Camilo dos Santos

Graciela Bianchi: “Lacalle sabe que no hablo en vano"

La senadora nacionalista reclama que “antes que se mueran” Mujica y Topolansky tienen la “obligación moral” de pedir perdón para “dar vuelta la página”

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27 de febrero de 2022 a las 05:00

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Una foto dedicada por Luis Lacalle Pou con la banda presidencial el día de su asunción se destaca en el despacho de Graciela Bianchi en el Senado. La recibió de regalo a fines de julio de 2020, pero antes le había tocado un reclamo. “Desde que soy presidente no me viniste a visitar”, le había dicho días antes el mandatario. “Estoy trabajando desde acá para que vos sigas siendo el presidente”, fue la respuesta de la legisladora. 

De esa manera describe Bianchi la relación con Lacalle Pou. No se reúnen muchas veces pero, según cuenta, la confianza mutua es máxima. “No necesitamos hablar, nos adivinamos”, asegura. “Sabe que a mí no me puede rezongar”. 

Así explica la senadora su actitud en el debate político, y lo que puede esperar su líder. Dice que quedó claro desde el momento en que se incorporó a la Lista 404 detrás de su candidatura. “Lo primero que le dije es que soy leal, pero no incondicional” y que “no sería la primera vez” que, si algo no le gustaba, se “daría vuelta” y se “iría”. Ya lo había hecho, recordó, en el Frente Amplio. 
Bianchi fundamenta de esa manera su forma de pararse en la política. “Hay que cosas que corresponden que él, como presidente, no diga ni haga, y hay cosas que yo, como senadora, debo decir y hacer”, señaló. “Esa es la diferencia entre ser el representante de todos y representar a los que te votaron”. 

En un extenso diálogo que mantuvo esta semana con El Observador, la legisladora dijo ser consciente de su personalidad: “Siempre fui de frente”. 

Bianchi dice que el presidente jamás le llamó la atención. “Nunca me rezongó”, afirma, a pesar de que así lo quisieran dirigentes como Fernando Pereira, el presidente del Frente Amplio, que cuestionó sus comentarios respecto a un “Poder Judicial infiltrado” y su descripción de la Universidad de la República como una “usina de adoctrinamiento”. 

Bianchi insiste en que Lacalle Pou jamás la llamó al orden: “Me respeta mucho, me tiene mucha confianza y sabe que no hablo en vano”. 

En caída libre

Y tampoco, al menos ahora, da marcha atrás. La senadora –tercera en la línea de su sucesión presidencial– insiste por ejemplo con que hay una “violación flagrante” de la laicidad en los ámbitos educativos. 

“Hay una violación sistemática de la laicidad en este país, desde hace mucho tiempo. Yo lo sufrí como alumna, solo que pensaba que tenían razón. Estaba equivocada”.

Según Bianchi, se trata de un fenómeno que viene de varias décadas, pero que se aceleró cuando el Frente Amplio llegó al poder. “Fue realmente alevoso lo que hicieron. Sobre todo en los textos”, señala. 

Para Bianchi todo forma parte de una cadena: después vino desde el Poder Judicial hasta la Facultad de Medicina. “Se me vienen a quejar chiquilines, que por ser militantes blancos tienen problemas y son perseguidos”, acusa la senadora. 

Si de corregirse se trata, en lugar de marcha atrás, Bianchi va todavía más lejos: por eso ahora dice que en realidad no hay “infiltrados”; en cambio, “se hace todo a cara descubierta”. 

Su argumento es que el fenómeno va de la mano con la caída del nivel académico en la educación a todos los niveles. “Hay gente que viola la laicidad pero por incapaz, por no estar formado culturalmente”, lanza desde su despacho parlamentario. 

Su dictamen no admite medias tintas: “Cuando le pasa esto a la educación pública, vamos en caída libre. Tengan cuidado con los médicos, con los ingenieros. No se queden parados bajo un puente”. 

 En ese terreno, Bianchi viene de pedir la intervención del Consejo Directivo Central (Codicen) en las clases de apoyo a liceales que dicta el Movimiento de Participación Popular. El presidente de ese organismo, Robert Silva, dejó en claro que no tiene potestades ni tampoco piensa controlar este tipo de iniciativa, una postura con la que Bianchi discrepa. “El responsable de mantener la laicidad es el Codicen”, remarcó.

Su posicionamiento le valió la enemistad con su “examigo” Richard Read, al cuestionar también los centros educativos implementados por la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB). Bianchi está convencida de que este tipo de actividades, promovidas por grupos políticos y sindicatos, son una forma de adoctrinar. “Y que me lo discutan con hechos”, desafía. 
Bianchi dijo que insistirá para el Codicen controle: "Con mi gobierno soy mucho más exigente de lo que era cuando estaba en la oposición".  

Negro sobre blanco

Sus tareas de control legislativo cobrarán un nuevo impulso este martes, cuando inicie otro período parlamentario. Allí, uno de  los proyectos pendientes de discusión es el que presentó Cabildo Abierto, destinado a establecer en forma preceptiva la prisión domiciliaria en los casos de condenados mayores de 65 años. Desde diversos sectores se advierte que la iniciativa  tiene como “objetivo claro” el excarcelar a los militares y policías recluidos en la cárcel de Domingo Arena por delitos vinculados al terrorismo de Estado. 

“Cuando yo legislo no lo hago con nombre y apellido”, aclara Bianchi, que dice estar de acuerdo con el proyecto. 

La senadora resaltó el informe que parte de la Cátedra de Derecho Penal de la Universidad de la República presentado por Germán Aller, que consideró que en líneas generales, es “básicamente correcto” que determinadas personas puedan acceder a un sistema de reclusión distinto a determinada edad.

Más allá de aspectos legales, la senadora dijo que su objetivo es “que se ponga negro sobre blanco la verdadera historia reciente”. Bianchi recordó que los responsables de la guerrilla que siguen vivos “tienen la obligación moral” de “decirnos qué pasó”, por ejemplo de las reuniones que mantuvieron con los militares en el Batallón Florida en los años previos a la dictadura y sobre los “pactos” a los que ambas partes llegaron. 

En ese sentido, la senadora nacionalista critica el hecho de que los dirigentes del MLN nunca perdieron perdón.  “Puedo admitir que eran jóvenes equivocados, pero a mí me arruinaron la vida”, dijo en la entrevista con El Observador. 

“Yo aspiraría a que nos pidieran perdón. Lo merece nuestra generación, los que nunca agarramos ni una lapicera para pegarle a nadie”, insistió, y dijo que aspira a que lo hagan “antes de que se mueran”. 

Como figura representativa, señaló al expresidente José Mujica, y también a su esposa, Lucía Topolansky, o al exdirigente Mauricio Rosencof. 

En ese marco también apuntó al Partido Comunista, que según Bianchi deberá “hacerse cargo”. Por ejemplo, de “cómo hizo Rodney Arismendi para que lo sacaran de prisión y lo llevaran a tomar vodka a Moscú” mientras a un dirigente como Jaime Pérez “lo trituraban”. 

Para Bianchi, se trata de “dar vuelta la página”. Dice que hay que seguir tratando de saber qué pasó con los detenidos-desaparecidos. Una postura que, remarcó, también tiene el presidente Lacalle Pou. 

Aprobar el proyecto de Cabildo Abierto, según Bianchi, estaría lejos de dar vuelta la página pero sería una colaboración a la pacificación del país; siempre, insistió, sobre la base de la aparición de los restos de los desaparecidos. 

“Los uruguayos tenemos que dejar fluir esa parte de nuestra historia de otra manera. Hay mucho odio”, aseguró. 

La senadora dijo que pudo “sentir” ese “odio” el pasado domingo, durante el velorio del exministro y senador Eduardo Bonomi en el Palacio Legislativo. Bianchi, que ocupaba interinamente la presidencia de la Asamblea General, estuvo presente y, según relató, tuvo que sportar una agresión verbal que no pasó a mayores gracias a la intervención de integrantes del MPP. 

También sintió ese mismo “odio” cuando, por ejemplo, la Comisión de Constitución y Legislación del Senado recibió a algunas organizaciones vinculadas a los derechos humanos, con respecto al proyecto de Cabildo Abierto. “Nos dijeron de todo”, señaló. A ese mismo ámbito, relató, fue la hija de Alberto Ballestrino, uno de los presos de Domingo Arena. “Se puso a llorar en la comisión, dijo que su padre no tenía nada que ver y que está preso por llevar ese apellido. Es lógico que los familiares de los desaparecidos estén enojados, no tengo derecho a juzgarlos. Pero también me conmovió esta muchacha”. 

Bianchi recordó el caso del recientemente fallecido Juan Carlos Gómez, que estuvo preso tres años por el asesinato de militante tupamaro Roberto Gomensoro. “Fue preso por tener ojos celestes”, dijo la senadora. 

Gómez fue procesado en forma erróneamente.  Su inocencia había sido admitida por sus camaradas, José Nino Gavazzo y Jorge “Pajarito” Silveira ante un tribunal de honor militar, pese a que nunca se los dijeron a la Justicia civil. 

Con todo, Bianchi dijo discrepar con el término “familiares de prisioneros políticos”, como se presentan ahora públicamente los que defienden a los militares que están presos. “Si lo que quiero es ayudar a la pacificación, ese es un término hiriente”, sostuvo la legisladora. “Nunca podré acercarme a los familiares de los desaparecidos de la dictadura si uso eso. Es un error”. 

“Proclive” a Delgado 

Consultada sobre el futuro político, la senadora dijo no pensar en qué hará en 2024. “Veremos dónde me necesitan en la 404”, dijo a El Observador. Si no es así, afirma, no está dispuesta a militar en ningún otro sector del Partido Nacional. Bianchi dice que fue el espacio que les dio entrada a muchos, como ella, que antes habían militado en el Frente Amplio. “Si no fuera la 404, ni siquiera me habría incorporado al partido”, asegura.

 De allí que ella se  defina “luisista”.

Para Bianchi no solo no es momento de hablar de candidaturas; dice que sería un error hacerlo. “No soy quien para indicar candidatos. Obviamente, no voy a ocultar que soy proclive a Álvaro Delgado”, admite de todas formas. “No lo estoy proponiendo, que quede claro”, acota luego, aunque acepta que el secretario de la Presidencia podría ser considerado un “sucesor natural” de Lacalle Pou. 

 

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