JOSE SANCHEZ LINDAO / AFP

Morir en las casas por coronavirus y no ser parte de las cifras

Los fallecimientos en el hogar, sospechosos de ser por covid-19, crecen de Londres a Nueva York, y de Guayaquil a Wuhan

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18 de abril de 2020 a las 05:01

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La antigua y quizás íntima y muy humana aspiración de morir en casa, rodeado de los suyos, se está cumpliendo fatídicamente en tiempos de esta pandemia que no respeta ni fronteras ni puertas.

Este viernes de mediados de abril, cuando el virus ya tiene más de un centenar de días entre nosotros y se desatan las prisas por volver a ver la luz del día, los países actualizan su parte de bajas.

China, rodeada de tantos misterios sobre el origen del brote a fines de 2019, confirmó 1.300 muertes más. Gente de Wuhan –“algunos pacientes murieron en sus casas”, consignaron– que se le escapó al férreo control vecinal y digital de las autoridades chinas pero no al invisible y muy letal virus.

“Nunca hemos ocultado nada y nunca autorizaremos ninguna ocultación”, sentenció Zhao Lijian, portavoz de la cancillería china. La letalidad de su país sigue por debajo, aún con los agregados del viernes, de la media mundial.

El afán de transparencia cruzó más de medio mundo hasta Ecuador, donde el gobierno de Lenín Moreno terminó de admitir lo inocultable.

Tan solo en la primera quincena de abril, y tan solo en la provincia de Guayas, cuya capital es la asolada Guayaquil, se enterraron 6.703 cuerpos, el triple de las defunciones mensuales promedio.

 ¿Cuántos por coronavirus? Se desconoce, porque en muchos casos no hubo tiempo, ni manos ni equipos disponibles para las pruebas durante el padecimiento y tampoco una vez fallecidos.

A principios de la semana, el hombre encargado por el presidente Moreno para la recogida de cadáveres en Guayaquil, el ingeniero Jorge Wated, avanzó una primera cifra muy provisional: 1.400 enterramientos, 800 de ellos de personas muertas en sus hogares.

O de quienes tuvieron aún tuvieron peor suerte y se desplomaron en una acera, como difundieron medios y redes sociales.

Las estadísticas oficiales del estrago de la pandemia que puntualmente recoge la Universidad Johns Hopkins son parcialmente inciertas. Y quizás nunca se tenga una certeza definitiva del número de contagios como tampoco de los que no sobrevivieron a la nueva peste.

La muerte, en su despedida, esquiva los cómputos. Como si se resistiera a ser un número más, cuando fue una vida.

De Nueva York, Londres, Barcelona

Morir en las casas no es un fenómeno único de la lejana China o de la frágil América Latina, donde era previsible –, sigue siendo, porque aún no llegado el pico por estas latitudes– que el ataque de la pandemina desbordara los servicios sanitarios y colapsara la atención y el diagnóstico.

ProPublica, la agencia de noticias independiente con sede en Manhattan dedicada al periodismo de investigación, da cuenta de cómo en las últimas semanas se ha incrementado la cantidad de gente que fallece en sus viviendas. En Boston con mucha más frecuencia de lo habitual, en Detroit las autoridades admiten atender cuatro veces más informes de cadáveres en casas y también en la abrumada Nueva York.

“Los funcionarios de la ciudad registran más de 200 muertes en el hogar por día, un aumento de casi seis veces respecto a los últimos años”, apunta la investigación sobre La Gran Manzana

Estados Unidos se aproximaba la tarde del viernes a los 700 mil casos de contagio y había superado las 34.000 muertes: un tercio de ellas en Nueva York, según el reporte de la Johns Hopkins.

Expertos consultados por ProPublica explican que el alza en la cifra de muertes en los hogares se derive de personas que estaban contagiadas y no buscaron tratamiento o lo hicieron pero se les indicó que se mantuvieran en sus hogares.

Otra explicación es que personas hayan muerto de otros padecimientos porque no pudieron ser atendidas en un hospital o desistieron de ir ante el temor de contagiarse por el coronavirus.

Un informe de The Guardian revela que en Londres “docenas de personas mueren en sus casas por un paro cardíaco”, que pudiera estar relacionado con el coronavirus porque la dificultad para respirar ejerce una gran presión sobre el corazón, antes de que los servicios de ambulancias llegaran a socorrerlos.

 “La gente no quiere ir cerca del hospital", cita el diario londinense un documento interno de los servicios sanitarios al que tuvo acceso.

El diario español El Mundo encontró, sin embargo, también situación contrarias a la reticencia a acudir al hospital. Y es cuando el propio hospital o los servicios de emergencia médica, colapsados, recomiendan la atención en el domicilio.

El Mundo cita un documento, una suerte de protocolo, dirigido a los Servicios de Emergencia Médica de la Generalitat de Cataluña en el cual se recomendaba no ingresar pacientes “con escaso beneficio”, por estar afectados de patalogías respiratorias u otras que agraven el estado crítico del paciente. Morir en casa era menos que una opción.

España es uno de los países más castigados por la pandemia. Hasta la tarde del viernes reportava 19.478 fallecidos, la tercera mayor cantidad tras Estados Unidos e Italia, para aún así en medio de confusiones y polémicas respecto al método de conteo.

El registro de las autoridades españolas solo incluye en las defunciones a  aquellos que dieron positivos en un test de diagnóstico, los cuales escaseaban al principio del brote del coronavirus y nos pudieron realizar en forma generalizada.

"En muchos casos, lamentablemente no se ha podido hacer la prueba (...), aunque todo indicara que tenían covid-19", reconoció a la radio RNE el vicepresidente de la región de Madrid, la más impactada, Ignacio Aguado, citado por la AFP

"Hay que ser conscientes de que la cifra de fallecidos es mucho mayor", insistió.

ProPublica en el informe aludido resalta la importancia de las estadísticas precisas de defunción. Ayudan a identificar los puntos críticos y orientan a los funcionarios sobre el despliegue de los recursos.

Precisar que alguien padeció de covid19, permite a los sistemas de alerta identificar contactos y ponerlos en cuarentena.

En ese sentido, Bélgica, que tiene el alto número de 419 fallecimientos por cada millón de habitantes, asegura que ha sido más transparente que otros países en el registro de la pandemia.

El punto oscuro es que el 40% de las víctimas mortales  en este país por el coronavirus ocurrieron en los hogares de ancianos, donde viven más de 160 mil adultos mayores, que son atendidos por más de 100 mil empleados. Una circular de la Sociedad Belga de Gerontologia y Geriatria  recomendó a los médicos que atienden estos hogares de la tercera edad que "privilegien la administración de cuidados paliativos en la misma residencia". 

En este país donde se asientan los poderes de la Unión Europea la eutanasia es una forma legal de morir.  Sin embargo, hubo un revuelo por la circular pero también quienes respaldaron evitar la sobrecarga de los hospitales.

En Ecuador, que constituye el caso más grave en la región hasta la fecha, el caos hospitalario y funerario que se desató por el crecimiento exponencial de la pandemia ocurrió en el marco además de las medidas de confinamiento.

Los severos y amplios toques de queda obstaculizaron aún más la detección de la enfermedad y condenaron a mucha gente a morir en sus casas, sin saber incluso si estaban contagiados.

"He leído y he escuchado varios comentarios que señalan que no estuvimos preparados. Claro que no estuvimos preparados. Nadie lo estuvo", admitió el presidente Lenín Moreno en una cadena de radio y televisión local.

(Con información de AFP, ProPublica, The Guardian y El Mundo de España)

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