Carlos Pazos

El covid no nació en Tacuarembó

El mercado de la carne no puede depender de un comprador hegemónico como China

Tiempo de lectura: -'

13 de diciembre de 2020 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

El gobierno del país de donde irrumpió el covid-19 ha querido decir al mundo que sí empezó en Wuhan pero por una curiosa causa. El covid, como Gardel, habría nacido cerca de Tacuarembó en diciembre y viajado en una caja de carne congelada hasta Wuhan, algo de lo que se percataron esta semana, un año después.

Son los principales compradores de carne y soja, así que es necesario mantener las formas. Así que quienes no tenemos obligación de ser diplomáticos podemos decir que eso es imposible, falso, daña nuestra reputación a través de una mentira, y además es una historia completamente ridícula.

El principal comprador de carne de Uruguay decidió unilateralmente el 15 de noviembre de 2019 no respetar contratos firmados, bajar drásticamente los precios pactados o devolver lisa y llanamente la mercadería que ya había comprado legalmente. Algo muy raro pasaba en el secretísimo país amurallado.

Pocas semanas después todos supimos el lugar de origen, Wuhan, donde abundaban los horrendos mercados en los que  animales silvestres son mezclados y descuartizados en pésimas condiciones de higiene.

Lo sucedido es muy grave porque Uruguay tiene por destino inevitable ser el mejor productor de carne vacuna del mundo y no puede tolerar una acusación falsa de tal magnitud. También lo es porque está el antecedente de Australia, a la que China está castigando comercialmente porque dice en voz clara lo que todos sabemos: es muy dudoso lo sucedido en el comienzo de la pandemia y es un atropello lo que ha pasado en Hong Kong para quienes creemos en la libertad del ser humano.

El rastreo de virus en paquetes de productos y su uso como barrera para arancelaria, como acusación ante la cual es imposible exhibir pruebas, como mecanismo de negociación económica o política es tremendamente peligroso.

Es muy grave porque el año pasado ante la presión compradora de China, Uruguay fue descortés con compradores importantísimos de nuestra carne como la Unión Europea e Israel. Retaceamos el abastecimiento porque pagaba más ocasionalmente un comprador que no cumple los contratos cuando no le conviene.

El dueño de un comercio no tiene derecho a juzgar las ideas de sus clientes. Debe venderle a todos quienes quieran comprarle. Pero una cosa es el respeto a las ideas distintas y otra cosa es aceptar lo inaceptable.

Como mero ciudadano no me siento para nada equidistante entre el EEUU de Biden, la Unión Europea, Canadá, Japón, y toda sociedad donde hay democracia y libertad  y cualquier otro gobierno que no sea democrático. Y si estamos ante una nueva guerra fría, la neutralidad entre democracias y no democracias no debería ser una opción.

Como dijo Popper en un libro clásico, la gran dicotomía es entre las sociedades abiertas y sus enemigos.

El reciente exabrupto que involucró a la carne uruguaya debe servirnos para pensar que el mercado de la carne no puede depender de un comprador hegemónico. Y para recordar que siempre es necesario defender a aquellas sociedades donde la libre expresión de ideas y el respeto a los derechos humanos son la normalidad, de sus enemigos.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.