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La estrategia de “burbujas sociales” que aplica Nueva Zelanda para salir del confinamiento

Redes pequeñas, cerradas, que funcionan sobre la base de la confianza y permiten identificar nuevos contagios y aislarlos rápidamente

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06 de mayo de 2020 a las 05:02

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Una buena parte del mundo se encamina a salir de estas cuarentenas de cincuenta, sesenta o más días. Más flexibles o más restrictivas, volver a la “normalidad” es un desafío que se asume sin GPS.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), cada vez más precavida, advierte de los riesgos del regreso y recomienda lentitud porque el virus no ha sido vencido y un rebrote sería peor para las devastadas economías y para la salud y el ánimo de millones de personas.

“Reducir las restricciones demasiado pronto podría acelerar la propagación del virus y abrir la puerta a un aumento dramático o a una extensión a áreas adyacentes”, alertó este martes la directora de la Organización Panamericana de la Salud, OPS, Carissa Etienne.

Y es que en esta parte del mundo, desde Estados Unidos hasta la Patagonia, el virus aún campea a sus anchas y se desconoce su cara más amarga, el famoso pico que puede poner a temblar los precarios sistemas de salud de la región.

Caso muy distinto al de la lejana Nueva Zelanda, un modelo que se reconoce como exitoso en la etapa previa del confinamiento y que ahora exporta la estrategia de las “burbujas sociales” para transitar hacia la ansiada nueva vida después de la pandemia.

MARK MITCHELL / POOL / AFP

Menos de 1.500 casos de contagio, — de los que más de mil se ha recuperado de la enfermedad— , y apenas 20 muertes (según datos de este martes de la Universidad Johns Hopkins) han hecho voltear las miradas hacia este país insular en los confines del mundo y ha hecho de su primera ministra, Jacinda Ardern, un ejemplo de liderazgo moderno y sensato, en tiempos tan escasos.

Aún cuando siguen vigentes la recomendación de permanecer en casa y controlar las interacciones sociales, la población –poco más de cuatro millones de personas— fue autorizada a ampliar su círculo de contactos desde el pasado 28 de abril.

El país mantiene también los controles fronterizos para evitar nuevas entradas del coronavirus.

"La gente debe continuar dentro de la burbuja de su hogar pero puede expandirla para reconectarse con su familia extendida, o para traer cuidadores, o para ayudar a personas aisladas", dice el gobierno en su página web, "siempre y cuando todos vivan en el mismo pueblo o ciudad", según reporta una nota de BBC.

La primera ministra Ardern insiste en que el objetivo es la eliminación del virus y que el éxito de la estrategia no se mide por la inexistencia de casos de coronavirus.

“Significa tolerancia cero, lo que significa que tan pronto como sepamos que tenemos un caso, estamos haciendo las pruebas a esa persona, la estamos aislando (…) hacemos nuestras entrevistas y rastreo de contactos para encontrar a todas las personas que han estado en contacto (…) y así es como seguimos eliminando casos”, explicó Ardern a The Conversation.

Las burbujas domésticas son pequeñas y exclusivas –los que forman parte de una, no pueden serlo de otra— lo que garantiza que las redes se mantienen aisladas.

El profesor Stefan Flasche, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, explica a BBC que la fórmula de las burbujas permite aumentar el contacto social a la vez que se minimiza el riesgo de la transmisión de la enfermedad “ya que si se produce una infección queda dentro de la burbuja y no puede transmitirse a otras”.

El modelo neozelandés es examinado, además de en Gran Bretaña, altamente afectada por el virus, en Gales, Escocia y Bélgica.

Las “burbujas” funcionan sobre la base de la confianza entre sus miembros, que aceptan permanecer dentro de ella y cumplir sus normas de relacionamiento.

Brian Dow, vicedirector ejecutivo de Rethink Mental Illnes, una ONG británica avocada a promover los derechos de las personas afectadas por problemas de salud mental, cree que esta política sería beneficiosa.

"Esto le permitiría a la gente aliviar la ansiedad que puede estar sintiendo al estar atrapada en su casa", le dijo a la BBC. Aunque advierte que debe ser manejada con mucho cuidado y recomienda crear burbujas con grupos cercanos geográficamente –vecinos que sean amigos y con una estructura familiar similar—  para que en caso de contagio “se pueda limitar la distancia a la que se propaga la enfermedad”

En la etapa de aligeramiento del encierro, la gente regresa a sus trabajos y los niños a las escuelas, con lo cual comenzará el movimiento entre las redes. Y ahí radica el riesgo de nuevas infecciones.

Nueva Zelanda, dice The Conversation, se preparó para esta etapa mientras mantenía un estricto confinamiento, porque entendió que incluso bajo las condiciones de cierre y autoaislamiento las personas tendrían que ir a lugar públicos (supermercados, farmacias, centros de salud) donde estarían en riesgo de infección, además del variable período infeccioso del coronavirus, con personas que aún sin síntomas podían contagiar a otros.

El  país aumentó significativamente la cantidad de pruebas y planea seguir incrementándolas para capturar nuevas infecciones. Y en paralelo se aumentó también el rastreo de contactos, que comienza con una persona “índice”, o de referencia, a la que se le siguen todas las relaciones que haya establecido para interrumpir cualquier transmisión.

Mediante el mapeo de las personas infectadas, se puede identificar a aquellas personas que se mueven entre grupos y de esa forma cortar la contaminación. El Ministerio de Salud de Nueva Zelanda usa, además, herramientas digitales, como TraceTogether, que ha sido aplicada con éxito en Singapur.

La estrategia de las “burbujas” es, según Dow, una solución intermedia “entre ahora y quizás dentro de un año cuando volvamos a interactuar normalmente”.Flasche cree que si la gente cumple las reglas y limita los contactos, se podrá evitar un aislamiento más severo más adelante.

Nueva Zelanda, que no da nada por descontado, evaluará la marcha de su estrategia la semana próxima.

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