sentir que se me caía todo, que no podía jugar, esto es como volver a la vida. Y estar acá, entrenando nuevamente con la selección en el Complejo, me llena de orgullo. Como dice el dicho: Creer o reventar”.

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