Juan Samuelle

El caos global dispara el precio de los alimentos

Los chinos están comprando alimentos con una voracidad récord

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10 de enero de 2021 a las 05:00

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Mientras en EEUU y en tantos lugares la pandemia crece y semiparaliza las economías, China sigue creciendo, encarcelando demócratas en Hong Kong, negando a la Organización Mundial de la Salud el ingreso para investigar el origen del covid y  acentuando una nueva guerra fría que será distinta de la anterior por muchas razones. Entre otras, porque la Unión Soviética nunca estuvo cerca de ser una potencia económica relevante. En cambio ahora los tiempos se aceleran y hay quienes aseguran que en 2028 China pasará a ser la mayor economía mundial.

El 2020 pareció un año de ciencia ficción distópica, el comienzo de 2021 no le va en zaga. La democracia estadounidense asaltada por una horda que es alentada por el propio presidente en funciones que no admite perder la carrera por la reelección, es algo que ningún escritor de ciencia ficción se animó a escribir.

“Durante algún tiempo, un tema general de la economía global ha sido la lucha económica y de poder blando entre Estados Unidos y China”, dijo el Centro de Investigación Económica y Empresarial en su informe anual publicado el sábado.

“La pandemia de COVID-19 y las consecuencias económicas correspondientes ciertamente han inclinado esta rivalidad a favor de China”.  Algo que pensábamos sucedería en un mediano a largo plazo, se encamina a suceder en esta misma década.

Y como un síntoma de ese desbalance, los chinos están comprando alimentos con una voracidad que es siempre récord y que –como en la década pasada- lleva el precio de muchas materias primas a las nubes. Entre ellas la soja, que ha vuelto en Chicago y Brasil a situarse sobre los US$ 500, mientras que en Uruguay cotiza a US$ 485, un precio igualmente astronómico.

Si creíamos que alguna magia iba a dejar atrás un 2020 negro para traer un 2021 luminoso, bastaron seis días para mostrarnos que la realidad es un continuo y que hasta que la vacuna no llegue en forma generalizada a los 7.837 millones de habitantes, que al final de este año ya serán más de 7.900 millones, la vida seguirá alternando entre el hogar, el teletrabajo y el tapabocas cuando sea imprescindible salir. Será difícil que en un solo año se pueda volver a  los abrazos y los mates compartidos. Y mientras, China crece económicamente y presiona políticamente.

Para los países exportadores de alimentos y metales es el comprador principal con el que es imposible enemistarse.  En este escenario el alto precio de los granos es una oportunidad para estos países y en particular para Uruguay. Pero es también una amenaza para países compradores que son estructuralmente volátiles como los de Medio Oriente.

Por otra parte, la presión sobre los recursos naturales se mantendrá difícil de controlar. Arrasar hectáreas de selva en la Amazonia para hacer soja o plantar palmas aceiteras en las junglas del sureste asiático seguirá siendo un gran negocio.

La suba del precio de los granos empieza a arrastrar al de los lácteos, otra noticia favorable para los castigados productores lecheros uruguayos. Pero nuevamente, productos de primera necesidad que para los países importadores se vuelven más caros, el riesgo de inestabilidad política se acrecienta.

La suba del precio de los granos tiene otro componente que será característico, el clima. El 2020 igualó el año más cálido de  la historia registrada 1,25 C por encima de los niveles de base previo a la revolución industrial. Ya estamos más de un grado Celsius por encima de lo normal y eso castiga a los cultivos en verano. La producción del Mercosur es incierta, y por las dudas los importadores compran. El alto precio del grano es para ellos mejor que el altísimo precio de una crisis social por falta de trigo, arroz, maíz o soja para producir carne y leche. Las subas de precios ratifican a los compradores la urgencia por abastecerse.  El USDA recortará la semana próxima la producción prevista por el Mercosur.

La situación ha alentado al neo proteccionismo. Rusia limita sus exportaciones de trigo para preservar el abastecimiento del mercado interno. El gobierno argentino a su vez prohibió la exportación de maíz.

En el mercado de arroz también suceden corrientes comerciales extrañas. Vietnam, fuertísimo exportador de arroz, lo está importando de la India para reforzar sus reservas.

El precio de los alimentos básicos siempre es importante. En pandemia lo es más. Cuando sube el precio del maíz suele subir el precio de las carnes y lácteos ya que el maíz es un insumo clave de producción . En los lácteos está pasando. Las ventas  que realiza Nueva Zelanda y que son referencia mundial llevan cuatro ascensos consecutivos.

Hay otros factores aparte de la expansión China y la amenaza climática. Uno fundamental es la depreciación del dólar.  EEUU ha pasado imprimiendo billetes con el beneficio de no generar por ahora inflación. Pero todo el mundo sabe que lo que abunda se desvaloriza y la gente que puede, cuando en EEUU puede ahorrar no lo hace en dólares. Generalmente lo hace en acciones, que no paran de subir, en particular la estrella de estos años: Tesla. Pero también se ha disparado el Bitcoin, que como las acciones de Tesla, en 2020 multiplicaron su valor por seis y en 2021 siguen verticales hacia arriba. Vamos hacia un mundo de automóviles eléctricos, blockchain y monedas virtuales fuera del alcance de las imprentas de los gobiernos.

La contracara es que el dólar baja y con dólar bajo, las materias primas se valorizan.

Por otra parte, una materia prima como el petróleo también ha subido. A pesar de las dudas que siguen sobe la demanda de combustibles en 2021, la decisión unilateral de Arabia Saudí de recortar en un millón de barriles su producción y las tensiones renovadas entre EEUU e Irán llevan el barril sólidamente por encimad e US$ 50.

Un combo erizado de amenazas pero que para los productores de alimentos que sean exportadores confiables también tiene oportunidades. En el primer trimestre de este año cada lluvia valdrá oro, o mejor dicho algunos bitcoins. Hemos vuelto a la era de los precios alocados de la soja y los demás granos. Antes eso trajo la primavera árabe. Veremos en esta década con qué torbellinos nos sorprendemos. Las imágenes de hordas de conspiracionistas en el Capitolio estadounidense nos recuerdan que la película de ciencia ficción sigue. Tal vez a río revuelto ganancia de exportadores. Pero cuando el torbellino es tan grande no hay razones para la alegría.

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