AFP

Hablar suavemente favorece mucho a Estados Unidos

Ucrania —no Irak o Afganistán— es la forma en que la potencia norteamericana triunfa

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01 de diciembre de 2022 a las 16:00

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Por Edward Luce

La respuesta de Estados Unidos a un presunto ataque ruso con misiles en Polonia este mes es un ejemplo de la mejor manera de actuar. Ignorando el clamor kamikaze para invocar la cláusula de autodefensa colectiva de la OTAN, Joe Biden y sus aliados analizaron tranquilamente los hechos y descubrieron que procedían de Ucrania. No se sacaron conclusiones precipitadas ni se adoptaron políticas arriesgadas. Silenciar a los eternos funcionarios de línea dura de Washington debería ser una regla de oro en EEUU.

Va contra la corriente, por supuesto. El presidente más belicoso de EEUU, Teddy Roosevelt, sugirió que EEUU debería "hablar suavemente y llevar un gran garrote". Lo que más llama la atención es la primera mitad de la frase de Roosevelt, ya que entra en conflicto con el carácter de una nación que ya entonces pretendía rehacer el mundo a su imagen y semejanza. Querer que los demás sean como tú es un impulso agresivo, incluso cuando es bienintencionado.

Por lo tanto, un país como EEUU que lidera tanto por omisión como por comisión será difícil de sostener. La guía de cómo debe actuar EEUU está escrita en los fracasos recientes y los éxitos menos celebrados.

Desde Vietnam hasta Irak, EEUU está en su peor momento cuando intenta imponerles resultados a otros. La tendencia a ver el mundo en blanco y negro a menudo le impide a EEUU ver la realidad que tiene delante. La insurgencia de Vietnam no era una ficha de dominó en un juego de mesa comunista. Era una lucha anticolonialista. El Irak de Saddam Hussein no era socio de Al Qaeda. Era sólo otro régimen de matones. Afganistán, sobre todo, nunca iba a ser remodelado a imagen y semejanza de otros.

Ese fracaso tan repetido de comprender el mundo en sus propios términos reduce la capacidad de EEUU para remodelarlo. Por eso Ucrania ofrece un caso de estudio tan valioso. La lista de tareas de política exterior de Biden giraba en torno a China, no a Rusia. El presidente de EEUU hizo todo lo posible por apaciguar la paranoia de Vladimir Putin organizando una cumbre aduladora en Ginebra unos meses después de que Biden asumiera el cargo, y unos meses antes de la invasión rusa. El objetivo era sacar a Moscú de la lista de preocupaciones para que EEUU pudiera completar su pivote hacia Asia.

No funcionó como se había previsto. El impacto involuntario del ataque de Putin a Ucrania ha destacado el mejor pragmatismo estadounidense, reaccionando a las hostilidades en lugar de iniciarlas. Aunque Biden haría bien en evitar la infame frase "liderar desde atrás", eso es lo que ha estado haciendo EEUU. La guerra está dirigida abiertamente por el ucraniano Volodymyr Zelenskyy. EEUU ha desempeñado el papel de intendente principal, proveedor de inteligencia y porrista diplomático. Los términos en los que terminará la guerra también serán fijados por Zelenskyy, aunque en la práctica EEUU tendrá una voz decisiva.

Es demasiado pronto para juzgar el impacto en su totalidad. Sin embargo, los éxitos de Ucrania hasta ahora se han basado en la silenciosa y constante determinación de EEUU. Ésas son las cualidades de una superpotencia moderna eficaz. Son muy diferentes a las grandilocuentes de la peligrosa nación que se exhiben en los sueños de los funcionarios de línea dura. La "operación militar especial" de Rusia puede ser única. Pero la respuesta de EEUU tiene características genéricas que deberían aplicarse más ampliamente. Se destacan dos de ellas.

La primera es que los socios estadounidenses lo prefieren así. Rara vez temen que Washington sea demasiado manso. Su preocupación es que EEUU se extralimite. Lo mismo es aún más cierto con el voto global oscilante en continentes como África y América del Sur.

La aparente indiferencia del sur global ante la agresión rusa al abstenerse en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y negarse a cumplir con las sanciones encabezadas por EEUU ha generado mucha angustia. Tratarlos como insensibles o irresponsables es una interpretación errónea. El resto del mundo recuerda la invasión de Irak por parte de EEUU y los errores cometidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. La factura de EEUU por su comportamiento imprudente aún se sigue pagando. Ningún país, por el contrario, se resentirá por el apoyo estudiado y prudente de EEUU al derecho a la existencia de Ucrania.

La segunda es que EEUU debe recalibrar su enfoque hacia China. La estrategia de Biden es enmarcar el mundo como una lucha entre la autocracia y la democracia. Esto pone a la gente nerviosa, ya que suena como el tipo de marco maniqueo que ha llevado a EEUU a guerras de elección. Señala que Washington está impaciente por hacer algo aunque la situación exija menos.

La historia de las meteduras de pata de las grandes potencias suele consistir en confundir la proactividad con el hecho de tener control. En realidad, actuar de forma preventiva suele ser la forma más rápida de perder el control. George W. Bush, al igual que Putin, es una prueba viviente de ello. El responsable de política económica Tim Geithner —secretario del Tesoro de EEUU en el primer mandato de Obama— dijo una vez: "Un plan es mejor que ningún plan". En política exterior, suele ocurrir lo contrario. Biden no tenía ningún plan para Ucrania. El temor es que EEUU sí tenga un plan para China.

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