Jubilación digna: confiamos en una promesa que no se cumplirá

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09 de julio de 2020 a las 13:34

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Lograr una jubilación digna es el principal desafío financiero al que nos enfrentamos, y confiamos que los sistemas de pensiones de beneficio definido nos la asegurarán. Esto contrasta con lo que piensan los que manejan estos planes. Parece haber un divorcio entre las expectativas y lo posible. 

Esta es la conclusión a la que llegó CFA Institute, la principal asociación de profesionales de inversión del mundo, en su recientemente publicado reporte bienal de confianza en el sistema financiero global. En una encuesta realizada a miles de profesionales en inversiones e inversores, se les preguntó a estos últimos cuál consideran que es su principal objetivo financiero.

El tener una jubilación digna fue por lejos y para la mayoría de los encuestados, el objetivo más importante a la hora de invertir. Dos tercios de aquellos que aportan a un plan de beneficio definido (como es el BPS) confían que recibirán sus beneficios tal como están diseñados al día de hoy y 77% estiman que podrán retirarse a la edad planeada. 

Por otro lado, cuando CFA Institute consultó a los fondos de pensiones de beneficio definido si consideran que lograrán, en los próximos 10 años, otorgar las prestaciones que hoy prometen, la respuesta fue, mayormente, que no será posible. La confianza en que el sistema podrá cumplir sus promesas no se correlaciona con la habilidad de estos sistemas de cumplir con sus obligaciones. 

Estos planes son de beneficio definido hoy. Cuando a muchos nos toque retirarnos, ese beneficio no será tal. 

 "Los inversores están aparentemente y alarmantemente, inconscientes de esta situación¨ alerta el informe. ¨Irónicamente, el 78% de los inversores más jóvenes de entre 25 y 34 años, que tienen el mayor riesgo, son los más propensos a confiar en que estos beneficios se pagarán en su totalidad", agrega. 

"El potencial de una crisis inminente en algunos sistemas jubilatorios, junto con la divergencia de expectativas entre los que administran dichos sistemas de pensiones y los beneficiarios es algo que los responsables de políticas y gobiernos deberán abordar. Es hora de reformar los sistemas actuales para enfrentar estos desafíos o enfrentar una disminución susatncial de la confianza y una crisis financiera asociada", sentenció el informe. 

Esta divergencia entre las expectativas y la realidad parecería también caracterizar al sistema uruguayo. A pesar de ser un sistema con un importante y creciente déficit, los uruguayos seguimos pensando que futuras generaciones van a financiar las prestaciones de los trabajadores actuales cuando éstos se jubilen. 

Los números son contundentes e inequívocos. Más de 50% de las prestaciones previsionales actuales del BPS se financian con contribuciones de la sociedad. Y si continúan las tendencias actuales, el número seguirá creciendo. 

En los años '70 había decenas de miles de compañías en Estados Unidos con sus propios planes de pensiones de beneficio definido. Estas firmas ofrecían a sus trabajadores, como parte de los beneficios, pagarle la jubilación una vez se retiren. Era el caso de, entre otras, General Electric, American Airlines y General Motors.

Estos planes también comenzaron a enfrentar crecientes déficits que derivaron en fuertes presiones financieras y de liquidez. La mayoría fueron cerrados y se establecieron planes de capitalización individual, evitando así el problema del desfinanciamiento. Al ser compañías privadas, no tuvieron otra alternativa que realizar ajustes para no quebrar (y de hecho varias terminaron quebrando porque no soportaron el peso de una mayor longevidad y menor relación activo / pasivo).

El que un porcentaje grande de la población siga confiando en un sistema crecientemente insostenible, muestra que es un sistema complejo que no hemos sabido explicar bien. Además, está teñido de ideologías y de cuestiones como "AFAP" sí o "AFAP no", que vuelven el diálogo aún más complejo. 
Los problemas del sistema son claros, pero la solución no es evidente. No hay una solución universalmente aceptada; las soluciones posibles para cada país están teñidas por diferencias culturales, sociales, aspectos relacionados a prácticas laborales y, también, educación financiera.

Tamaña tarea tendrá el Comité de Expertos para la Reforma de la Seguridad Social, para analizar este problema multi-dimensional cuyos impactos y consecuencias se extenderán a lo largo de décadas. Es un gran acierto que se proponga nombrar un comité de técnicos que, despojados de ideología, puedan hacer el estudio cuantitativo, estadístico y actuarial que se requiere. Este equipo tiene la responsabilidad de desactivar una bomba de tiempo y llegar a una solución que, además de sustentabilidad social, logre sustentabilidad financiera. Porque la primera no es posible sin la segunda. 

Los sistemas de seguridad social son sistemas vivos. Es natural que precisen ajustes y reformas a medida que la realidad cambie. Espero se logre un diálogo y debate saludable y fructífero que nos pueda acercar a soluciones en beneficio de la sociedad. 

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