CARL DE SOUZA / AFP

El acuerdo Mercosur-Unión Europea en llamas

Mientras europa se preocupa por el medio ambiente, la Amazonia sigue ardiendo

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30 de agosto de 2020 a las 05:00

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Este lunes se pone a prueba el acuerdo que Uruguay viene negociando con la Unión Europea desde hace 20 años. El acuerdo Mercosur - Unión Europea, aunque firmado en los papeles, debe ser ratificado a nivel parlamentario, y en el continente europeo hay dudas.

La Unión Europea es el bloque político más consciente de la gravedad del cambio climático. Lo percibe claramente en cada invierno y en cada verano. La zona periférica al Ártico es donde la anomalía de temperatura es mayor. Este año se superaron los 30 oC en el Ártico por primera vez desde que hay registros. Más grave aún, en estos días se avivaron los temores respecto a Groenlandia. El pasado jueves un estudio estimó que cada minuto se derrite un millón de toneladas de hielo en esa inmensa zona periférica al Ártico. Y peor aún, que el derretimiento cruzó el “tipping point”, el punto de inflexión. Entró en una zona de no retorno. Groenlandia se derretirá indefectiblemente. Esto lo afirmaron científicos de la Universidad de Ohio el 15 de agosto.

Esto no solo es un dramático cambio de ecosistema para los animales que allí viven adaptados al hielo, sino que retroalimentará el calentamiento del planeta, que es su causa. Liberará millones de litros de metano, generará una superficie más oscura que capturará más proporción de la energía que llega del Sol. Acelerará el declive de los hielos árticos.

La pérdida de hielo en 2019 es shockeante, 532 billones de toneladas, más del doble que se haya registrado en algún año medido, algo sin antecedentes. El año anterior habían sido 255 billones. El derretimiento de julio de este año fue casi equivalente al de todo el año anterior.

Los datos se divulgaron el jueves 20, y ese mismo jueves la joven Greta Thunberg fue recibida por Ángela Merkel. Greta volvió a reclamar más acción por parte de los gobiernos y Ángela dijo que se encontraba feliz de recibirla.

Mientras eso pasa en Europa, en Brasil la Amazonia sigue ardiendo y lo que ocupa las áreas quemadas luego del fuego son mayoritariamente los cebúes.

Tras reunirse con Greta, Merkel manifestó tener serias dudas respecto a un acuerdo de libre comercio con el Mercosur. Una declaración importante no solamente porque Alemania es la principal economía de Europa y porque Merkel tiene una autoridad de talla gigantesca, sino porque además Alemania está a cargo de la presidencia de la Unión Europea en este momento.

Los europeos consideran que quemar selva para hacer ganadería o soja es suicida. Greta, Merkel y la gran mayoría de los votantes y consumidores. Mientras, los ganaderos y agricultores europeos forman parte de un pacto verde por el cual deben reducir a la mitad su uso de agroquímicos en diez años, entre otras restricciones ambientales.

Los alemanes se toman el tema ambiental en serio, al punto de que ayer jueves anunciaron la primera emisión de bonos verdes de la historia, por EU 6.000 millones. Pagan tasa de interés como cualquier bono, pero lo recaudado va exclusivamente a financiar proyectos de restauración ecológica.

No es solo la Unión Europea. Los británicos no se quedan atrás y anunciaron una futura ley que prohibirá el ingreso de alimentos importados que se hayan beneficiado de la tala de selva. Es decir que la carne producida en zonas donde había floresta nativa tendrá un acceso cada vez más difícil en Europa, dentro y fuera de la Unión.

Podemos aferrarnos a que los europeos destruyeron sus bosques hace siglos y argumentar que entonces no tienen derecho a opinar sobre los bosques ajenos cuando no cuidaron los propios. Podemos argumentar que la Unión Europea siempre fue proteccionista y que el clima no es más que un nuevo pretexto.

Pero también podemos animarnos a tratar de entender a nuestros posibles socios y desde hace tiempo clientes más sofisticados. Uruguay es completamente diferente al resto del Mercosur. De nada vale reprocharle a Europa la tala de sus bosques hace siglos. Lo importante es restaurar desde que se comprende la gravedad del problema en que se halla la humanidad entera. Y en eso seguramente es fácil construir consensos entre Uruguay, Alemania y toda la Unión Europea. A diferencia de sus vecinos, Uruguay no ha quemado nunca un árbol para producir y está inaugurando Ministerio de Ambiente para sumar cuidados y darles más relevancia a estos temas.

No solamente nos jugamos seguir adelante con un acuerdo que de concretarse será transformador para nuestra economía y nuestra sociedad, también nos jugamos articular políticas que puedan en el mediano plazo frenar el calentamiento global. También nos jugamos diferenciarnos de los países vecinos que siguen quemando montes, pastizales y bañados como si no se hubieran enterado de los problemas del mundo. Una diferenciación que incluso debería poner en el tapete la libertad de Uruguay para hacer tratados de libre comercio por su cuenta. Hay un modo de crecimiento agrícola talando y quemando que no es más aceptable, pero que necesita un mecanismo de compensaciones para que sea frenado efectivamente. Es un camino que Uruguay no ha practicado nunca y que no es justo que nos perjudique a la hora de integrarnos globalmente. 

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