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Por qué la FIFA está colaborando con el plan de la Copa Mundial 2022 de Arabia Saudita

Los saudíes quieren inmiscuirse en el torneo 2022 y tienen miles de millones de dólares para dedicarle al fútbol

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09 de mayo de 2019 a las 14:23

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Arabia Saudita acaba de ejecutar a 37 personas. Está liderando una intervención militar en Yemen que ha provocado la peor crisis humanitaria del mundo. También está liderando un ineficaz bloqueo económico de su odiado y pequeño vecino, Qatar. El régimen continúa arrestando a activistas que abogan por los derechos de las mujeres; algunas han sido torturadas. Todo esto parece ser la forma en la que el reino está ‘superando’ el desmembramiento del periodista Jamal Khashoggi en octubre pasado.

Sin embargo, Arabia Saudita ahora tiene la esperanza de ser el co-anfitrión del evento deportivo más grande del mundo. Casi una década después de que Qatar fuera coronado como el anfitrión de la Copa Mundial de 2022, el reino ha tardíamente decidido perseguir el prestigio internacional a través del fútbol. Los saudíes -ayudados por la autoridad mundial del fútbol, la FIFA- quieren inmiscuirse en servir de anfitrión en 2022 y organizar algunos partidos. Como mínimo, el reino pretende obligar a Qatar a compartir su evento con otros Estados del Golfo.

El factor de cambio -lo que hace creíble la ambición de los saudíes- es que su amigo, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quiere expandir la cantidad de equipos en la próxima Copa Mundial de 32 a 48. El estudio de factibilidad de la FIFA determinó que esto requeriría al menos dos estadios más en otro país.

La FIFA y Qatar actualmente están trabajando en una propuesta para un Mundial ampliado. La propuesta se presentaría durante el próximo congreso de la FIFA, en París, el 5 de junio, dos años después del inicio del bloqueo de Qatar dirigido por los saudíes. (La FIFA también está considerando el traslado de su sede de Zúrich a París, pero esa es otra historia).

Los partidos adicionales generarían un ingreso estimado de US$400 millones. Los más de 200 presidentes de las federaciones nacionales de fútbol siempre optarán por más dinero y más equipos en el Mundial, razón por la cual, si votan, la propuesta debiera ser aprobada. Qatar lo odiaría, pero no quiere incomodar a la FIFA ni ser considerado como el impedimento en el camino hacia nuevos ingresos.

La pregunta entonces es qué país o países del Golfo servirán de co-anfitriones. La FIFA quiere que el asunto se resuelva a más tardar en el verano. Las únicas opciones aceptables para Qatar son Omán y Kuwait, los cuales no participaron en el bloqueo. De hecho, la FIFA les preguntó primero. Pero Omán dijo que no estaba listo, y Kuwait tampoco parece desesperado. Además, como un país en el que el consumo de alcohol está prohibido, y que excluye a cualquier persona con pasaporte israelí, Kuwait resulta ser un anfitrión inconveniente.

El estudio de factibilidad de la FIFA (visto por la Associated Press) dice: "Debido a la situación geopolítica en la región y al reciente bloqueo que Bahréin, Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) han impuesto a Qatar, la participación de tales países en la organización de un torneo para servir como co-anfitriones con Qatar requeriría el levantamiento de tal bloqueo".

Estas palabras le abren la ruta a un acuerdo: los saudíes aceptan abandonar el bloqueo (el cual, de todos modos, no ha afectado mucho a Qatar) y, a cambio, ellos (y posiblemente otros vecinos) comparten la Copa Mundial 2022. Infantino podría entonces vanagloriarse como el pacificador del Golfo y fantasear con obtener un Premio Nobel de la Paz. Él promocionaría la Copa del Mundo como su astuto plan para liberalizar a Arabia Saudita a través del fútbol.

Pero su verdadero objetivo es complacer a sus mayores financiadores. El dinero saudí y emiratí fue fundamental para la oferta de US$25 mil millones del año pasado -liderada por SoftBank, el conglomerado tecnológico japonés- para crear dos nuevos torneos internacionales de fútbol, una renovada Copa Mundial de clubes y una Liga de Naciones global.

Desde entonces, el plan se ha estancado, pero Infantino correctamente llamó a los US$ 25 mil millones "por mucho, la inversión más alta que el fútbol jamás haya visto". En comparación, los ingresos de la FIFA de la última Copa del Mundo (su única fuente de efectivo confiable) fueron de US$5.4 mil millones. No es de extrañar que Infantino se haya hecho amigo del joven príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman (MBS). Ellos fraternalmente se sentaron con Vladimir Putin durante el partido inaugural de la Copa del Mundo 2018 en Rusia, en el que MBS sonrío pesarosamente al ver la derrota de 5-0 de Arabia Saudita ante los anfitriones.

Ahora Qatar está infelizmente negociando con la FIFA cómo exactamente expandir el Mundial. Después de 10 años de planear el torneo, de haber recibido críticas por sus deficientes estándares laborales y la supuesta corrupción en la oferta inicial, tener que incluir a los saudíes o a los emiratíes, incluso como socios menores, se sentiría como una derrota.

El plan de Arabia Saudita, sin embargo, puede fracasar. Qatar pudiera tener éxito en insistir en la adhesión a sus contratos existentes con la FIFA para un torneo de 32 equipos, comentó James Dorsey de la Escuela de Estudios Internacionales Rajaratnam y del Instituto del Medio Oriente, ambos en Singapur. Pero si los saudíes comparten la Copa del Mundo, el escrutinio global diario pudiera impactar a un régimen que no es exactamente un maestro de las relaciones públicas internacionales. La FIFA ahora está proactivamente contactando a grupos de derechos humanos para discutir la expansión del torneo.

Aun así, algunas manchas adicionales en el carácter de Arabia Saudita no cambiarían casi nada. El asunto Khashoggi le enseñó a MBS que él puede hacer lo que le parezca. Puede haber algo de incomodidad inicial, pero las cabinas de clase ejecutiva en los vuelos a Riad pronto estarán llenas de occidentales nuevamente buscando establecer acuerdos. "Es un privilegio estar de vuelta en Arabia Saudita", dijo John Flint, el director ejecutivo de HSBC, durante una conferencia en Riad el mes pasado. Él se había retirado de una conferencia similar después del asesinato de Khashoggi.

Nombrar a Arabia Saudita como co-anfitrión representaría una declaración fuerte y clara acerca del mundo actual. El mensaje: sé tan brutal como quieras. Los poderes al mando ya ni siquiera fingen preocuparse.

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