AFP

Mundo corporativo de EEUU está rompiendo con Donald Trump

Los ejecutivos actualmente están más preocupados por la democracia que por sus facturas de impuestos o por los tuits del presidente

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29 de octubre de 2020 a las 16:02

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Por Andrew Edgecliffe-Johnson

Para decirlo en términos que entendería un presidente estadounidense al que le encanta Twitter, ha sido más un subtuit que una tormenta de tuits.

Durante los últimos días, importantes asociaciones de la industria estadounidense, directores ejecutivos, inversionistas y profesores de escuelas de negocios han reprendido indirectamente las sugerencias de Donald Trump de que puede que él no respete los resultados de las elecciones de la próxima semana si no le agradan. La mayoría de los mensajes reprobatorios han sido redactados cuidadosamente pero, como ocurre con cualquier publicación astutamente indirecta en las redes sociales, su significado ha sido inconfundible.

En particular, varios de los grupos industriales más grandes de EEUU unieron fuerzas el martes en una declaración tan sorprendente como anodina.

“Instamos a todos los estadounidenses a apoyar el proceso establecido en nuestras leyes federales y estatales”, ellos escribieron. Que grupos tan tradicionalmente cautelosos sintieran la necesidad de expresar esto lo dice todo. Como cualquiera que haya discutido alguna vez la redacción de una declaración con tantos autores diría, su redacción de ‘mínimo común denominador’ también fue lo más cerca que la comunidad empresarial llegará a enviarle una advertencia al presidente.

Los inversionistas religiosos habían instado a los principales líderes empresariales que se habían mantenido en silencio a que defendieran una transferencia pacífica del poder o se arriesgaran a que se les considerara “cómplices en el caos”. Jamie Dimon, el director ejecutivo de JPMorgan, es uno de los pocos que lo hizo, aunque David Barrett, el director ejecutivo de Expensify, incluso llegó al punto de implorarles a los 10 millones de usuarios de su software de gastos que votaran por Joe Biden porque “no se presentan muchos informes de gastos durante una guerra civil”.

Ya sean vacilantes o hiperbólicas, todas estas declaraciones comunican el mismo mensaje: existe un creciente consenso entre las corporaciones estadounidenses de que el Sr. Trump ya no es bueno para los negocios. Eso representa un brusco cambio desde el inicio del mandato del presidente, pero también es una comprensible consecuencia de lo que ha sucedido desde entonces.

En 2017, “los líderes empresariales ‘controlaron su aversión’ y entablaron un diálogo con este presidente porque vieron algunas oportunidades financieras inmediatas y decidieron mirar más allá de lo que algunos querían creer que eran sólo peculiaridades estilísticas”, recordó Aron Cramer, el director ejecutivo de BSR, un grupo que ayuda a las multinacionales a navegar a través de sus responsabilidades sociales.

Esas oportunidades rápidamente se hicieron realidad, en forma de desregulación y de un recorte histórico de las tasas de impuestos corporativos. Pero, incluso al comienzo, esas oportunidades también fueron acompañadas de fuertes desacuerdos en cuanto a los aranceles, a la inmigración, a la violencia racista y a la política ambiental.

Una vez que los recortes de impuestos estuvieron asegurados, “la relación comercial pasó de lo bueno, lo malo y lo feo, a solamente lo malo y lo feo”, comentó Bennett Freeman, un asesor de compañías en temas laborales y de derechos humanos.

Los precios de las acciones subieron, pero los directores ejecutivos se vieron obligados a gestionar guerras comerciales, crecientes divisiones entre el personal y los clientes, y amenazas al estatus de los empleados que tenían visas o que habían sido traídos ilegalmente a EEUU cuando eran niños.

Y conforme las grandes compañías acogieron las causas de las “partes interesadas”, desde la inclusión hasta el ecologismo, el Sr. Trump adoptó una anticuada caricatura del capitalismo: su enfoque en los mercados de valores como criterio de progreso económico le hizo parecer uno de los últimos devotos de la doctrina de la primacía de los accionistas de Milton Friedman.

Su falta de atención a temas como la desigualdad económica, la injusticia racial y el cambio climático también obligó a los reacios directores ejecutivos a llenar el vacío abordando temas políticamente cargados que hubieran preferido evitar.

El mundo corporativa de EEUU no es un monolito político. En industrias como la salud y la energía, numerosos ejecutivos todavía creen que el Sr. Trump sería mejor para sus utilidades netas. Sin embargo, el miedo a la agenda del Sr. Biden está disminuyendo. Tal como lo mostró una reciente encuesta de PricewaterhouseCoopers (PwC), a los ejecutivos les preocupa que los demócratas aumenten los impuestos, pero creen que el Sr. Trump sería peor en materia de relaciones entre EEUU y China, de inmigración y de política exterior.

La relativa estabilidad de los mercados mientras el Sr. Biden ha estado liderando las encuestas respalda esta opinión. Las encuestas también explican la disposición de los ejecutivos a darle la espalda al Sr. Trump, conforme el riesgo de expresar sus opiniones ha disminuido con sus posibilidades de reelección.

La mayoría de los ejecutivos comenzaron 2020 decididos a evitar ser arrastrados a una elección extremadamente disputada. Su creencia de que la administración Trump manejó la pandemia y las protestas por la justicia racial que han definido este año menos competentemente que sus compañías cambió la ecuación.

Pero es sólo recientemente que los ejecutivos han decidido escoger un bando públicamente, conforme los comentarios del Sr. Trump en cuanto a no aceptar una transferencia pacífica de poder pusieron a prueba la tan aclamada conversión de las empresas a la responsabilidad social, ha señalado Deepak Malhotra, un profesor de la Escuela de Negocios de Harvard. El profesor escribió una carta, firmada por más de 650 académicos, en la que instaba a los ejecutivos a hablar en contra de la amenaza que, ellos han argumentado, el presidente representa para la república.

“El péndulo a menudo oscila de izquierda a derecha, pero aquí hay algo que pudiera arrancar el péndulo del reloj”, ha alegado el Prof. Malhotra.

En conversaciones privadas, los líderes empresariales han considerado lo que pudiera suceder en el peor de los casos. Si una transferencia pacífica de poder parece dudosa, ha indicado el Sr. Cramer de BSR, los altos ejecutivos rápidamente harían pública su alarma, sobre todo ante los republicanos del Congreso, quienes comprenden el riesgo de alienar a los donantes.

Ya sea que los subtuits se conviertan o no en una tormenta de tuits, los directores ejecutivos que alguna vez temieron los tuits de @realDonaldTrump le han perdido el miedo al hombre detrás de ellos. Los ejecutivos ya obtuvieron los recortes de impuestos que querían y actualmente ven poco que perder al romper con él.

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