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El mercado financiero, todavía groggy por el anuncio de Cristina Kirchner

Los primeros días mostraron calma y una mejora en el riesgo país, contra todos los pronósticos. Pero los expertos ven señales de inquietud en el futuro cercano

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25 de mayo de 2019 a las 05:04

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Son días raros los que se viven en Argentina. Después de la conmoción provocada por el anuncio de Cristina Kirchner de renunciar a su candidatura presidencial y cederle el cargo a Alberto Fernández, llovieron los pronósticos de catástrofe financiera.

Las jornadas previas habían sido volátiles y habían visto el índice de riesgo país superar los 900 puntos, la marca más alta de la gestión Macri. Con lo cual, un anuncio que, según la primera lectura política, podría mejorar las chances electorales del espacio kirchnerista, sólo podía ser interpretado en la City porteña de una forma: hay que prepararse para una caída adicional de los bonos, una mayor pérdida de valor para las acciones de empresas argentinas y una disparada del dólar.

Sin embargo, el Banco Central tuvo una de las semanas más tranquilas desde que asumió Guido Sandleris en octubre pasado para aplicar el nuevo plan de banda de flotación cambiaria. Contra todos los pronósticos, no fue necesaria una intervención directa mediante venta de los dólares que el Fondo Monetario Internacional autorizó para casos de emergencia.

Y lo más raro: subieron los bonos y las acciones, al tiempo que el riesgo país se moderaba, con días por debajo de 890 puntos. Muchos concluyeron que, al final de cuentas, el mercado no creía en el triunfo de la nueva fórmula o bien esperaba un comportamiento “moderado” del nuevo candidato.

Los analistas de los bancos de inversión tuvieron que ponerse en el rol de analistas políticos para explicarles a sus jefes en Wall Street qué estaba ocurriendo y cuáles podrían ser las chances de un default o un regreso a medidas intervencionistas en el mercado financiero. Y, en general, esos reportes no daban una opinión concluyente sobre lo que esperan para octubre.

A lo sumo, se trazan escenarios diferentes para las finanzas según quién gane. Si gana Macri, creen que el dólar a fin de año se ubicará en 50 pesos argentinos. Si gana el espacio alternativo de Roberto Lavagna, Sergio Massa y los gobernadores peronistas, lo proyectan en 53 pesos. Y si se impone la fórmula Fernández-Fernández, podría llegar a 60 pesos.

Pero claro, falta mucho para que el panorama se clarifique y todavía no están claras las otras fórmulas electorales.

¿Un default en el horizonte?

Así que, por lo pronto, una de las principales actividades que han tenido los empresarios en estos días ha sido la “decodificación” de las primeras señales enviadas por Alberto Fernández. El flamante candidato dejó varias pistas, algunas de las cuales provocaron inquietud.

Su intención fue alejar el fantasma del default. Dijo que nunca había sido una opción considerada viable. Y que ni siquiera le parecía buena la idea de ofrecer un canje de bonos a los acreedores para lograr mayor plazo de pago.

Pero esbozó una idea potencialmente conflictiva. Habló sobre a la necesidad de abrir un "período de espera" que se le pediría a los acreedores de deuda soberana. Sería algo así como un plazo de gracia en el cual Argentina deja de pagar intereses, de forma de poder ordenar sus cuentas mientras se aplica un plan de reactivación.

Como la propuesta no implica quitas sobre el capital ni renegociación de plazos ni de tasas de interés, Alberto Fernández considera que ese planteo no puede ser equiparado con una declaración de default. 

Sin embargo, en el mercado no todos opinan lo mismo. Las agencias calificadoras de riesgo crediticio suelen ser poco indulgentes con esas propuestas: si pasan 30 días de una fecha de vencimiento y el país no paga, se lo considera, como mínimo, un “selective default”.

Y los más inquietos temen que una medida de ese tipo empeore el ya escaso acceso al crédito de las empresas argentinas.

Por otra parte, Alberto Fernández habló con insistencia sobre un economista que lo está asesorando y sobre el cual hay especulaciones sobre si será ministro, presidente del Banco Central o negociador plenipotenciario ante el FMI. Se trata de Guillermo Nielsen, que en 2005, durante la presidencia de Néstor Kirchner, negoció el mega canje para salir del default récord que se arrastraba desde 2002.

En aquella ocasión, Nielsen negoció “a cara de perro” y logró una inédita quita de 65% en el capital de los bonos argentinos. A cambio, ofreció un cupón que pagaría un premio solamente en los años en los que Argentina tuviera un crecimiento económico superior al 3% del PIB. Su propuesta tuvo una adhesión del 75% de los acreedores.

Recalculando

Estas primeras señales están siendo procesadas por los inversores, por más que el mercado transmita una aparente calma. Pero algunos ya están avizorando problemas para un futuro no muy lejano.

Y, valga la redundancia, recurren al mercado de los futuros para comprender mejor el panorama. Ahí sí que los números son inquietantes. Hasta hace un mes, los vencimientos del dólar futuro sumaban 3.100 millones y esta semana se terminó en 3.850. Sólo en los días siguientes al anuncio de Cristina Kirchner, se sumaron contratos por 540 millones.

“Claramente el impacto de la fórmula del kirchnerismo invitó a tomar coberturas”, afirma el analista Salvador Di Stefano, que manifiesta su asombro por el hecho de que el dólar futuro se ubique a 62,85 para diciembre, cuando el Banco Central puso un “techo” de 51,50 para fin de año, y lo atribuye al temor generado por la fórmula Fernández-Fernández.

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Lo cierto es que estas primeras pistas hacen prever que la actual calma con el dólar podría ser de corta duración. El 22 de junio vence el plazo para la presentación de candidaturas, previo a las primarias de agosto. Por lo que ya muchos vaticinan un dólar más caliente en el mes que viene.

Por lo pronto, la demanda de dólares por parte del público –el más claro termómetro de la inquietud social en Argentina- muestra un incremento. El último informe del Banco Central, referido al mes de abril registró que la compra neta fue de US$ 1.277 millones, lo que implica un incremento de 60% respecto del mes anterior.

Los antecedentes históricos marcan que hay margen para la situación empeore: por caso, en la campaña electoral de 2011, a partir del momento en que quedó claro que Cristina ganaría en primera vuelta, la fuga de capitales se intensificó hasta superar el nivel de US$ 3.000 millones mensuales, una situación que derivó en el recordado “cepo” cambiario.

La preocupación de Alberto Fernández: aclarar que no es Cámpora
En estas horas, abundan en Argentina las referencias al lema electoral de 1973, que rezaba “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. En aquellos días, el líder estaba proscripto por la dictadura militar, por lo que el peronismo debía recurrir a otro candidato para presentarse a una elección que, nadie dudaba, lo devolvería al poder.
El elegido por decisión personal del propio general Perón fue Héctor J. Cámpora, un veterano dirigente que no ofrecía resistencias internas en un peronismo muy dividido. De todas formas, se percibía que era más querido por las agrupaciones juveniles radicalizadas –entre ellas, la organización armada Montoneros- que por los sectores “de derecha” ligadas al sindicalismo.
Lo que ocurrió tras la victoria en las urnas fue un capítulo fundamental de la tragedia argentina. Cámpora liberó a los guerrilleros presos, hizo gestos de acercamiento al ala izquierda del peronismo y hasta mostró gestos de independencia y de autonomía respecto de Perón. El disgustado líder le exigió que renunciara, cosa que Cámpora hizo a los 49 días de haber asumido.
Se convocaron a nuevas elecciones que, ahora sí, consagraron a Perón presidente por tercera vez. Pero la división interna ya era irreconciliable, y dos días después de los comicios los montoneros asesinarían a José Rucci, líder de la central sindical CGT.
Lo cierto es que, desde allí, cada vez que un candidato presidencial luce débil o con capacidad de ser manejado por un líder poderoso, se suele recordar la experiencia de Cámpora.
Es lo que ocurrió a partir de la postulación de Alberto Fernández, en una situación inédita en la que el vice designa a su candidato a presidente.
No por casualidad, en sus primeras declaraciones, el flamante candidato tuvo que aclarar ese punto: “Ni yo soy Cámpora ni Cristina es Perón”, dijo Alberto Fernández a los periodistas.
Sin embargo, es un punto que todavía no está claro. Las declaraciones de la ex mandataria el día de su juicio dejan la sospecha de que será ella quien dé la tónica sobre una reforma judicial en caso de llegar al poder.
Una fecha clave para conocer la autonomía real de Alberto Fernández será el 22 de junio. Ese día se conocerán los listados de candidatos al Congreso. Y todos recuerdan lo que ocurrió en 2015, cuando Cristina se arrogó la confección de las listas, donde figuraban militantes de –ironías de la historia- la agrupación juvenil La Cámpora y casi ningún dirigente aliado al entonces candidato Daniel Scioli.
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