AFP

El punto donde deben acordar liberales y estatistas de América Latina

Las contiendas políticas deben dar paso a un consenso conforme la región emerge de las ruinas de Covid-19

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06 de mayo de 2021 a las 16:16

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Michael Stott

Durante décadas, Latinoamérica se ha visto dividida por una amarga y a menudo destructiva contienda en cuanto a la política económica, la cual ha contrapuesto a los “neoliberales” que favorecen los mercados libres en contra de los estatistas a favor de gobiernos grandes con mucho poder.

Un lado atraía a los votantes hacia su causa; cuatro años más tarde, el electorado cambiaba hacia la dirección opuesta y el equipo rival arrasaba con la victoria. Su primer acto en el cargo era deshacer, lo más rápidamente posible, el trabajo de los anteriores titulares.

En Argentina, por ejemplo, el gobierno peronista de Cristina Fernández de Kirchner impuso controles de precios, elevó los impuestos, y nacionalizó la compañía petrolera local en 2007-15. Luego, Mauricio Macri ganó el poder, desreguló y redujo el poder del Estado, sólo para perder ante los peronistas en 2019, quienes rápidamente reintrodujeron los controles de precios y los aumentos de impuestos.

En México, uno de los primeros actos del presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador al tomar el poder en 2018 fue descartar un nuevo aeropuerto que ya estaba un tercio construido (y era extremadamente necesario) en la Ciudad de México, un proyecto iniciado por su predecesor, Enrique Peña Nieto. Actualmente, él también está luchando por revertir las reformas energéticas de Peña Nieto, las cuales permitieron la inversión del sector privado en energías renovables y en algunos campos petroleros, e intentando restaurar la preeminencia de Pemex, la petrolera estatal.

Lo que ha estado ausente ha sido el consenso alcanzado en algunas de las regiones económicamente más exitosas del mundo, como el sudeste asiático, sobre la necesidad de invertir en educación e infraestructura de calidad durante un período prolongado y de desarrollar industrias de exportación competitivas internacionalmente.

Pero, en medio de la devastación provocada por el coronavirus, ahora existe un notable grado de acuerdo entre los expertos en relación con qué tipo de políticas deben seguirse en Latinoamérica, la región más afectada por las crisis sanitarias y económicas de Covid-19.

La clave es “reconstruir mejor”. Esta expresión es la ‘abreviatura’ que utilizan todos, desde el Banco Mundial hasta los académicos, para señalar la necesidad de aprovechar la oportunidad creada por la pandemia para hacer que las economías de la región sean más competitivas, inclusivas y sostenibles.

Eso implica acoger las oportunidades que ofrece la digitalización más rápida para mejorar todo, desde la educación hasta los servicios de salud y el gobierno, y utilizar la transición a una energía más verde para invertir en infraestructura que brinde mejores servicios públicos más económicamente.

El sector privado ya se está poniendo a la altura del reto. El retador de tecnología financiera de Argentina, Ualá, por ejemplo, ofrece servicios de banca digital a millones de personas que antes no tenían servicios bancarios. Dr. Consulta, una red de centros médicos de Brasil, les permite a los trabajadores con modestos ingresos acceder a servicios médicos de alta calidad y de bajo costo de una manera simple y rápida. Y el gigante del comercio electrónico MercadoLibre ha construido una enorme red logística para permitir hacer compras en línea en toda Latinoamérica.

Éstas, y docenas de otras empresas “startup” que figuran en la más reciente clasificación de FT-Statista de las compañías de más rápido crecimiento de las Américas, están haciendo que las economías de la región funcionen mejor para todos.

Sin embargo, el Banco Mundial — junto con otras instituciones internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) — ha señalado que Latinoamérica estaba padeciendo de numerosas “condiciones preexistentes” incluso antes de la pandemia: un bajo crecimiento, una alta desigualdad, y una falta de competitividad global. Volver al “statu quo” no es una opción aceptable.

Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual alguna vez fue el guardián de la ortodoxia económica, ahora está abogando por la necesidad de obtener préstamos adicionales para aliviar el impacto social de la pandemia y de reestructurar las cargas de deuda existentes con el fin de hacerlas más sostenibles.

Dado el grado de acuerdo en cuanto a las políticas que se deben seguir, la pregunta es simplemente si los latinoamericanos elegirán gobiernos dispuestos a promulgarlas.

Perú y Chile elegirán presidentes a finales de este año, mientras que México y Argentina celebrarán elecciones legislativas de mitad de período. El próximo año, Brasil y Colombia elegirán nuevos líderes.

Eric Parrado Herrera, economista jefe y gerente general del BID, ha opinado: “debemos evitar el populismo y el cortoplacismo” en la próxima ola de elecciones latinoamericanas. “Es importante tener un consenso nacional para tener una visión a largo plazo de las reformas que necesitamos”, agregó.

Pero los presagios hasta ahora no han sido buenos.

Los dos países más grandes de la región — Brasil y México — ya están gobernados por populistas.

En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner está de vuelta en el poder por un tercer mandato, esta vez como una poderosa vicepresidenta. Está presionando fuertemente por la implementación de controles de precios y de subsidios a los servicios públicos, y por un aplazamiento de las negociaciones de la deuda con el FMI.

En Perú, un maestro de escuela primaria de extrema izquierda, Pedro Castillo, ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales este mes en un inesperado resultado, y se enfrentará a una populista conservadora, Keiko Fujimori, en la segunda ronda. A los populistas chilenos también les está yendo bien. Sólo Ecuador se ha opuesto a esta tendencia, eligiendo a un pragmático exbanquero como presidente en lugar de a un populista de izquierda.

Con esa excepción, no es fácil encontrar candidatos que defiendan el tipo de políticas a largo plazo de “reconstruir mejor” que ocupan los primeros lugares de las encuestas de opinión. Parrado, sin embargo, sigue siendo optimista en cuanto a que el atractivo del populismo no durará.

“El populismo simplemente no es sostenible”, él comentó. “Puedes engañar a la gente una vez pero no dos, no tres veces”.

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