Camilo dos Santos

Un logro para celebrar, innecesariamente empañado

Con apoyo del exterior, pero con críticas, dudas y sospechas dentro de fronteras

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11 de mayo de 2019 a las 05:04

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Los gobiernos quieren dar buenas noticias, pero el caso es que a veces no hay coincidencia entre lo que la autoridad considera que es un hecho positivo y la percepción de la gente.

El gobierno de Vázquez se entusiasma con “dos viernes seguidos de noticias de impacto fuerte”, por el doble efecto que ello supone, y todo eso precedido de la ratificación de Standard & Poor’s de la calificación de “grado inversor” con perspectiva estable.

Son tres noticias en pocos días, que muestran un reconocimiento.

Por un lado, el carné de notas sobre riesgo, que sigue dentro del rango de aprobado, satisfactorio (investment grade).

Por otro lado, el final feliz del cumplimiento de condiciones y de financiamiento internacional para el ferrocarril central, la obra de infraestructura de mayor dimensión de toda esta estapa democrática que comenzó en 1985.

Y además, la presencia internacional de presidentes de instituciones de crédito multilaterales (BID y CAF), junto a empresarios locales y extranjeros, avalando el proceso y transmitiendo confianza y entusiasmo.

Una cosa es la firma del contrato de una obra como no hay desde la época de construcción de una represa, y otra cosa es que concrete una reunión al más alto nivel para respaldar ese proyecto: aunque todo sea sobre el ferrocarril, son dos hechos noticiosos.

Para el gobierno se trata de noticias positivas por tres razones. Las dos primeras, de tipo político: muestra que tiene capacidad de generar confianza y atraer inversiones; siente que deja mudos a los que lo criticaban por no concretar logros. La otra es de tipo económico, pero con incidencia política: las obras comenzarán y habrá incremento de demanda de mano de obra para puestos directos, y para lo indirecto que genera.

Y a eso se suman otros planes de infraestuctura vial, y otros de construcción de escuelas, jardines, liceos, UTU, polideportivos, CAIF y otros centros educativos (que vienen demorados, pero esperan que en algún momento comiencen).
Ahora en la Torre Ejecutiva se siente alivio, porque los planes comienzan a cristalizarse y los frutos comienzan a recogerse.

El problema es que para el caso de UPM y las obras conexas, como el ferrocarril central, la nueva terminal portuaria y otras, emerge una resistencia que de alguna manera empaña el logro. Ahí radica un problema del gobierno que no sólo obedece a una comunicación ineficaz de todo el período, sino que responde a subestimar el rol de los críticos de la obra en su conjunto y sembradores de dudas.

Según sondeos de opinión pública, la instalación de una mega fábrica de celulosa y el nuevo ferrocarril de carga y pasajeros, generan un amplio respaldo y satisfacción popular. Pero nadie sale a manifestar a la calle para celebrar una inversión de tal magnitud, y los que sí salen a ocupar espacios de prensa o de protesta callejera, son los que se sienten afectados en sus propiedades o en su vida cotidiana.

También salen con fuerza algunos ambientalistas, aunque no se sepa si son representativos de un espectro amplio o si se trata de personas que detestan este tipo de emprendimientos y no quieren entrar a discutir sobre impacto ambiental y cómo tratarlo, sino que sólo piensan en rechazarlo.

Desde la oposición se cuestiona al gobierno por la forma en que manejó el caso y las condiciones que aceptó. Las discusiones no fueron fáciles y jerarcas que negociaron con UPM buscaron obtener lo que más se pudiera para el país, y esa negociación no estuvo ajena a situaciones tirantes y ásperas.

Desde afuera (o desde adentro, y en campaña), siempre es fácil decir “había que negociar mejor”.

Hay otra complejidad: varios sectores del Frente Amplio están en desacuerdo con las condiciones generales, más allá de negociaciones puntuales: no quieren zona franca, ni nada del encuadre básico del negocio.
Siempre se puede negociar mejor, pero hay que estar ahí para comprobar que no es tan fácil.

El gobierno comunicó mal por dos razones: primero porque está claro que no sabe comunicar ni tiene estrategia de comunicación profesional para caso alguno, y segundo porque subestimó el problema, creyendo que todo sería como fue con Botnia o Montes del Plata.

Vázquez pudo involucrar a líderes de oposición en el proceso de negociación, otros actores, y lograr aliados para celebrar esta conquista. Lo hizo sólo, creyendo que al igual que con las dos plantas anteriores habría apoyo casi unánime.

No percibió que en esas dos pimeras plantas, el Uruguay enfrentó una ofensiva de los Kirchner, Néstor y Cristina, que fue tan dura como inesperada, y eso despertó un espiritu uruguayo de defensa cerrada. La mínima protesta ambientalista dentro de fronteras, quedaba expuesta como una tración a la patria.

Ahora ya no están los Kirchner para garantizar silencio interno.

Eso suponía mejor manejo político en procura de apoyos amplios.

Además, la demora de los planes de infraestructura vial y educativa por PPP (participación público-privado), dejaron al gobierno de Vázquez como “UPM-dependiente”, como si ese fuera el único proyecto.

¿Es lo único? No es lo único, pero sí parece.

Entonces hay parte de la sociedad, incluso dentro del Frente Amplio, que asume que al no tener otro plan fuerte, el gobierno tuvo que “entregar soberanía”, que “ceder demasiado”, que decir todo que sí, para salvar la única inversión importante.
En medio de esto, UPM desnuda el problema del Uruguay y eso ha sido destacado por un senador de la oposición y pre candidato colorado. José Amorín Batlle

Que por ser un país chico no tiene mercado interno atractivo y precisa acuerdos comerciales con otros países, que hay carencias de infraestructura, que la carga tributaria es pesada para el emprendedor, que la legislación laboral es rechazada por la OIT (en ocupaciones y negociación tripartida), que falta capacitación de mano de obra … Y que por eso, UPM pide tren y las rutas, exoneraciones impositivas, una zona franca; relaciones laborales de acuerdo y sin sorpresas, apoyo a UTU para capacitar personal … 

La celebración del gobierno deriva en indifencia en unos, rechazo en otros, críticas y acusaciones en otros.

Cuando comience la obra, eso se notará con la contratación de personal y el movimiento.

Mientras, la celebración queda opacada por críticas, dudas, enredos. Si la negociación pudo ser mejor, nadie lo sabe. El manejo político sí pudo ser mejor. 

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