Los números en disputa: ¿cuáles son las críticas a las estadísticas oficiales?

Académicos destacan que no hay manipulación pero algunos advierten "luces amarillas" por metodologías atrasadas que pueden impactar en las cifras

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28 de enero de 2019 a las 05:00

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Martín Tocar y Santiago Soravilla

Es hora de sincerar los datos que se publican, su confección se realiza con poco rigor técnico y con muestreos de la situación que terminan dando indicadores que no reflejan la realidad de la gente”. La frase, pronunciada por el productor Julián Cabrera durante la lectura de la proclama del movimiento Un Solo Uruguay, no pasó desapercibida entre muchos académicos, quienes señalan que las estadísticas oficiales tienen “deficiencias que saltan a la vista” aunque descartan una “intencionalidad política”. Las palabras también causaron molestia en integrantes del gobierno, que las calificaron de “irresponsables” e “inescrupulosamente disolventes” y le adjudicaron el objetivo de buscar una semejanza a lo ocurrido en Argentina con la manipulación de los datos del Instituto de Estadísticas (Indec) para ocultar las cifras reales de pobreza.

Pero sacando del debate las acusaciones de intencional, ¿hay otras críticas razonables a la forma en que se elaboran las cifras? Aunque el amplio espectro de la academia y el sistema político coincide en que las estadísticas uruguayas son mayoritariamente confiables.

El economista Gabriel Oddone, por ejemplo, señaló en Twitter el jueves que “el sistema estadístico nacional es perfectible pero es serio, riguroso y creíble”. Oddone recordó un tuit suyo de comienzos de año en el que decía que “la credibilidad de las estadísticas oficiales en Uruguay ha sido y es un pilar de la fortaleza institucional del país que es reconocida y destacada a nivel internacional”.

La mayoría de los académicos no van más allá de tímidos y cautos cuestionamientos, expresando que el sistema es “perfectible”, pero otros hacen un llamado de atención más grande y hablan de “luces amarillas” que hasta pueden provocar alguna “sorpresa en el futuro”.

Las estadísticas oficiales sobre economía y aspectos sociodemográficos las realizan el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Banco Central (BCU). El INE es el organismo rector del Sistema Estadístico Nacional, que fue creado por ley en 1994 y tiene “autonomía técnica” para trabajar con “independencia y objetividad, basándose exclusivamente en los principios estadísticos”, mientras que el informe de Cuentas Nacionales lo realiza el BCU de forma trimestral.

 

Los $ 13.488 (o menos) que separan de la pobreza y los $3.394 de la indigencia

Los cálculos de pobreza e indigencia se realizan a partir del método de ingreso y de acuerdo a una metodología del año 2006 que se basa en información obtenida en la última Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares, según informaron a El Observador desde la dirección del INE.

Este método supone elaborar una “canasta básica total” compuesta por ciertos bienes y servicios (alimentos, vivienda, salud y educación, entre otros) los cuales son considerados “elementales” para asegurar un mínimo de bienestar a los individuos. En 2017 –el último año del que hay registro– la pobreza se ubicó en 7,9% de la población. Los hogares cuyos ingresos no alcanzan para adquirir esta canasta son considerados pobres.

Debido a que existen diferencias en el costo de vida, el INE establece tres canastas: una para la capital, que es la más cara ($ 13.488), otra para el “interior urbano” que es intermedia ($ 8.714) y una tercera para el “interior rural”, que es la más barata ($ 5.890).

Basándose en los microdatos de Paysandú, el vocero de Un Solo Uruguay Marcelo Nougué dijo que el 14% no tenía agua caliente pero solo el 3,5% era pobre. “O hay pobres o a los sanduceros les gusta bañarse con agua fría. A juzgar por esos datos, tendríamos niveles de pobreza e indigencia que Alemania nos tendría envidia. Y vengo a Paysandú y digo esto es Alemania, y no, no es Alemania”, dijo. 

 

Según explicitan las fichas técnicas del INE, los hogares que participan en la ECH “son seleccionados al azar utilizando el marco muestral proveniente del Censo 2011, bajo un diseño muestral complejo que incluye varias etapas de selección y busca brindar estimaciones confiables reduciendo los costos de la recolección de la información al mínimo posible”. 

"El Sistema Estadístico Nacional es un bien público del que todos nos beneficiamos y su seriedad e independencia política es valorada por todos. No obstante, hay luces amarillas que deberían atenderse", afirma el economista Néstor Gandelman.

Si bien todos los censos suelen presentar “errores de cobertura” que son aceptados por la academia, el demógrafo Juan José Calvo advirtió en su momento acerca de ciertas “limitaciones” como “consecuencia de las dificultades operativas”. En una publicación de 2013 titulada Atlas sociodemográfico y de la desigualdad del Uruguay, Calvo destacó que para 86.949 personas no se relevó la información que permite construir los indicadores de necesidades básicas insatisfechas. Además, señaló que por cambios en el cuestionario del censo de 2011, la lata dejó de ser incluida como opción a la hora de responder acerca de los materiales de techos y paredes. 

Para definir si una persona es indigente el INE considera si tiene la posibilidad de comprar una “canasta básica alimentaria”, la cual se ubicaba en $3.394 en diciembre de 2018 para quienes residieran en Montevideo. 

Los cambios en la canasta que dificultan la inflación

Al igual que para calcular la pobreza e indigencia, la información que se utiliza para estimar los gastos de los hogares y seleccionar los bienes y servicios que conforman la canasta del Índice de Precios del Consumo (IPC) es la encuesta de 2005 aunque la “estructura” del gasto se actualizó a fines de 2010. En total se tienen en cuenta 374 artículos, los cuales representan más del 90% del gasto, señala el INE. 

El economista Néstor Gandelman, director del Departamento de Economía de la Universidad ORT, advirtió sobre los problemas de esta metodología en un artículo publicado en el suplemento Economía y Mercado del diario El País dos días antes del acto de Durazno. Allí señaló que “la participación de muchos productos en la canasta de consumo varió notablemente y por lo tanto las variaciones actuales del IPC no reflejan los reales cambios en el costo de vida de los hogares”. A modo de ejemplo, señaló que con “una canasta de IPC actualizada seguramente habría mediciones de inflación menores porque la gente tiende a sustituir lo caro por barato. (...) Si se ‘arregla’ daría mejor para el gobierno”. 

Los “inconvenientes” del PIB

La medición del Producto Interno Bruto (PIB), que traduce en números la actividad económica, está a cargo del Banco Central (BCU).

Si bien el PIB es una variable que tiene sus reparos, se la considera la más ajustada para medir el tamaño de las economías de los países y es por eso el número mágico del que se aferran muchas políticas públicas.

Gandelman también alertó acerca de ciertos “inconvenientes” en el cálculo del PIB por parte de Uruguay, y mencionó como ejemplo la ponderación del sector Comunicaciones, que es el que más ha apalancado el crecimiento en los últimos años, frente a otros sectores de actividad que presentaron estancamiento e incluso recesión.

Según el economista, el BCU utiliza como año base el 2005, por lo que “un problema obvio refiere a la brutal baja en los precios relativos de las telecomunicaciones”.

“Al utilizar un año base viejo se lo valora a precios alejados de los actuales precios relativos y se sobreestima la participación del sector en el PIB (relativamente mucho mayor que en otros países). Gandelman afirmó que “probablemente nos llevemos alguna sorpresa” cuando el BCU haga una revisión del año base y recalcule el PIB hacia atrás.

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