Carlos Pazos
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Volvió Rosario, volvió Rampla

Pablo Pereira y Álvaro Fernández marcaron para el picapiedra que sumó sus primeros puntos y se quedó con el invicto arachán

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10 de marzo de 2019 a las 16:25

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Volvió Rosario. El equipo no se dio a conocer hasta que salió la cancha. Los alcanzapelotas, que lucieron chalecos rosados respetando la cábala del técnico que  no quiere vestimenta verde, desaparecieron faltando cinco minutos. Se llevaron todas las pelotas. Volvió Rosario, con un equipo fiel a su estilo. Volvió Rampla, ganando con un rasgo característico de su historia: el sufrimiento.

Si se lo contaran a los picapiedras que colmaron la tribuna local no lo creerían. A los 3 minutos Albín se tiró a los pies, una, dos veces, ganó la pelota y puso a correr a Rosa. Trabó, se la llevó a prepo y su centro fue intercerptado por la mano de Quintana. Rodríguez no dudó en pitar el penal. El camino se allanaba para un Rampla herido, con tres derrotas al hilo y cambio de DT. El Huevo Pereira puso en ventaja a los picadiedras. Tanto no creían lo que pasaba que sus hinchas le gritaban al árbitro en tono de broma: “¡Terminalo!”.

Duró poco la fiesta. A los 11 tiro de esquina para Cerro Largo y Rizzo tomó a Quintana. Penal. El goleador del campeonato, Sosa, atrás de la pelota. Golero a un lado, balón al otro. Pero se fue afuera. Rampla seguía con vida.

Lejos de sentir el impacto, Cerro Largo demostró su personalidad. Se plantó. Agarró la pelota y manejó el partido. Lanzó a Gravi por derecha donde Rampla acusó problemas. Lima bajó unos metros para generar juego, Téliz dominó el medio y el juego fue todo de la visita. Cuatro minutos después otro penal de Candido a Luna. Rodríguez de buen arbitraje no dudó. Lima igualó el juego.

Y Cerro Largo fue. Con su estilo, ante un Rampla metido en la cueva con un 4-4-1-1 que tuvo a Pereira colgado en ofensiva. Fue todo de la visita: el trámite, la pelota, el dominio territorial. Pero como el técnico de Rampla no es amante de la posesión de la pelota, esperó paciente. Poco le debe haber importado que lo invadieran por todos lados y que Odriozola salvara su arco. 

A cinco del final del primer tiempo tiro de esquina, la bajó Pereira y el Flaco Fernández la pescó para decretar un gol que se defendió con uñas y dientes. En el segundo tiempo Rampla fue el fiel reflejo de lo que pide su técnico. Hasta Albín se tiraba a los pies y Saavedra terminó de 5.

Cerro Largo le rodeó la manzana. Merodeó siempre el arco de Rampla pero careció de la puntería necesaria para vulnerarlo.

El picapiedra contó con un par de situaciones que pudieron sentenciar la historia.

Sobre la media hora, para hacerlo más drámatico, Rampla perdió a Galli por expulsión. Y de ahí hasta el final, incluidos los 5 de descuentos, fue un sufrimiento. 

Hasta que el pitazo final disparó la angustia contenida. La gente colgada del tejido. Los jugadores abrazados. Y mientras todos festejaban, imperturbable y con la mirada fija en el túnel, Rosario emprendía la retirada con el simple sabor del deber cumplido. Volvió Rampla.  

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