Street Food, la nueva serie de Netflix para recorrer el mundo desde la cocina callejera

Propone el rescate de los valores culturales, sociales y familiares de cada lugar que visita

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10 de mayo de 2019 a las 05:02

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La escena la hemos visto ya mil veces. El aspirante del concurso realiza un plato complicado, de varios pasos. Lo presenta con tensión, con nerviosismo, frente a un jurado –que suelen ser o tres o Gordon Ramsey– quienes ponen caras circunspectas por un rato y luego hay un 50% de probabilidades de que estallen en gritos humillantes o aclamaciones conmovedores. Parecería que la cocina o el mundo de la comida en TV sólo ha encontrado un nicho a nivel competitivo, donde cocinar es antes que nada una habilidad para conseguir algo: un premio, un delantal blanco o una plaza en alguna escuela de cocina importante.

Esta tendencia no ha encontrado sitio, sin embargo y contra todo lo malo que se suele decir del servicio de streaming, en Netflix. Si alberga algún programa de competición culinaria, bien puede ser The Big Family Cooking Showdown donde la competencia es laxa, ligera y se valora el rescate de la cocina familiar -y el cocinar en familia- ante todo. Y si nos fijamos en sus otros programas culinarios –The Mind of a Chef o Somebody Feed Phil– encontramos la cocina y la comida como lugares de encuentro o de exploración para aquellos cocineros que han hecho de la comida, un arte. Y dentro de esta segunda variable –la de la cocina como algo más que un medio para alcanzar un fin y algo más que simplemente picar ingredientes y ponerlos juntos en un plato– es que viene a sumarse Street Food.

La serie creada por David Gelp y Brian McGinn apuesta en esta, su primera temporada, a concentrarse en Asia –riquísimo en variedad gracias a su inmensa extensión– donde recorren en nueve episodios: Bangkok, Tailandia; Osaka, Japón; Dehli, India; Yogyakarta, Indonesia; Chiayi, Taiwan; Seúl, Corea del Sur; Ciudad Ho Chi Mihn, Vietnam; Singapur y Cebu, Filipinas- utilizando para cada episodio un mismo esquema: abren con la opinión de un experto en comida y en el lugar (que puede ser un chef internacional como Nicky Tran en Vietnam o un crítico culinario local o hasta un guía turístico) y luego se centran en varios cocineros y vendedores callejeros, con especial eje en uno pero complementando el episodio (que nunca supera la media hora) con dos o tres más. 

La producción es excelente. Se trata del mismo equipo detrás de otra serie culinaria de Netflix –Chef´s Table, que se centra en el trabajo de los chefs en cocinas de todo el mundo– pero apela a distintas cosas. Por ejemplo, es importante en cada episodio dar un contexto histórico y político del lugar, para luego poner en justa perspectiva qué significa la comida callejera allí. En todos los casos se habla de países con marcada costumbre por el consumo de comida en la calle –tanto por nivel económico como por masividad en su población– pero la serie no se centra en aquellos consumos “rápidos” o que hayan sido coptados por lo cosmopolita, sino en los lugares de venta callejera como último reducto de platos y comidas tradicionales. La comida callejera como último refugio de la tradición culinaria de un país.

Pero aquellos que esperen encontrar recetas o al menos una detallada descripción de los platos, mejor es abstenerse. No es la intención de Street Food que uno pueda probar hacer luego en su casa Cangrejo en Chile o Arroz con Pavo (incluso si pudiera encontrar los exóticos ingredientes en la plaza local). Street Food se centra en la comida, sí, pero en la comida como eje de otras cosas. Eje de costumbres ancestrales –maneras de cocinar– que sobreviven en los ancianos que sostienen incansables sus puestos de venta en las aceras; eje de maneras de sobrellevar crisis económicas en países complicados, así como lugares donde lograr que las comunidades se congreguen y logren juntas salir adelante; eje de reuniones familiares donde hijos acuden al socorro de padres en situaciones adversas y padres que dejan la vida en estos mismos puestos sólo pensando en dar un mejor futuro a sus hijos; eje de pequeños barrios o poblados en la total miseria que son rescatados por puestos callejeros exitosos (incluso alguno de ellos, ganador de la afamada estrella Michelin) que reactivan social y económicamente la zona; etc.

Aunque por momentos amague a caer en el melodrama –son muchas las anécdotas tristes de sus protagonistas– Street Food es, antes que nada, una serie festiva. Una serie que recuerda lo importante que es la comida para la cultura de un país (notable es en el episodio de Singapur, cuando un entrevistado rememora los inicios de este país tan joven y dice “no teníamos idioma, por lo que no teníamos canciones. Pero teníamos la comida y la comida fue lo primero que nos hizo sentir que teníamos un país propio”), para la sociedad misma que la conforma y para los núcleos familiares que la mantienen, que mantienen en sus recetas propias, la cultura de ese lugar y que, además de todo, la ponen al alcance de los suyos. Directamente a la calle.

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