Las películas de abogados tienen un nuevo campeón: Mark Ruffalo en "El precio de la verdad"

La película de Todd Haynes pone en escena un caso terrible en el que una mega empresa contamina las vidas de toda una población y un hombre se propone hacer justicia

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25 de mayo de 2020 a las 05:10

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Todos tenemos bastante claro que el mundo está verdaderamente mal. Sabemos que el bien gana poquísimas veces, que hay mucho más horror que amor y que pocas cosas se han repetido más en la historia universal que dos grupos de seres humanos peleando y despedazándose mutuamente. Quizá por eso mismo le tenemos tanta estima a la ficción, que podemos moldear y rumbear hacia aguas más alegres cada vez que se nos antoje. Pero, efectivamente, a esta altura el pesimismo es inherente a nuestra condición y casi que ni nos lo replanteamos. El mundo está mal. Lo sabemos.

Sin embargo, y antes de correr el riesgo de que esta nota se convierta en uno de los bajones más grandes jamás impresos en este diario, digamos todo: algunas veces hay espacio para la luz. Es cierto, esa luz a veces es débil y tiene problemas para proyectarse, pero a pesar de todo logra cambiar las cosas. Hacer justicia. Es un golpe de suerte que, por una vez, hace que los buenos sean los vencedores. 

De esas historias el cine ha contado varias, pero en general –y creo que acá todos coincidimos– las más interesantes son aquellos relatos épicos en los que el pequeño le gana al grande. Son esas historias, herederas directas del triunfo de David ante Goliat, las que terminan removiendo los cimientos de nuestro pesimismo y nos dan la certeza, por un rato, de que es posible cambiar la pisada, de que las cosas pueden salir bien. Y cuando la historia está basada en hechos reales, la certeza llega por partida doble.

El precio de la verdad –un título bastante genérico para una película que originalmente se llama Dark Waters– podría entrar en esa categoría. La última realización del cineasta estadounidense Todd Haynes (Carol, Lejos del paraíso, Velvet Goldmine) va de abogados y empresas globales y tiene a una sola persona dedicando su vida entera a luchar por lo que cree. Una persona que, aunque diezmado y golpeado, termina por traer un poco de esa luz a este mundo oscuro y escabroso. 

Pagar el precio

La película, como ya se ha convertido casi en una costumbre reciente en Hollywood, parte de un artículo periodístico publicado en 2016 por The New York Times y titulado “El abogado que se convirtió en la peor pesadilla de DuPont”. Para quien no lo sepa, DuPont es una de las empresas químicas más poderosas del mundo, y entre los varios aportes que le ha hecho a la vida doméstica se encuentra el hoy globalmente expandido teflón. El precio de la verdad, en pocas líneas, retrata la batalla legal que un abogado llamado Robert Billot –que hasta ese entonces defendía a las empresas químicas– emprende contra esta multinacional durante 20 años, luego de constatar que una de sus plantas está destrozando la vida y la salud de los habitantes de un pequeño poblado de Virginia Occidental, del que es originario.

La empresa de Billot –que está interpretado por Mark Ruffalo– comienza cuando un vecino de su abuela se presenta en las oficinas de la firma en la que trabaja, en la ciudad de Cincinnati. El hombre lo lleva hasta su campo y le dice que vea. Y Billot le pregunta qué es lo que tiene que ver, si enfrente a él solo hay un campo vacío lleno de montículos. Exacto, le dice el veterano: frente a ellos está el cementerio de absolutamente todas sus vacas. Todas murieron después de tomar agua de uno de los arroyos que cruza el pueblo.

De a poco Billot entiende. Y en una poderosa escena en la que John Denver, irónicamente y de fondo, canta “Almost heaven, West Virginia”, el abogado comprende que las vacas no son las únicas afectadas por la sucursal de DuPont: el pueblo entero está condenado por una epidemia de cáncer. Todos están contaminados. Y entonces se pone el caso al hombro.

Aunque su final es, en términos de la misión de Billot, satisfactorio, El precio de la verdad dista de ser una película triunfal. No esperen grande algarabías, sonrisas enormes o festejos al final; Billot, aunque decidido a conseguir algo de justicia para los habitantes del poblado, regala 20 años de su vida y eso, directamente, lo parte al medio. 

Ruffalo hace un gran trabajo mostrando las huellas físicas que esta misión –que por momentos recuerda a la de Erin Brockovich en la película del mismo nombre– va dejando en su personaje. Pero el caso, además, se mete en otros planos de su vida; empieza a minar su vida privada y familiar, y en un afán por “hacer lo correcto”, el hombre hipoteca su presente y su futuro. Este calvario está representado por el personaje de Anne Hathaway, que logra trascender del básico y triste papel de “la esposa” al que suelen apelar este tipo de películas y evidencia los daños colaterales  domésticos de un caso que, por momentos, es imposible de sostener.

Este es el primer proyecto por encargo que filma Haynes, un hombre que se ha caracterizado por mirar al pasado y poner en pantalla personajes casi que etéreos –la Carol de Cate Blanchett, los varios Bob Dylan en I’m Not There–, y quizá por eso mismo termina siendo una de sus películas más terrenales. Pero aunque esta propuesta lo aleja de sus inquietudes artísticas más habituales, Haynes demuestra nuevamente que es un narrador de fuste y que todo proyecto que salga de sus manos es valioso. En este caso, se prueba con el thriller judicial, sale victorioso y, por momentos, logra escenas inquietantes.

Aunque un poco perdida por la abrupta interrupción de sus funciones en pantalla grande –estaba en cartel al momento del cierre por la pandemia–, El precio de la verdad recupera la posibilidad de ser vista a través de la plataforma de NS Now, en donde se encuentra para alquilar. Y es una gran noticia, porque en un año donde los estrenos destacables, al parecer, serán escasos, una película sólida y atrapante como esta es más que bienvenida. Porque además, incluso aunque pase en contadas ocasiones, a todos nos gusta saber –y ver– que de vez en cuando el pequeño puede vencer al gigante. Que los poderosos también pierden. Que el mundo está mal, pero a veces no está tan mal. Que la justicia llega. Demora, a veces un montón, pero llega.
 

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