OJ, patrón de los clásicos en Nacional

El exmediocampista tricolor cuenta anécdotas de los partidos ante Peñarol

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08 de noviembre de 2012 a las 18:10

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Mi mejor clásico fue el del Apertura de 2002, que ganamos 2-0 y anoté un gol. Fue un partido muy especial, además, porque en ese encuentro no concentramos. Recuerdo que había problemas económicos en el club y que a raíz de todas esas vivencias el plantel se hizo muy fuerte. Hubo encontronazos con la dirigencia y decidimos no concentrar, lo que implicaba una gran responsabilidad y corríamos un tremendo riesgo, porque si perdíamos nos iban a caer con todo.Pero hicimos un partido bárbaro”, dijo Óscar Javier Morales, el exfutbolista de Nacional que jugó 40 clásicos y terminó con una historia ganadora.

“Siempre en la semana previa al clásico te cuidás de andar en la calle, porque la gente lo vive de manera muy especial y es de lo que habla todo el día. En ese clásico, para el que no concentramos, el día previo nos cuidamos como siempre, como profesional. Recuerdo que me alimenté como si estuviera en Los Céspedes y el día del partido me fui a almorzar a lo del Chengue (Morales), que tenía un apartamento en Pocitos. De ahí nos fuimos a la zona del Club de Golf, donde nos íbamos a encontrar para salir hacia el estadio. Todos fuimos de particular y nos subimos al ómnibus de Jorge Lorenzo (un amigo de los jugadores del plantel albo). Fue una sensación rara, porque no parecía Nacional, era un cuadro de barrio”, relató a El Observador el volante central de 37 años.

“El clásico de la pelea fue el más amargo que viví. Nadie quería que terminara así, pero sucedió y dejó una mancha. El ambiente en el partido venía mal desde los últimos minutos y recuerdo que yo tuve un encontronazo con Romero y Vanzini con Cedrés. Cuando terminó el partido se armó una montonera, entraron los suplentes de Peñarol, otras personas, Julio Ribas le pegó al Chengue y pasó lo que todos saben. Fue muy triste lo que sucedió”, reflexionó.

El primer clásico: “Ese partido es una experiencia única y el primero fue especial. Lo jugué en 1999, ingresé en el segundo tiempo. Recuerdo que lo viví con mucha intensidad y no podía creer lo que estaba viviendo adentro de la cancha. Sinceramente, ser partícipe de ese tipo de partidos es algo que no se puede explicar. El espectáculo es especial”. Pero a ese partido no iban sus hijos. “A los clásicos solo iba mi señora, mis hijos no, porque me pongo nervioso. ¿Te acordás del clásico en el que la Policía tiró balas de gomas? Era imposible concentrarse en el partido”, recordó OJ.

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