Leonardo Carreño

El cielo visto desde el sótano

Para Danubio, Defensor y Cerro, la B puede ser la resurrección o la agonía interminable

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02 de mayo de 2021 a las 05:05

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Dice el refrán: “Más vale ser cabeza de ratón que cola de león”. A veces estar en el fondo, ser el último orejón del tarro, tiene mayor preponderancia que residir en el mediocre medio, donde las cosas son ni fu ni fa. Las emociones en juego ganan en dramatismo, en intensidad de emociones. Pasa en la guerra y en el fútbol. Una gran batalla perdida puede tener más plus histórico que una intrascendente guerra triunfal. El cine hizo dos películas maravillosas al respecto: La patrulla infernal, lección magistral de ética de Stanley Kubrick, con Kirk Douglas en su cima, y Gallipoli, otro filme bélico antológico, al que no estaría mal regresar en tiempos de pandemia en los que la vida no debe olvidarse de lo que es estar vivo. Ambos filmes terminan con una nota musical de alto contenido emotivo y que anticipa que el final a la vista, con muerte y derrota, tendrá también una cuota de memorable grandeza. En la guerra y en el fútbol (y en el amor, pues también en este todo vale, es lo que dicen), los triunfos pequeños no adquieren dimensión épica como puede tenerla una derrota catastrófica que condena a un equipo al descenso.

Para miles de hinchas de todas las edades y procedencias, la conclusión de la temporada futbolística se parece a los cuentos sin final feliz. Sin embargo, la pérdida de categoría es uno de los aspectos más sublimes del fútbol. Por una simple razón: la derrota con fisonomía de apocalipsis viene acompañada de la posibilidad de pronta resurrección. El viaje al infierno puede ser en verdad al purgatorio, en caso de que la estadía en la B sea de solo una temporada breve. Este debe ser el sentimiento que en estos días debería acompañar a los hinchas de Defensor, Danubio y Cerro, que padecen la incertidumbre de no saber cuándo será el retorno a primera. En fútbol nada está garantizado, pues el prestigio, incluso aquel que se ha ganado con historia, es muy relativo. Ahí está el caso del Nottingham Forest para demostrarlo. 

El club inglés fundado en 1865, el más viejo del mundo y dos veces campeón de Europa, en 1979 y 1980, está en la B (Championship) desde 1999 y sin aparentes probabilidades de regresar a corto plazo. En la B también milita el Blackburn Rovers, campeón de la Premier League en la temporada 1994-95. Un histórico de la Argentina, Ferro Carril Oeste, está en la B argentina desde 2000, una eternidad para un club de ese rango. La Coruña, el Dépor, uno de los nueves clubes que ha salido campeón de España, y por donde pasaron tantos uruguayos, milita hoy en la C. Su regreso a primera luce muy parecido a una quimera. En la C inglesa compite el Sunderland, seis veces campeón inglés y con una hinchada notable y populosa. Uno de los tres clubes de mayor popularidad de Alemania, el Schalke 04, se acaba de ir a segunda. Ergo, que sean Defensor, Danubio y Cerro, posiblemente los tres clubes con más historia y seguidores luego de Peñarol y Nacional, no garantiza que la ida venga acompañada de regreso inmediato. Bella Vista, Huracán Buceo y Miramar Misiones conocen esa historia.

Dos de las ligas con mayor poderío económico de nuestro continente, la mexicana y la estadounidense, carecen de descenso. Son ligas aburridas. Les falta la dramática emoción del sufrimiento de los últimos que no serán los primeros, porque al año siguiente deberán pelearla con uñas y dientes junto a otros clubes a los cuales también los mueve la desesperación por no seguir hundiéndose y poder hacer realidad la esperanza del regreso con gloria lo más pronto posible. Uno de mis pasatiempos, tal vez el único al que le he sido fiel desde mi infancia, es seguir las divisionales B y C de por lo menos diez ligas del mundo. Hoy con soccer.com se hace fácil. Es mi ritual de todos los sábados de mañana; ver quién se marcha y quién se queda. Hace años me hice hincha del Luton y tuve la enorme felicidad de ir a verlo jugar en su viejísimo pequeño estadio, en una tarde lluviosa y helada en la cual quedó confirmado su regreso a la B inglesa, tras un largo periplo en las divisionales más bajas. Es un club pobre, por lo tanto, debe sobrevivir entre gigantes que incluso con dinero no consiguen acceder a la Premier. 

A esa categoría regresó la semana pasada un club del noreste de Inglaterra, que devino histórico por vivir en un carrusel convertido en montaña rusa. El Norwich, al cual Luis Suárez se cansó de hacerle goles, acaba de volver a primera al año de haber descendido. Su caso es único en la historia del fútbol. Vean si no. Su insólita historia comenzó en la temporada 2003-2004, año en que subió a la Premier League. Estuvo un año y descendió a la Championship. En 2009 se fue a la C (League One). Doce meses después regresó a la Championship. En 2011 subió a la Premier League. En 2014 descendió. En 2015 ascendió. En 2016 descendió. En 2019 ascendió. En 2020 descendió. En 2021 regresó a la Premier, con el mismo entrenador, el alemán Daniel Farke, y con casi todos los mismos jugadores que habían descendido, entre otros Tim Krul, golero de la selección holandesa. Los hinchas de los “canarios” (llamados así por el color amarillo de su camiseta) están, me parece, cansados de esta vida neurótica de alegrías y tristezas, una tras otra y viceversa, y sueñan con tener una vida estable en la elite del fútbol inglés. Mi querido amigo George Szirtes, uno de los principales poetas ingleses, y su esposa, la artista Clarissa Upchurch (gente de primera ambos), compran al comienzo de la temporada un abono para ver todos los partidos del Norwich como locatario, y con frecuencia hacen largos viajes en tren para seguir a su amado club tratando de lograr imposibles con mayúscula. Viven entre la desazón y la euforia (emociones no les faltan), pero desearían que el Norwich alcanzara esa zona de tranquilidad en donde la agonía de las últimas fechas no se hace interminablemente triste. Hasta el placer de sufrir para renacer luego puede hacerse insoportable.

El Club Atlético Platense tiene 116 años de historia. Después de pasar 22 años alejado de la primera división del fútbol argentino regresó en 2021. El festejo de su numerosa hinchada no ha durado mucho. El club está otra vez en la pendiente y nuevamente comienza a ver al abismo del descenso cerca. En “Motorola”, uno de sus mejores cuentos, incluido en el libro La vida que pensamos. Cuentos de fútbol, Eduardo Sacheri refiere a una historia que los amantes de ese deporte, y de la buena literatura en general, van a disfrutar, sintiendo inmediata empatía con el personaje principal, Abelardo Celestino Tagliaferro, alias “el Gordo”, taxista a bordo de un Renault 19. La historia presenta una situación agónica: la de Platense, que al final del campeonato se juega la permanencia. En partido decisivo, deben ganarle a River Plate. El milagro de la salvación otorga sentido a las ilusiones. Es decir, el drama de fondo, lo mismo que en esas historias de boxeo en las que el peleador que mayor cantidad de golpes recibió durante la pelea termina noqueando a su contrincante en el último round, está en lo imprevisto, en el punto de inflexión que dinamita las expectativas; en lo que puede pasar, pero quizá no.

Ejerciendo una de las características que lo distinguen como autor dotado a la hora de escribir sobre un deporte que no se deja domesticar por la literatura, Sacheri convoca a uno de los elementos protagónicos del ritual del fútbol; los gestos cabalísticos. Como cuando el hincha descontrolado por la pasión apaga el televisor, creyendo que con ese acto de contención emocional va a favorecer la suerte de su equipo en el momento en que más la necesita. El hincha necesita inventar talismanes para sentirse útil y cómplice con su equipo. El autor, de muy sutil manera, plantea otro misterio: ¿por qué un ser humano sufre tanto por los colores de un club que jamás tendrá posibilidades de salir campeón y cuya aspiración principal, casi la única, es salvarse del descenso, temporada tras temporada? No hay respuesta, pero, tal cual dice el narrador de “Motorola”, “Uno no entiende por qué ama las cosas que ama”.  

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