AFP

Proponen trasladar la tumba del colonialista Cecil Rhodes, fundador de la mayor empresa de diamantes del mundo

La tumba está en una colina, dentro de un parque nacional, y para muchos es un atractivo turístico. Otros quieren desplazarla por considerar que rinde homenaje a un racista y explotador

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11 de marzo de 2023 a las 05:03

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La colina de Matobo es desde hace siglos un lugar sagrado en Zimbabue para conectar con los antepasados. Pero la presencia de la tumba del colono británico Cecil Rhodes en el mismo lugar crea controversia.

Esta sencilla lápida, que domina, con arrogancia según algunos, el impresionante paisaje, es ahora objeto de críticas de las nuevas generaciones, que quieren deshacerse del último estigma del colonialismo en este país del sudeste de África.

Sin embargo, la tumba atrae a muchos visitantes, que dan vida a los pueblos de los alrededores, dicen sus defensores, contrarios al traslado de los restos.

La tumba, situada en un parque nacional, está rodeada de imponentes rocas marcadas por la erosión y cubiertas de líquenes verdes y rojos que se iluminan cuando les da el sol.

Desde lo alto, se ve la inmensidad de los árboles, entre los que deambulan antílopes y facóqueros mientras las nubes se deslizan por el horizonte.

En 2015, un grupo denominado "Rhodes must fall" ("Rhodes debe caer") lanzó una campaña para retirar las estatuas de Cecil John Rhodes (1853-1902) en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y en Oxford (Reino Unido).

Rhodes, que inspiró el nombre de la antigua Rodesia, fue el fundador de la empresa De Beers, que sigue siendo la primera compañía de diamantes del mundo.

Calificado de filántropo pero también de racista, soñaba con un África británica que iría de Ciudad del Cabo hasta El Cairo y obtuvo de la reina Victoria la concesión de vastos territorios en el sur del continente.

En Harare, la capital de Zimbabue, Cynthia Marangwanda, "furiosa" con la tumba, explica cómo Rhodes eligió el lugar porque conocía su significado espiritual para la población local.

"Es un acto de dominación final, deliberado y calculado", dijo a la agencia de noticias francesa AFP.

Robert Mugabe, que durante décadas fue el hombre fuerte del país, no vio necesidad de trasladar los restos del colono.

Pero Marangwanda, una activista de 37 años, espera que el actual presidente actúe porque, según ella, "comprende mejor el aspecto patrimonial del debate".

Según ella, el argumento económico no se sostiene: "Matobo es un parque precioso, no necesita una tumba colonial" para atraer visitantes.

"Colonización espiritual"

Su presencia es "un insulto", una forma de "colonización espiritual", considera el historiador Tafadzwa Gwini, de 33 años.

Desplazar la tumba quizás "no tenga resultados tangibles e inmediatos, pero es una forma de reivindicar nuestra identidad", asegura.

En Matobo, a algunos visitantes les cuesta entender la indignación.

"Traje a los niños, esto es precioso", dijo Nicky Johnson, una zimbabuense blanca de 45 años. "No debemos reescribir la historia. Él quería ser enterrado aquí, así son las cosas", asegura.

Akhil Maugi, de 28 años, que vive en la cercana ciudad de Bulawayo, también opina que "no se puede borrar lo que pasó". Y cree que "nadie vendría aquí si esta tumba desapareciera".

Para el historiador local Pathisa Nyathi, fue "la grandeza de estas rocas" lo que lo convirtió en un lugar sagrado, que en su día atrajo a peregrinos alejados cientos de kilómetros.

"Pero lo que era sagrado para los africanos no lo era para Cecil Rhodes", lamenta este hombre de 71 años.

"Eso no se le puede quitar a Rhodes, tenía buen ojo" para localizar los mejores lugares, bromea por su parte David Coltart, exministro y político local de la oposición.

A la salida del parque, un mercado ofrece a los turistas camisetas, cestas y figuritas de animales tallados.

Un poco más allá, en un pueblo de pocas casas, Micah Swanda, de 82 años, se apoya en un bastón junto a un camino. Está descalzo, vigilando unas vacas.

Los visitantes "compran nuestra artesanía, eso nos permite enviar a nuestros hijos a la escuela, comer", dice el anciano, de barba blanca.

Si se trasladara la tumba, "sería muy duro, aquí no hay trabajo", asegura.

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