Todo comenzó en 1902, en una imprenta de Brooklyn, Nueva York, donde la humedad y el calor estaban causando graves problemas. La Sackett & Wilhelms Lithographing & Publishing Company, una importante imprenta, veía cómo su producción se arruinaba constantemente debido a que las variaciones en la temperatura y la humedad afectaban la tinta y el papel, provocando que las impresiones quedaran desalineadas. Los encargados de la imprenta, frustrados por la situación, acudieron a la empresa Buffalo Forge, donde trabajaba un joven y prometedor ingeniero llamado Willis Carrier.
A sus 25 años, Carrier ya había demostrado su capacidad para resolver problemas complejos. Había diseñado un dispositivo que secaba madera y café, y ahora tenía ante sí el reto de estabilizar el clima en la imprenta de Brooklyn. La solución vino de una observación que realizó en una fría noche de otoño en la estación de tren de Pittsburgh, donde la niebla que envolvía la plataforma le hizo reflexionar sobre cómo podría manipular la humedad en el aire. Así fue como desarrolló el primer sistema de aire acondicionado tipo spray, que filtraba el aire húmedo a través de una fina capa de agua para reducir la humedad.
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Willis Carrier en la instalación del primer equipo de aire acondicionado en la imprenta Sackett & Wilhelms, Brooklyn, en 1902
En 1903, el nuevo sistema fue instalado en la imprenta, resolviendo el problema de las tintas. Este primer sistema de aire acondicionado, aunque rudimentario comparado con los actuales, logró mantener una humedad constante del 55 % y proporcionaba un enfriamiento equivalente a 50.000 kilos de hielo por día. A partir de este momento, el invento de Carrier comenzó a expandirse, llevando una revolución tecnológica a diversas industrias.
Expansión en la industria y patentes clave
En 1906, Willis Carrier patentó su invento bajo el nombre de "Aparato para tratar el aire" (patente número 808.897), marcando el inicio formal de la industria del aire acondicionado. En sus primeros años, esta tecnología estaba orientada exclusivamente a mejorar procesos industriales. Las fábricas textiles en el sur de los Estados Unidos fueron de las primeras en implementar los sistemas de Carrier, ya que la falta de humedad en el aire provocaba problemas con la electricidad estática que afectaban las fibras de algodón. Al instalar los sistemas de aire acondicionado, estas fábricas pudieron estabilizar el ambiente y mejorar considerablemente su producción.
El éxito del invento no tardó en expandirse a otros sectores. En 1907, se realizó la primera venta internacional de un sistema Carrier a la Fuji Silk Spinning Company en Yokohama, Japón, lo que marcó el inicio de la globalización de esta tecnología. En los años siguientes, el aire acondicionado llegó a industrias de películas de celuloide, procesadores de tabaco, fábricas de jabón y plantas farmacéuticas, entre muchas otras.
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Imagen de la planta de Carrier en 1922 mostrando el primer enfriador centrifugo que abrio las puertas al aire acondicionado a gran escala
Sin embargo, fue en 1922 cuando Carrier dio un paso crucial con la invención del compresor de refrigeración centrífugo, una mejora que permitió climatizar grandes espacios de manera más eficiente. Este avance abrió la puerta a la instalación de aire acondicionado en oficinas, hospitales, cines y tiendas departamentales, haciendo que el aire fresco fuera accesible a muchas más personas.
Crecimiento internacional y el aire acondicionado hogareño
En 1924, los grandes almacenes J.L. Hudson en Detroit fueron los primeros en instalar un sistema de aire acondicionado en su sótano, un espacio que antes era conocido por ser sofocante y que, tras la instalación del sistema Carrier, se convirtió en un lugar popular entre los clientes. Ese mismo año, los cines de Estados Unidos comenzaron a adoptar el aire acondicionado para atraer más público durante los calurosos días de verano. El Rivoli Theatre en Nueva York fue pionero en ofrecer esta experiencia, y las largas filas de personas esperando para disfrutar de una película en un ambiente fresco demostraron el éxito del nuevo sistema.
Unos años después, en 1926, Carrier presentó el primer aire acondicionado doméstico, lo que permitió que el confort climático se extendiera no solo a las grandes empresas, sino también a tiendas minoristas y hogares. Este desarrollo fue crucial, ya que democratizó el acceso al aire acondicionado, un privilegio que hasta entonces había estado reservado a las grandes industrias y edificios públicos. El aire acondicionado dejó de ser un lujo exclusivo para convertirse en un elemento clave del confort cotidiano. Sin embargo, la llegada de la Gran Depresión en 1929 y la posterior Segunda Guerra Mundial ralentizaron la expansión del aire acondicionado residencial, que no alcanzaría su máximo auge hasta la década de 1950.
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Willis H.Carrier visitando Onondaga Pottery Company en Syracuse, Nueva York, en el ano 1950 para inspeccionar su primera centrifugadora, terminada en 1922
No obstante, durante estos años de crisis, la empresa Carrier no dejó de innovar. En 1933, se instaló el primer edificio completamente climatizado en Japón, y en 1937, el transatlántico Koan Maru se convirtió en el primer barco de pasajeros del mundo en ofrecer aire acondicionado a bordo. Estos hitos consolidaron el estatus de Carrier como un pionero en el desarrollo de soluciones para el control climático en diversas industrias y servicios.
El impacto del aire acondicionado en la sociedad y la tecnología
El impacto del aire acondicionado fue mucho más allá de proporcionar comodidad en los días calurosos. A medida que se perfeccionaron los sistemas, estos comenzaron a jugar un papel clave en sectores que van desde la medicina moderna hasta la producción de microprocesadores y otras tecnologías avanzadas. Los quirófanos, por ejemplo, dependen del control exacto de la temperatura y la humedad para garantizar la seguridad de los pacientes durante las operaciones. Del mismo modo, las fábricas que producen chips electrónicos y otros componentes delicados necesitan un ambiente libre de fluctuaciones de temperatura y humedad para garantizar la precisión en la producción.
Además, el aire acondicionado permitió que áreas del planeta con climas extremos, como las regiones desérticas de Dubái y Riad, pudieran desarrollarse y crecer. La tecnología de Carrier hizo posible que estas ciudades prosperaran, permitiendo la construcción de edificios que, de otro modo, habrían sido inhabitables. De hecho, ciudades enteras en zonas tropicales y desérticas no serían viables sin el control del clima interior que proporciona el aire acondicionado.
El sector de la aviación y la exploración espacial también se benefició enormemente de los avances en la climatización. Los centros de control de vuelo, los aviones comerciales y las naves espaciales dependen de sistemas de climatización precisos para su correcto funcionamiento. Sin estos sistemas, muchos de los avances en la exploración espacial y la aviación comercial no habrían sido posibles.
En 1915, después de que Buffalo Forge cerrara su departamento de refrigeración debido a la crisis económica posterior a la Primera Guerra Mundial, Willis Carrier y seis colegas decidieron independizarse y fundaron la Carrier Engineering Corporation con un capital inicial de 32.600 dólares. Bajo el liderazgo de Carrier, la empresa se expandió rápidamente, y para 1922, el desarrollo del compresor de refrigeración centrífugo marcó un antes y un después en la historia de la climatización. Este avance tecnológico permitió que espacios mucho más grandes, como hospitales, tiendas y aeropuertos, pudieran beneficiarse de la climatización, transformando así la vida cotidiana de miles de personas.
La empresa, que comenzó siendo una pequeña iniciativa de un grupo de ingenieros, creció hasta convertirse en una multinacional que hoy tiene presencia en más de 180 países y emplea a más de 53.000 personas. Sus 51 fábricas y 39 centros de investigación y desarrollo trabajan continuamente en la creación de soluciones más eficientes y sostenibles, adaptándose a las nuevas necesidades del mercado y al creciente desafío del cambio climático.
En el ámbito doméstico, la llegada del aire acondicionado a los hogares en la década de 1950 supuso un cambio drástico en la calidad de vida de las personas. Los días de calor insoportable se volvieron más manejables, y con el tiempo, los sistemas de aire acondicionado se convirtieron en un elemento imprescindible en muchas casas, especialmente en regiones con climas extremos.
El legado de Willis Carrier
El 7 de octubre de 1950, a los 74 años, Willis Carrier falleció mientras paseaba por las calles de Nueva York. Sin embargo, su legado había transformado la vida moderna para siempre. Su invento no solo mejoró la calidad de vida en las regiones más cálidas del mundo, sino que también fue crucial para el desarrollo de nuevas tecnologías. El control preciso de la temperatura y la humedad es esencial en la producción de microprocesadores, dispositivos electrónicos y en muchos otros procesos industriales delicados.
Gracias al aire acondicionado, ciudades como Dubái, Riad y otras metrópolis en zonas desérticas pudieron desarrollarse, y áreas tropicales se volvieron habitables y productivas. El aire acondicionado también jugó un papel clave en la medicina moderna, con aplicaciones en quirófanos, cuidados intensivos y laboratorios.
A nivel empresarial, la Carrier Corporation, fundada por Willis en 1915, se convirtió en un gigante global. Hoy en día, la empresa cuenta con 51 fábricas y 39 centros de investigación en todo el mundo, emplea a más de 53.000 personas y tiene presencia en más de 180 países. Además, ha sido pionera en el desarrollo de tecnologías que buscan mitigar el impacto ambiental de los sistemas de aire acondicionado, alineándose con los esfuerzos globales por frenar el cambio climático.