EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

Entre la incertidumbre y el progreso

Hoy un virus puede tumbar a una economía que tenga las defensas bajas y que está en plena transición política

Tiempo de lectura: -'

09 de marzo de 2020 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Es evidente que estamos ante un  momento de máxima incertidumbre. Decía el científico catalán Jorge Wagensberg que progreso es la ganancia de independencia respecto a la incertidumbre ambiental.  Es decir, si un país, una sociedad, o aún una persona logra sobrellevar estos momentos sin perder crecimiento, ocupación, estabilidad interna, progresa. Es un momento en el que muchas personas, países, sociedades están perdiendo raudales de dinero, intentando sobrellevar esta gran disrupción global. Huyendo hacia lo seguro, el dólar, el oro, los bonos de países de bajo riesgo. Ayer viernes el rendimiento de un bono estadounidense llegó a 0,8%, el menor valor alguna vez registrado. Pareciera que los sucesos globales esperaran a que la economía mundial se recuperase para asestar un nuevo golpe. También da la impresión que el virus fuese inteligente y esperase el momento oportuno, la celebración de un año nuevo en el que la economía mundial intentaba salir de una situación de fragilidad para golpear. Cuando se instala en un cuerpo, espera días y días para manifestarse de modo de contagiar en silencio lo más posible. Y que también fuese astuto para variar su estructura a tiempo, antes de que una vacuna pueda vencerlo. Por ejemplo, ya ha mutado y ahora hay dos variedades, una más agresiva la llamada L y otra no tan peligrosa, la llamada S.

 Eso hace más difícil su control. La misma estrategia que el VIH, mutar de modo que cuando los científicos creen que lo conocen, un enroque en su software de nucleótidos, el ARN,  hace que sea de nuevo desconocido y por lo tanto menos vulnerable. Los científicos de nuevo a mapear la nueva variedad. 

Y sin embargo este virus que parece ser tan astuto es lo más primitivo de lo más primitivo que podamos imaginar. Tanto que ni ADN tiene. En las discusiones sobre el origen de la vida hay quienes sostienen que el ADN  que todos los seres vivos compartimos debió tener alguna molécula precursora de la que solo sabemos que tenía la capacidad de transmitir caracteres hereditarios. Muchos, entre ellos el biólogo Richard Dawkins, suponen que el ARN es el mejor candidato  a haber sido la molécula original que se multiplicaba hace unos 4.000 millones de años para dar origen posteriormente a la vida.  Esta molécula tiene una indudable semejanza con el ADN ya que es una cadena de cuatro nucleótidos, similares a los del ADN. Pero es más versátil: “El ARN posee algunas de las virtudes del ADN como replicador y algunas de las virtudes de las proteínas como versátiles productoras de enzimas… El ARN no forma una doble hélice larga con tanta facilidad, como replicador es algo menos competente que el ADN. El repertorio de formas tridimensionales que es capaz de adaptar el ARN quizá no sea tan amplio como el de las macromoléculas de proteína, pero si lo bastante como para ofrecer un versátil arseanal de enzimas. Tal vez en el mundo primordial se empezaron a fabricar proteínas que a su vez contribuyeron a sintetizar ARN y, más adelante, también ADN que terminó imponiéndose como replicador dominante”. Esto es lo que propone la teoría del mundo ARN, que afirma Dawkins se ha visto respaldada experimentalmente por equipos de la Universidad de Columbia.

Vaya paradoja, que sea la molécula replicante más antigua, puente entre la no vida y la vida la que altera los mercados en este presente en que operan en bolsa más robots que personas. Y que se sume a las también antiquísimas cianobacterias para amenazar al turismo, símbolo de la opulencia moderna.

Los virus son tan antiguos y primitivos que se discute si se los debe considerar vida o no. Lo que si parece ser claro es que son los primeros parásitos. Parasitan células a las que engañan y hacen multiplicar su ARN. Para vivir solo precisan que la célula infectada sean de cuatro tipos, una de cobertura que sirva como defensivo, una adhesiva para pegarse a la bacteria, el factor de replicación y una proteína bomba que una vez terminado el trabajo destruye a la célula infectada para que propague miles de virus que saldrán a buscar nuevas células a las que infectar.

El ser más simple y primitivo amenazando a las sociedades y empresas más sofisticadas. Las líneas aéreas, las empresas de entretenimiento, las ligas de fútbol más cotizadas, los Juegos Olímpicos, todo en jaque.

En el caso de Uruguay, otro factor de incertidumbre también de origen natural y primigenio, la incertidumbre del clima. Cada día que pasa sin lluvias es menos leche que se produce, pérdidas en los cultivos, más incertidumbre. Si este martes próximo no llegan las magras lluvias que se pronostican, será un doble golpe: el virus golpea la demanda y por lo tanto los precios, la falta de agua golpea a la productividad.

Una definición básica de Wikipedia plantea que la incertidumbre es “un estado de conocimiento limitado donde es imposible describir exactamente el estado existente, un resultado futuro o más de un resultado posible”. Pues estamos en un momento de alta incertidumbre y ante eso lo mejor es separar la incertidumbre por sus fuentes. Es más grave que el riesgo, porque las probabilidades del riesgo pueden calcularse. Acertar cara o cruz en una moneda tiene menos riesgo que acertar un número de seis en un dado. Sabemos las probabilidades de los sucesos.

Cuán lejos llegará el Coronavirus nadie lo sabe. La incertidumbre es más complicada que el riesgo. El esfuerzo que se puede hacer para bajar la incertidumbre es relativo. Restricciones a los viajes, cuarentenas, evitar reuniones multitudinarias.  Pero más allá de ello, la magnitud de la propagación es impronosticable.

En tiempos de alta incertidumbre la gente migra con sus activos a aquello que parezca asegurarle la preservación del valor de sus ahorros. Sube el dólar, el oro y los bonos de los países que dan certidumbres. El coronavirus impactando sobre la cotización de las monedas, que en su formato físico pueden contagiar la enfermedad que genera el virus, llamada covid 19.

Otras cosas sí sabemos. La cantidad de casos en su país de origen, China, ya va en descenso. Pero en el resto del mundo va en ascenso y puede aumentar espectacularmente. Por ejemplo, ayer se supo que en Nueva Zelanda una persona con coronavirus fue a un recital con miles de personas de la banda Tool. ¿Se dispararán los casos en la isla? Habrá que esperar. Cuántos italianos habrán ido a ver partidos de fútbol en estadios colmados de público? No lo sabemos.

Pero también sabemos que en el resto del mundo la cantidad de casos todavía va en ascenso. Cuando esta nota se publique los casos en el mundo superaran los 100 mil, que esas cifras redondas impactan en el cerebro humano y que la economía sufrirá por unas semanas más.

También sabemos que hay varias empresas trabajando a toda velocidad en el testeo de vacunas
–Moderna se llama una de ellas que ya ha enviado muestras de vacunas a ser evaluadas– y que otros virus han sido derrotados en el plazo de unos meses. Que se trata tan solo de esperar a que los científicos derroten con sus sofisticados equipos a este primitivísimo virus. La gente volverá a tener una vida normal y quizás Uruguay pueda decir que pudo mantenerse libre de coronavirus, lo que se sumaría a los argumentos que muchas personas en el mundo encuentran para establecerse en el país. La lejanía y la baja densidad de población, la no participación en los grandes conflictos del mundo, la ausencia de terremotos, se suman a los atractivos “por ausencia” que el país tiene.

Sabemos que China ha prohibido definitivamente comer animales silvestres, y sabemos que tener una sanidad animal ejemplar se valorizará más que nunca. 

Otra paradoja. Solo un virus ha podido frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, que se estima en China han caído 25%. Algo circunstancial, pero que por baja en la demanda hace caer el precio del petróleo y lleva a que los exportadores de crudo recorten la producción.

Sabemos que los gobiernos autoritarios, tan acostumbrados a ocultar a la población información inconveniente, tienen problemas para manejar epidemias donde la circulación de información fidedigna es clave. Pero también tienen ventajas porque pueden encerrar a la gente a cal y canto sin dar explicaciones a parlamentos ni periodistas.

Podemos  prever que aumentará el tele trabajo y el tele estudio, los juegos virtuales que conectan a los jugadores que no se aproximan físicamente, el quedarse en la casa propia para hacer lo que sea. Don’t stand so close to me, diría Sting. Avanzará la tecnología de comunicaciones y la  biotecnología: la empresa que llegue primero a la solución recibirá enorme cantidad de fondos. Aumentará mucho la robotización, que en los hospitales de China y Singapur se está convirtiendo en la forma de atender al público sin riesgos  y con una amabilidad invariable y programada. Los problemas aceleran todavía más a la tecnología. La humanidad estará más preparada cuando el próximo virus aparezca.

En lo local tal vez la sociedad comprenda la necesidad de una regla fiscal para que próximos gobiernos puedan asumir sin riesgos domésticos que aumenten la vulnerabilidad a peligros externos. Hoy un virus puede tumbar a una economía que tenga las defensas bajas y que está en plena transición política. Pero si la madurez democrática que a veces mostramos lo permite, cruzaremos este momento de incertidumbre, aceptaremos que con un déficit de 5%  hay una suba de tarifas públicas que quedó pendiente de enero y debe hacerse, y hay una vida económica que debe continuar para cruzar la tormenta.

Cuánto se alterarán las costumbres de la gente y cómo esos cambios afectarán a nuestra economía, todavía no lo sabemos. Por ejemplo,  se expande el home office, el trabajar desde casa, el estudiar desde casa, el quedarse en casa. Aumentarán aún más los trabajadores nómades que se van a un lugar de baja densidad de población con su computadora portátil a hacer programación o trading con un equipo en red. El último virus que causó preocupación en Uruguay instauró el alcohol en gel. Ojalá sobreviva el mate compartido.

¿Cuánto tiempo durará este período de incertidumbre? En base a virus anteriores (SARS, MERS, ébola) podemos inferir será cuestión de meses. Puesto a apostar asados,  mi envite sería que cuando sea primavera esto lo miraremos con el espejo retrovisor.

Si mantenemos el crecimiento y ganamos en equilibrio fiscal aún tras pasar por esta tormenta global, Wagensberg diría que como sociedad habremos progresado.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.