Las claves de la epopeya alemana

Alemania, la versión mejorada de España, le ganó a Brasil desde el respeto a la pelota y por su reformulación táctica

Tiempo de lectura: -'

08 de julio de 2014 a las 22:18

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

La movilidad constante, el imponente despliegue físico, el contragolpe letal, la presión agobiante, la contundencia ofensiva. El respeto por la pelota. Mejor dicho: el respeto reverencial por la pelota. En esas claves se apoyó Alemania para darle a Brasil la mayor paliza futbolera de su historia.

Y este triunfo representa la supervivencia de un estilo: Alemania es el equipo que tomó la posta de la España de 2010 que a su vez es la esencia del Barcelona de Pep Guardiola.

Pero Alemania no es una mera imitación, porque en tal caso le hubiera pasado lo que a España le ocurrió ante Brasil el año pasado en la Copa de las Confederaciones o en este propio torneo ante Holanda.

El equipo de Joachim Löw es una versión mejorada. No por el estilo. No es que toque más que aquella España que no le prestaba la pelota a sus rivales. Esta Alemania ha incorporado otros elementos para reforzar ciertas vulnerabilidades que el fútbol destructivo –cuya máxima expresión se encarna en la figura de José Mourinho– se encargó de descubrir en los últimos años.

Tal vez por eso, Alemania no necesitó ayer tener más la pelota que su rival y por primera vez en el torneo le cedió la posesión a su rival (52% a 48%).

Sabedor de que uno de los fuertes de Brasil era su presión alta, Alemania no se ruborizó por pararse en el campo unos metros más atrás de lo que acostumbra. Y ahí se escondió su estrategia: esperar a Brasil y lanzarle furiosos contragolpes.

Cuando superó la línea de la presión a través de su precisa tenencia también hizo daño.

En ambas circunstancias logró su cometido: llegar masivamente sobre la defensa rival.

En el fútbol se dice que el gran táctico del fútbol es el gol. Por que es el desencadenante de los cambios en el terreno de juego. Es lo que potencia –o desmorona– las previsiones de los entrenadores.

Y Alemania –que ya se había mostrado fuerte a lo largo de todo el torneo en las pelotas quietas– pegó primero tras un córner.

Más que virtud propia, por error ajeno.

Brasil entró en un desconcierto general y los alemanes lo aprovecharon con su principal bondad ofensiva: la constante movilidad de sus piezas, la alta precisión para atacar los espacios vacíos y la rotación de sus hombres en las funciones.

Llegó a espaldas de Marcelo y Maicon con facilidad. Y era previsible porque ese era el flanco débil rival.

Pero también supo dar el paso al frente en bloque para presionar a jugadores que habían hecho un gran torneo, como Fernandinho, para recuperar en la salida rival y llegar con muchos hombres como para elegir al mejor ubicado para sentenciar las jugadas.

Así se vio a Khedira llegando en la posición de 9 para anotar y a Müller recuperando cerca de los zagueros.

Cada llegada alemana fue gol. Así de simple. La contundencia fue todo. Porque el equipo de Löw ambientó esa escenografía y porque Brasil colaboró con un pésimo ejercicio defensivo donde hasta David Luiz fue un espectro en la cancha.

Por si fuera poco, los alemanes realizaron un despliegue físico de una intensidad imponente superando ampliamente, también, en ese aspecto a sus rivales.

Alemania lo vapuleó en todos los aspectos y su fútbol parece ser el que marcará el norte de los próximos años. Porque es la versión mejorada de España.


CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.