La creatividad en tiempos de cuarentena y las maneras de mantenerse cerca

Eso le pasó a Josefina, una abuela de 87 años que tiene nietos repartidos entre Uruguay e Israel. Josefina cumplió años el pasado 21 de marzo, unos días después de que se confirmara el primer caso de coronavirus en Montevideo. Una de sus nietas, con quien hace ya un buen tiempo no se ve, iba a viajar desde Israel para celebrar junto al resto de la familia.

El coronavirus truncó los planes. Pero la cosa no se podía quedar ahí: había que encontrar la vuelta para festejar. En definitiva, no se cumplen 87 años todos los días.

Como Josefina está dentro del grupo de riesgo, no puede salir de su casa ni tener contacto con nadie. Y su familia la está cuidando especialmente. La alternativa, entonces, fue una celebración virtual a través de Zoom, una aplicación de videollamadas. "El problema es que la abuela apenas sabe usar el celular", contó Natalia, otra de las nietas de la familia que vive en Montevideo. 

Entonces comenzó el "operativo tutorial". Natalia fue hasta el apartamento de su abuela cubierta con todo el equipo de protección recomendado y le pidió que le lanzara el celular desde la puerta. Josefina lo hizo, Natalia le configuró todo y se lo dejó listo para usar. Le pasó de nuevo el dispositivo empapado de alcohol en gel y, de esa manera, Josefina pudo celebrar su cumpleaños por videollamada. Por unos minutos, el caos del coronavirus y los miles de kilómetros que la separaban de sus nietos, desaparecieron.

Este es apenas una muestra de cómo la creatividad, respaldada en el ingenio y la tecnología, está buscándole la vuelta para acortar las distancias y devolver, al menos de manera ilusoria y pasajera, la sensación de normalidad en medio de la pandemia.

Uno de los ejemplos más evidentes son los videos que se viralizaron en redes sociales y medios de comunicación en los que se puede ver a italianos o españoles comunicándose entre vecinos de un balcón a otro. Incluso hubo un hombre que le regaló una clase de gimnasia a todos los que se asomaron alrededor de su terraza para verlo entrenar. De estos ejemplos abundan. 

Uruguay también tuvo algunas de esas historias en los últimos días. Un periodista de El Observador vio con asombro durante una mañana de aislamiento social que un grupo de personas se paró en frente a un edificio con pancartas a cantarle a una señora que se asomó a saludarlos por la ventana. El periodista desconoce el parentesco entre esas personas, pero el grupo le dejó una torta a la señora en la portería del edificio. Seguro que ella pasó su cumpleaños un poco menos sola y que esos minutos de contacto a la distancia le cambiaron el día. Y a los vecinos, que miraron la escena emocionados desde su propio encierro.

También hubo casamientos a distancia, personas que impartieron terapias y tomaron cursos o clases, con el objetivo de compartir su aislamiento con los demás.

En esta línea, esta semana varios medios compartieron la historia de una niña de cinco años que tuvo que cancelar su cumpleaños por el coronavirus. Los vecinos de todos los edificios linderos al suyo en el barrio de Punta Carretas se enteraron de la situación y salieron a sus balcones para cantarle feliz cumpleaños. En los videos que circulan sobre la fiesta improvisada y que llegaron a los medios, el consuelo de la pequeña es evidente.

Así, esta nueva cotidianidad está cambiando la forma de relacionarse y, en el correr de los días, es probable que sigamos descubriendo nuevos e ingeniosos ejemplos.