AFP

El inesperado giro hacia el socialismo en la política estadounidense

Los demócratas acogen políticas radicales y generan un insólito debate ideológico en la política estadounidense

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21 de febrero de 2019 a las 14:37

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Edward Luce

Cualquiera que piense que ya ha pasado el momento populista en EEUU debe reconsiderarlo. Donald Trump prometió hacer de EEUU un gran país nuevamente. La mitad del partido demócrata ahora promete que hará de EEUU un país socialista por primera vez. Hace unos años, la mayoría de los demócratas temían definirse como liberales. Ahora han decidido acoger el socialismo con mucho entusiasmo.

Esto podría terminar en llanto. Una derrota ante Trump en las elecciones de 2020 cavaría una tumba prematura para el amanecer socialista en EEUU. Sin embargo, hasta ese momento, los votantes estadounidenses están vislumbrando algo raro: un verdadero debate ideológico. Sería precipitado pronosticar el resultado.

La muestra principal es el Green New Deal de Alexandria Ocasio-Cortez. Bajo cualquier medida, su proyecto de ley es absurdamente extravagante. Según un estimado, los nuevos beneficios y las obras públicas propuestos costarían US$6.6 billones al año; el presupuesto federal de EEUU es de US$4 billones.

Además, Ocasio-Cortez parece tener poca idea de cómo pagaría por ello. Sin embargo, a pocos demócratas les preocupan esos detalles. Tras haber visto que Trump llegó a la presidencia con su estilo de pensamiento mágico, están siguiendo su ejemplo. Sería tentador descartar esta propuesta como una larga nota de suicidio. Pero eso subestimaría la inquietud en EEUU. Casi todos los aspirantes a la presidencia demócrata en el Senado apoyan la resolución de Ocasio-Cortez. Se ha convertido en una prueba de fuego de las credenciales de un candidato demócrata. Hay tres razones para tomar esto en serio.

La primera es que el Green New Deal ya está marcado en la mente del público. Al igual que a Ocasio-Cortez se la conoce por sus iniciales — AOC — su proyecto de ley ya se conoce por su abreviatura, GND. Pocos políticos, o proyectos de ley, ostentan esa distinción. Pensemos en John F. Kennedy (JFK) o Franklin Delano Roosevelt (FDR). El hecho de que una ex cantinera de 29 años de edad haya pasado de cero a una abreviatura omnipresente en apenas unos pocos meses nos dice algo sobre el apetito estadounidense por el cambio. Ahora ella es la figura más influyente en la política estadounidense después de Trump.

La segunda es que la resolución de Ocasio-Cortez es una atrevida declaración de intenciones más que una propuesta legislativa seria. Al igual que se dijo que los partidarios de Trump lo tomaron en serio, pero no literalmente, lo mismo se aplica al Green New Deal. Quienes hacen los cálculos podrían estar pasando por alto la cuestión principal. Su objetivo es agitar el debate estadounidense. En ese aspecto ya ha tenido éxito. El término "verde" ya no es una preferencia de estilo de vida. Es una parte del cálculo económico. El calentamiento global y la inversión pública están ahora vinculados en la mente del público.

La tercera es que los estadounidenses parecen anhelar una alternativa. Hubo una época en que las elecciones en EEUU podían caricaturizarse como Coca-Cola contra Pepsi: los demócratas incrementalistas contra los republicanos de libre mercado. Por el momento, esa timidez ya no existe. El ejemplo de Trump ha generado imitaciones.

Trump ve el socialismo verde como su oportunidad de salvación electoral. Los demócratas quieren quitarte tus coches y tus vacas, dice. Además, te obligarían a viajar en tren, que es el equivalente en EEUU a ser enviado a los gulags. Si su instinto es acertado, Ocasio-Cortez podría convertirse en el arma secreta de Trump.

La historia sugiere que los republicanos sí tienen la ventaja táctica. Pero el pasado nos indicó que Trump tenía pocas posibilidades de lograr la nominación de su partido. Los expertos cometieron el error de tomarlo literalmente, pero no en serio. Actualmente, la mayoría de los millennials estadounidenses se describen a sí mismos como socialistas. En la práctica, piensan en Escandinavia y no en Venezuela. Persuadirlos para que más de ellos acudan a las urnas es el santo grial de la política demócrata. Si Ocasio-Cortez lo logra, habrá cambiado el clima político estadounidense.

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