El susto de "Palito"

El jugador uruguayo recibió un rodillazo en la cabeza y perdió momentaneamente el conocimiento

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19 de junio de 2014 a las 16:39

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La imagen, repetida en HD para todo el planeta, lo dejó claro: Palito Pereira, desencajado, le dice a Tabárez que volverá a la cancha a pesar de que el médico Alberto Pan acaba de hacer el gesto de cambio. "!No! Grita desesperado y marcando con el dedo. Todavía no sabe cómo se llama, pero lo único seguro que tiene es que no abandonará el partido por nada del mundo.

El lateral izquierdo acaba de quedar tendido en el suelo luego de un impresionante rodillazo de Raheem Sterling en el medio de la sien, cuando se había tirado al suelo a marcarlo. El moreno uruguayo quedó quieto en el suelo, sin movimiento por unos segundos, mientras Muslera pedía atención desesperadamente. Recién tras unos segundos Pereira volvió a hacer movimientos con la cara, pero la imagen del jugador tambaléandose dejaba la inequívoca sensación de que iba a tener que abandonar el campo.

Fue una de las imágenes épicas del partido, otro de los argumentos para recordar por mucho tiempo el Uruguay-Inglaterra. Curiosamente, lo mismo pasó en Sudáfrica 2010, en otro partido épico, cuando Fucile cayó mal ante la marca de un rival ghanés y quedó tendido inconciente. O como Eduardo Hohberg en 1954, que se desmayó tras empatar ante Hungría y a pesar de todo volvió a la cancha. También se agregará a aquella imagen del Ruso Pérez ensagrentado y con una banda celeste, corriendo contra todos los mexicanos en Sudáfrica 2010. Esta vez fue más dramático, porque Palito se rebeló ante la indicación médica. Y Tabárez lo aceptó. Una reacción heroica, al mismo tiempo que una imprudencia médica.

Palito lució perdido en los minutos siguientes, y no anduvo por el lateral izquierdo, por donde se inició la jugadas del gol de Rooney. Pero así y todo siguió corriendo, y hasta aguantó los 90’, porque Tabárez necesitaba meter cambios para reponer a jugadores extenuados, y por eso en el siguiente cambio el que salió fue Tata González y no el defensa de San Pablo. La locura terminó transformándose en otro acto para el libro de épica, y en otra de las explicaciones subyacentes de por qué Uruguay fue imparable en San Pablo.

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