AFP

El impensable encuentro entre Trump y el presidente de Corea del Norte

Las relaciones diplomáticas entre Washington y Pionyang tienen un rumbo nuevo

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15 de mayo de 2018 a las 04:45

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Dado el estado de las cosas, del grado persistente de tensión en la región durante tanto tiempo, nadie imaginó que algún día Corea del Norte abriría las puertas al diálogo y viera a su hasta ahora gran némesis, Estados Unidos, como posible aliado a corto plazo. Así tanto ha cambiado la situación. Tendremos lo que pareció por tantos años, décadas, imposible: un Summit, el próximo 12 de junio, entre Kim Jong-un y Donald Trump. Considerando el carácter voluble de ambos, a nadie debería sorprender si terminan siendo amigos.
Quién lo hubiera imaginado. Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama seguramente no. Todos ellos hicieron algo mal en la forma de encarar las relaciones diplomáticas con el gobierno norcoreano. A la vista están las evidencias. La tensión, en lugar de disminuir, creció. Hasta que llegó Trump. Si el acercamiento entre ambos países va en serio, como todo lo indica, el presidente se habrá anotado un golazo, de esos que pertenecen a otro partido.

Todavía se desconoce cómo se llegó a la auspiciadora situación actual, la cual se produjo de manera sorpresiva, considerando que en el inicio de su gobierno Trump amenazó con aniquilar a su contrincante comunista en caso de que la tensión en torno al armamento nuclear siguiera creciendo en la península coreana. Hasta que de pronto, de la nada, esto. Trump y Jong-un se envían ahora mensajes protocolares halagadores, como si fueran compinches instantáneos, de esos que se hacen en un bar conversando sobre fútbol y tomando cerveza.

La reunión a la vista pinta para ser fascinante. ¿Habrá abrazos, elogios mutuos, se estrecharán las manos efusivamente? La reunión pactada ha generado tantas expectativas como el mundial de Rusia, aunque en este caso podría haber dos ganadores, dos campeones. Claro está, también es posible que todo termine en empate y que el encuentro solo sea una charada decorada con fuegos artificiales retóricos, es decir, mucho palabrerío y poco concreto.

Aunque, a decir verdad, ese escenario parece bastante improbable, pues nada indica que ambos líderes estén para perder el tiempo y más bien quisieran presentar logros. No conviene olvidar que se reunirán dos grandes egocéntricos, que gozan estando en el centro del escenario.
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