BRENDAN SMIALOWSKI / AFP

El festival orwelliano de Donald Trump

La convención republicana de este año demuestra que éste es un partido sin ideas; su plan es simplemente Trump

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27 de agosto de 2020 a las 17:02

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Por Edward Luce

Si quieres una imagen del futuro, imagínate a Donald Trump Jr., gritando acerca del brillante y hermoso mañana de EEUU, por siempre.

La imagen del hijo mayor del presidente estadounidense puede diferir en los detalles de la bota del Gran Hermano pisoteando un rostro humano. Pero el mensaje de la Convención Nacional Republicana de esta semana es orwelliano. No hay una plataforma perceptible o siquiera el fantasma de una agenda para el segundo mandato del partido de Donald Trump. Por lo tanto, no existe posibilidad de disentimiento. Sus principales sustitutos son los miembros de su propia familia. El mensaje es Trump, todo Trump y nada más que Trump.

Aquellos que cuestionan el futuro de la democracia estadounidense están detrás de la curva. Los partidos políticos deben animar a una democracia y uno ya ha renunciado a sus deberes. Ya no existe un Partido Republicano distinto del culto a la personalidad en el que se ha convertido. No es ni conservador ni de ninguna otra ideología discernible. Es lo que Trump dice que es en cualquier momento dado. Un día, el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, puede que sea el enemigo más letal del país. Esta declaración recibe una ovación de pie. Al día siguiente, Kim es el hermano del alma de Trump. La audiencia se mantiene de pie.

La tentación es decir que Trump secuestró al Gran Partido Viejo (GOP, por su siglas en inglés) de EEUU. Y que luego el partido desarrolló el síndrome de Estocolmo. Ésa no es la historia completa. El presidente es el producto natural de un partido que ha estado avanzando hacia este resultado durante muchos años. El mayor facilitador de Trump, el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, ayudó a sembrar las semillas durante la presidencia de Barack Obama. Él alteró la naturaleza de la política estadounidense convirtiéndola en una batalla de todo o nada en la que ganar era el único objetivo, sin importar el resultado.

No es realmente sorprendente que esta táctica le abriera el camino a un presidente que piensa que el único objetivo del conservadurismo es ganar. El poder ya no es un medio para lograr un fin conservador. Es el fin.

BRENDAN SMIALOWSKI / AFP

Ninguno de los predecesores de Trump como candidato republicano — Bob Dole, George W. Bush, Mitt Romney — fue invitado al espectáculo de esta semana, ni tampoco lo hubiera sido John McCain si aún estuviera vivo. Tampoco se ha consultado a la amplia gama de grupos de estudio conservadores creados durante la última generación. A la menor seña de Trump, estarían inundándolo con soluciones del sector privado para todo, desde el futuro de la tecnología hasta la educación. Pero sus servicios ya no son necesarios.

Este partido republicano baila al ritmo de la melodía que se le ocurra aTrump. Lo que falta es un vínculo a cualquier plan coherente para su segundo mandato. Por primera vez en su historia, el partido no publicó una agenda este año. Simplemente se refirió a la campaña de Trump en 2016. "El Partido Republicano ha apoyado y seguirá apoyando con entusiasmo la agenda de ‘EEUU Primero’ del presidente", declaró el partido. La lista de una página de las "resoluciones" consistía en una serie de vagos puntos, dándole a Trump la libertad para decidir cuáles serían realmente esos puntos. La verdad, como diría George Orwell, será lo que Trump decida.

Eso significa que no hay nuevas ideas acerca de cómo abordar la pandemia, el incomparable reto de EEUU. Cinco meses después de que Trump predijo que el virus desaparecería mágicamente, actualmente hay 180,000 estadounidenses fallecidos. En vísperas de la convención, Trump reveló una aprobación de emergencia para una terapia de plasma que, según él, transformaría el tratamiento de Covid-19. Los científicos rechazaron, casi unánimemente, sus números.

Tampoco hubo ideas acerca del cambio climático. Numerosos conservadores se han adherido a la idea de un impuesto verde, el tipo de solución basada en el mercado que un presidente republicano anteriormente habría aprovechado. La misma carencia ha sido evidente en cuanto a las políticas sobre cómo lidiar con China en materia de comercio, tecnología y derechos humanos. Una vez más, el partido no tiene nada nuevo que ofrecer. En 2016, Trump basó su campaña en la infraestructura. Ya él ni siquiera pretende tener un plan.

Los republicanos tienen un partido sin ideas. Su plan es simplemente Trump. Según Melania Trump, la primera dama, su esposo es un hombre de "total honestidad". Es el "guardaespaldas de la civilización occidental", ha dicho Charlie Kirk, un activista estudiantil conservador. Él ha hecho más por los afroamericanos que cualquier presidente en la historia de EEUU, declaró otro. Y así por el estilo.

Si Trump les hubiera prestado atención a los consultores políticos, él habría dedicado su programa a las debilidades de Joe Biden y a sus propias políticas para la renovación estadounidense. Lo último que debería hacer Trump es convertir las elecciones de noviembre en un referéndum acerca de él mismo.

NICHOLAS KAMM / AFP

Es demasiado tarde para eso. Habiendo establecido las condiciones para su propio secuestro, los republicanos deben actuar como si hubieran estado involucrados en el atraco desde el principio. Aquellos que se escaparon, como John Kasich, el ex candidato presidencial republicano, huyeron al equipo de Biden. Quizás por primera vez en la historia estadounidense, hubo más conservadores que hablaron durante la convención demócrata de este año que durante la republicana. EEUU todavía tiene dos partidos ideológicos. Es sólo que ambos –conservadores y socialistas– han sido arrastrados al barco demócrata.

Luego tenemos el festival orwelliano de Trump. La programación ha tenido una pulida apariencia. Él conoce el negocio de los programas de telerrealidad. Cada episodio es un drama en sí que no tiene ningún vínculo con los episodios anteriores o posteriores. La convención contó con una serie de oradores afroamericanos. Sin embargo, Trump les está advirtiendo a los de raza blanca que viven en los suburbios que su forma de vida será destruida por las viviendas para personas de bajos ingresos. Su partido ha dejado de preocuparse por cualquier contradicción entre el mensaje y la realidad.

Ya sea que Trump gane o pierda en noviembre, él es actualmente el ‘dueño’ de los republicanos. Ellos ahora son prisioneros del Frankenstein que ayudaron a crear.

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