6 de noviembre 2025 - 15:51hs

La Fundación Pensar presentó un estudio que analiza la profunda transformación de la clase media argentina a lo largo de las últimas cinco décadas. El informe, titulado "Esperando la Carroza: la 'clase media Mafalda' se diluye", describe cómo este segmento social, históricamente emblema de cohesión y movilidad ascendente, atraviesa un proceso de mutación que modifica tanto su composición como su autopercepción, en un contexto marcado por crisis recurrentes desde el Rodrigazo en 1975 hasta la pandemia de 2020.

El trabajo, elaborado por Guillermo Oliveto, fundador de Consultora W, y Mora Jozami, directora de Casa Tres, revela que la clase media actual representa el 43% de los hogares argentinos, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC correspondientes al segundo trimestre de 2025. Esta proporción contrasta con la imagen histórica de un país donde, en los años setenta, cerca del 75% de la población se percibía como clase media y la pobreza rondaba apenas el 4%.

Resiliencia en medio de la tormenta

Uno de los hallazgos más significativos del estudio es la capacidad de resistencia de este segmento social. A pesar de los vaivenes económicos de la última década, la clase media multimodal —medida por la Fundación Pensar a través de indicadores como cobertura médica del jefe de hogar, vivienda propia y educación privada para los hijos— se mantuvo entre el 38% durante la pandemia y el 44% en 2018. Esta diferencia de apenas seis puntos porcentuales en un período de alta inflación y estancamiento económico demuestra, según el informe, "una gran capacidad de resiliencia para mantenerse a flote".

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Sin embargo, esta resiliencia tiene un costo. El documento señala que el 63% de los argentinos afirmó haber resignado servicios o actividades que realizaba habitualmente, con mayor impacto en quienes se perciben de clase media baja o clase baja alta. Los recortes principales se concentraron en actividades de ocio general (57%), compra de indumentaria (38%) y, en menor medida, plataformas de contenidos (23%) y vacaciones (19%).

"La clase media fue históricamente el corazón del imaginario nacional. Hoy vive un proceso de mutación: sigue siendo aspiracional, pero sufre la pérdida de seguridad y previsibilidad que la definían", explicó Oliveto. El especialista destacó que "el consumo se volvió un espejo de la fragilidad: de disfrutar a resistir, de la ilusión al esfuerzo sin premio".

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Del mundo de Mafalda a las tres Argentinas desconectadas

El informe utiliza la metáfora de Mafalda, el personaje creado por Quino, para ilustrar aquella Argentina más homogénea de los años sesenta y setenta. Era un mundo, señala el estudio, donde "se tenía menos, pero se aspiraba a menos, por el simple hecho de que en la era preinternet se conocía menos". La clase media de entonces no gastaba en educación o salud privada como hoy, ni aspiraba masivamente a viajar al exterior. Sus deseos estaban "contenidos, acotados, cercenados, no porque hubiera necesariamente mayor sabiduría, sino porque había menos estímulo".

Ese escenario contrasta radicalmente con el actual, donde la explosión de información y la vidriera infinita del mundo digital generan nuevas presiones. El documento describe la emergencia de tres Argentinas distintas y desconectadas entre sí: una clase alta orientada al futuro con capacidad de planificación; una clase baja centrada en la supervivencia cotidiana; y una clase media que oscila entre el temor al futuro y la incertidumbre, avanzando y retrocediendo sin poder proyectar más allá del presente inmediato.

"La clase media argentina se define menos por su ingreso y más por su modo de vida, por los valores del esfuerzo, la estabilidad y la aspiración de una vida digna. Aun en la adversidad, persiste la búsqueda de ese 'buen vivir' que sostiene su identidad colectiva", reflexionó Jozami.

La percepción de retroceso generacional

Uno de los datos más significativos del relevamiento es que el 41% de los argentinos considera que tiene un peor pasar económico que sus padres, mientras que solo el 27% cree que vive mejor y otro 27% que está igual. Esta percepción de movilidad social descendente se acentúa entre los adultos de 30 a 49 años y en los sectores de nivel socioeconómico bajo.

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El estudio también revela un fenómeno paradójico: el 35% de quienes pertenecen a la clase baja se consideran de clase media, mientras que el 80% de la clase alta se autopercibe como clase media. Este "síndrome de clase media" responde, según el informe, a que existen hábitos y consumos asociados culturalmente a este segmento que no están estrictamente relacionados con los ingresos del hogar.

Para ser considerado de clase media según los parámetros del estudio, los ingresos del hogar deben ubicarse entre $2.000.000 y $6.500.000 mensuales netos, lo que representa aproximadamente entre dos y cinco canastas básicas totales. En base a estos datos, 7 millones de hogares argentinos son de clase media, 8 millones de clase baja y menos de 1 millón de clase alta.

Del consumidor estoico al sacrificial

El informe identifica una mutación reciente en los patrones de consumo. Durante 2024, los argentinos adoptaron lo que el estudio denomina un "consumidor estoico", caracterizado por un estilo de compra más asertivo, reflexivo y selectivo. Ya no se trataba de comprar mucho y apurado, sino de "comprar bien", buscando equilibrio y sintonía fina entre deseo y posibilidad.

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Esta lógica, inspirada en la filosofía estoica de moderación y autocontrol, representaba una maduración hacia patrones de consumo más sostenibles, similares a los de países europeos. Sin embargo, a partir del segundo semestre comenzó a producirse una nueva mutación. "Ahora los patrones de conducta, que ya habían cambiado radicalmente el año pasado, se mueven 'de nuevo'", señala el documento. Se pasó "de la atención a la alerta y de la prudencia al padecimiento". Para muchos, indica el estudio, "comprar duele".

Esta transición hacia lo que el informe denomina "consumidor sacrificial" implica no solo moderar sino directamente privarse. Seis de cada diez argentinos de clase media afirman que su trabajo les permite subsistir pero no crecer económicamente. La prepaga médica emerge como el último bastión de pertenencia: el 28% la menciona como lo último que resignaría o evitaría resignar.

Pese a este escenario, el estudio subraya que la clase media continúa defendiendo sus símbolos de pertenencia —la educación, el trabajo y la vivienda— como elementos constitutivos de su identidad. "Los argentinos estamos esperando la carroza", sintetiza el informe en su cierre, evocando "que el mito fundante de nuestra nación vuelva a ser realidad, con la educación y el trabajo como pilares de movilidad ascendente".

El relevamiento se realizó entre el 26 de septiembre y el 2 de octubre de 2025, con una muestra de 2.319 casos efectivos y un margen de error de +/- 2,1%.

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