El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) empieza a mostrar resultados concretos. Desde su puesta en marcha, el Gobierno nacional aprobó ocho proyectos por más de USD 11.700 millones, mientras que otros once se encuentran en evaluación, con un potencial de inversión cercano a los USD 12.000 millones adicionales.
La herramienta, uno de los pilares de la política económica del Gobierno desde que asumió, busca atraer capitales privados para impulsar sectores estratégicos como la minería, energía y agroindustria, garantizando estabilidad fiscal y libre disponibilidad de divisas por tres décadas.
Los proyectos aprobados: minería y energía lideran el nuevo ciclo inversor
A poco de cumplirse un semestre desde su entrada en vigencia, el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) ya muestra resultados concretos. Según los registros oficiales, ocho proyectos fueron aprobados formalmente, concentrados principalmente en los sectores energético, minero e industrial.
Entre las iniciativas más relevantes figura Los Azules, el proyecto de cobre impulsado por McEwen Copper en San Juan, considerado la gran apuesta minera del país bajo el esquema PEELP (Proyectos de Exportación de Largo Plazo). En el mismo segmento se encuentra Hombre Muerto Oeste, de Galán Lithium, en Catamarca, y Rincón de Litio, desarrollado por Rincón Mining PTY LTD en Salta, ambos orientados a fortalecer el papel de Argentina en la transición energética global.
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En materia energética, se destacan el Parque Solar El Quemado, de YPF Luz en Mendoza, y el Parque Eólico Olavarría, desarrollado por PCR y Acindar en Buenos Aires, ambos clasificados como proyectos básicos. También fue aprobado el Vaca Muerta Oil Sur (VMOS), un ambicioso plan conjunto de YPF, PAE, Vista, Pampa Energía, Pluspetrol, Chevron y Shell, que integrará infraestructura y transporte de crudo desde Neuquén y Río Negro hacia la zona portuaria atlántica.
Otro hito es la licuefacción de gas natural a través del proyecto FLNG (buques flotantes de GNL), liderado por Southern Energy, que se enmarca también dentro del esquema PEELP, y que prepara el terreno para el salto exportador de Vaca Muerta. Por último, el Proyecto Siderúrgico Argentino Sidersa, ubicado en la provincia de Buenos Aires, complementa el panorama con una apuesta industrial vinculada a la producción de acero, orientada a abastecer tanto al mercado local como a exportaciones regionales.
En conjunto, estos ocho proyectos representan una diversificación sectorial inédita, con presencia simultánea en minería, energía, siderurgia y renovables. Según estimaciones del Ministerio de Economía, su ejecución podría generar más de 15.000 empleos directos e indirectos y duplicar las exportaciones energéticas y mineras hacia 2030.
Once proyectos en carpeta: el foco se amplía
Paralelamente, el Ministerio de Economía y la Agencia de Inversiones analizan once proyectos adicionales, por un monto cercano a los USD 12.000 millones, lo que podría elevar la cartera total del RIGI a más de USD 23.000 millones. La mayoría de las iniciativas en evaluación provienen de los sectores de litio, hidrógeno verde, biotecnología y agroindustria, con fuerte participación de empresas extranjeras.
Entre los más avanzados se encuentra el proyecto de hidrógeno verde en Río Negro, liderado por la australiana Fortescue, con una inversión estimada en USD 8.000 millones, considerado el más grande de América Latina en su tipo. También se destacan los nuevos emprendimientos de litio en Salta, Catamarca y Jujuy, impulsados por compañías de China, Canadá y Corea del Sur, que buscan aprovechar la creciente demanda internacional del mineral clave para la transición energética.
A estos se suman la ampliación del Gasoducto Vaca Muerta Sur, para asegurar el transporte hacia las terminales portuarias del Atlántico; proyectos de procesamiento de alimentos y bioetanol en Córdoba y Santa Fe; y el desarrollo de infraestructura portuaria en el sur bonaerense, que servirá de base logística para futuras exportaciones. Fuentes oficiales destacan que la dinámica del régimen ha superado las expectativas iniciales. La combinación de seguridad jurídica, estabilidad fiscal y previsibilidad cambiaria habría sido determinante para que grandes corporaciones incluyan nuevamente a la Argentina en sus planes de expansión regional.
Un mapa federal de oportunidades y desafíos
El mapa del RIGI muestra una distribución federal de inversiones, aunque con una concentración clara en dos regiones: Cuyo y la Patagonia. San Juan, impulsada por el proyecto Los Azules, emerge como el corazón del nuevo ciclo minero, mientras que Río Negro se posiciona como el polo energético del futuro, con proyectos vinculados al GNL y al hidrógeno verde.
También se destacan Neuquén, por su rol estratégico en Vaca Muerta, y Salta y Catamarca, epicentros del boom del litio. En conjunto, estas provincias concentran más del 70% de la inversión total comprometida o en análisis. El desafío, sin embargo, sigue siendo estructural: Argentina carece de la infraestructura logística y energética necesaria para acompañar este salto de escala.
Expertos del sector advierten que sin rutas, ferrocarriles, gasoductos y puertos adecuados, muchos proyectos podrían enfrentar demoras o pérdida de competitividad frente a países como Chile o Perú. Aun así, el balance del primer año del RIGI es positivo. Según fuentes del Palacio de Hacienda, “nunca en las últimas tres décadas se había registrado un nivel tan alto de presentación de proyectos privados de gran escala”.
Si los compromisos se materializan, el régimen podría incrementar las exportaciones argentinas en USD 15.000 millones anuales hacia 2032, consolidando a la minería y la energía como los nuevos motores del crecimiento. El Gobierno confía en que el RIGI sea la punta de lanza de un ciclo de inversiones sostenido. Pero el éxito del modelo dependerá, en última instancia, de mantener la estabilidad regulatoria y macroeconómica que reclaman los inversores. En un contexto de alta volatilidad global, la confianza será tan importante como el capital.