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Crónica de una noche de boliche en La Paloma: esto fue lo que pasó

Barbas, el lugar que concentra la movida del balneario, alcanza su pico cuando sale el sol
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05 de enero de 2018 a las 05:00
Desde La Paloma

Tres hombres solteros llegaron el martes a La Paloma con el objetivo de salir, conocer chicas y divertirse. Vinieron de Canelones y, como son pocos, se quedaron en un hostel. ¿Qué pasó con el resto de sus amigos? Uno tiene novia y el otro tenía que trabajar. Cada año son menos en ese grupo.

La Paloma no es para cualquiera. Primero por la parte económica. Estos tres jóvenes uruguayos planearon invertir unos $ 13 mil en las cuatro noches y un poco de playa. Cada uno gastó $ 4.000 en hospedaje, $ 2.000 en entradas al boliche Barbas y el resto en comida, mucha bebida y transporte.

Los tres accedieron a que los acompañe una periodista de El Observador desde la previa hasta el desayuno posboliche, pero pidieron que no salieran sus nombres publicados. A la cabeza planificadora e informada de este equipo de salidores se lo llamará Hugo, un contador de 24 años. Luego está José, un estudiante avanzado de medicina, que pone todas sus fichas en la noche palomense; el resto del año se la pasa estudiando. Y finalmente, Luis, de 33 años, que se acaba de separar y estos días en La Paloma son la confirmación de su regreso a las canchas. Una prueba, porque en realidad se tiene poca fe para afrontar la noche rochense.

Estos tres jóvenes uruguayos planearon invertir unos $ 13 mil en las cuatro noches y un poco de playa.

Como es su primer día de salida, no durmieron siesta. Cenaron unos panchos al pan con ensalada estratégicamente a la hora 23 y comenzaron la previa a eso de las 0:30 con un fernet con coca.
Hubo muchas quejas sobre el fernet. El de 33 lo propuso como bebida para la primera noche porque es mejor para el estómago y necesitan recuperarse rápido para salir el resto de los días. Los otros dos comentaron lo feo que les resultaba el fernet. Pero el estudiante de medicina asegura que si toma solo cerveza, difícilmente pueda levantarse bien al otro día.

Son conscientes de que la gente de su edad está más al este, principalmente en La Pedrera. A Hugo no le convence que allí la salida se concentre en la calle y no en un boliche.

La previa transcurrió entre vasitos de plástico, canciones que llegaban de al lado y uno de ellos se fumó un porro.

Las chicas

Uno de ellos tiene "un pique" que iría a La Paloma por la noche y pensaba ver. Como no hay compromisos, ambos pueden conocer y tener otras historias mientras tanto.

Además del boliche, otro lugar para "mirar chicas" es La Balconada, donde se concentran cientos de jóvenes para el atardecer. Algunos llevan alcohol, muy pocos mate y los paradores pasan música. Pero para el más mujeriego del grupo, José, la playa no es lugar para encarar. Cuenta que esa misma tarde vio en La Balconada a una morocha que lo "enamoró". Fijó su vista en ella por un rato, pero cuando ella finalmente lo miró, él bajó la cabeza y no volvió a levantarla. "Somos gente tímida como para ir por la vida conversando", se justificó. "El tema es romper el hielo y ahí va la bebida".

"¿Y qué pasa si la morocha de La Balconada está en Barbas?", dice alguien. "Si la reconozco es que no tomé lo suficiente y no voy a tener el coraje de hablarle. Y si tomé, no la voy a reconocer. No hay chance de que entable una relación", sentencia el presunto galán. "Voy a tomar coraje y terminar esto", dijo uno de ellos para liquidar su vaso de fernet y definir los aprontes previos. Son casi las 3 de la mañana.

Hugo se pone mucho perfume mientras José pregunta cómo le queda la bermuda color marsala que acababa de comprar. Preocupado por su aliento más tarde y los efectos del fernet, chequea si lleva chicles. Compró dos cajas de preservativos pero se lleva uno solo. Hay un breve intercambio de opiniones de si es buena idea llevar uno para los tres. Y otro del grupo, más optimista, resuelve llevar tres. "Compré porque si justo las estrellas se alinean...", dice José. "Además soy retraumado con las ETS".

Con una botella vacía cortada crearon un dispositivo descartable para tomar en el camino, rumbo al boliche.

"Somos gente tímida como para ir por la vida conversando", se justificó. "El tema es romper el hielo y ahí va la bebida".

La peregrinación

A determinada altura, bordeando la rambla, ya se nota la peregrinación de decenas de chicos y chicas, todos caminando hacia la zona de los boliches. Muchas llevan pantalones blancos, pero sobre todo shorts, también blancos, bien cortos. Las plataformas les dan altura y facilidad para encarar la caminata. Los chicos: bermudas y camisas con estampados veraniegos. Muchos muestran el pelo sucio y desaliñado; está de moda.

La caminata hasta Barbas dura 40 minutos. Antes de entrar hicieron un esfuerzo por terminar lo que llevan en la botella cortada. "Ya no sé lo que tomo", dice uno de ellos. "La única forma de divertirse es tomar antes de entrar porque adentro es caro", agrega José. A las 4 y con las entradas que habían comprado previamente a $ 500 cada uno, finalmente ingresan.

4.400 personas asistieron a Barbas el martes, cuando se presentó la banda Toco para Vos

Amanecer de un día agitado

El boliche no está lleno. La noche recién empieza. Un escenario de madera en el centro anuncia cuánto falta para que se presente Toco para Vos. Dice 1 hora 36 minutos, y el segundero va descontando.

A las 4:30 aparece la primera pareja besándose acaloradamente en la pista. Rápidamente se separan para seguir cada uno por su lado. No dan señales de un vínculo previo pero tampoco de lo contrario.

En las tres pistas suenan diferentes estilos de música, desde tecno hasta reggaetón. Ninguna tiene un estilo específico.

Muy a pesar de que "feminismo" fue una de las palabras del año pasado, la canción que más provoca agite es Putishort de Papichamp. Suena y todas empiezan a requebrar. "El puti puti short, lo mueve. Puti puti puti short, lo baja", cantan quienes bailan al unísono.

Cerca de las 5 aparece el primer joven con lentes de sol. Todavía es de noche, aunque no por mucho tiempo. El cielo empieza a aclarar y el boliche todavía no está repleto.

Con los labios hinchados y colorados, se reintegra al grupo el futuro médico después de haber perdido contacto por un rato. "Tuvo acción", comentan. Relató que rozó a una chica, ella se dio vuelta y lo besó. "Dos minutos y afuera", dice él. Ella se fue sin mediar palabra.

La táctica de levante bolichero de José consiste en tocarle el brazo o el hombro a una chica. "Si me agarra el brazo y me mira, es que quiere guerra", explica. ¿Por qué no conversarles en la barra? "¡No! Para eso necesito plata", concluye. Luis, el "veterano del grupo", como él mismo se define, lleva la noche más tranquilo. "No como por comer a mi edad. Elijo lo bueno", dice.

"Si me agarra el brazo y me mira, es que quiere guerra", explica.

A las 5:45 ya es de día y comienza la cuenta regresiva para Toco para Vos. Los jóvenes se agolpan en el centro del boliche. Es el momento clave de "la noche", que ya es de mañana. Regadores al borde de la pista se encienden y tiran agua. Algunos la evitan, otros la disfrutan para refrescarse y siguen agitando.

La banda sale al escenario con el tema Hasta la luna y se arma pogo. Algunas chicas subidas en hombros resaltan entre el tumulto que se mueve de un lado a otro. El pogo se intensifica con covers de cumbias populares y finalizan después de 35 minutos con Tengo un vicio.

El dj pone inmediatamente Un amigo es una luz de los Enanitos Verdes. Todos cantan con mucha emoción. Pero no es el cierre de nada; la fiesta sigue y explota con un remix de una canción de Adele.

Después de un rato el cielo está absolutamente claro. Son casi las 7, aparecen los primeros signos de cansancio entre el grupo.

Unas chicas elegidas entre el público suben al escenario y tiran pelotas, salvavidas y ballenas inflables.

Suena It´s my life de Bon Jovi. Al grupo de amigos le toca una pelota, el trofeo de la noche.

La música va bajando y se termina a las 8. Los guardias demoran 20 minutos en sacar a todos.

A la salida, un chico de gran estatura con la camisa desgarrada espera venganza rodeado de amigos. Se había agarrado a los golpes con alguien que seguía dentro de la fiesta. Más de 10 carros de panchos esperan a los jóvenes que salen hambrientos y cansados. Se ven contadas parejas formadas esa noche.

Los del grupo reflexionan que quienes estaban en el baile, por su edad, "están para otra". "En Punta del Diablo hace unos años se veía un desfile de parejas yendo hacia el monte", recuerda el estudiante de medicina.

La caminata de regreso es dura. Se cruzan con surfistas y algunos veraneantes que comienzan su día. Un carnicería ya está abierta al público.

La idea es desayunar fuerte porque es lo que tienen incluido en el hospedaje, y así pueden saltearse el almuerzo. "Venimos a salir a bailar y sale carísimo, entonces hay que ahorrar en lo que se pueda", dice José.

"Este puede ser el último verano", habían dicho en la previa. Y en el post, durante el desayuno, esa parecía ser la conclusión de una noche dura. "Yo estoy para otra, para estos bailes ya no", dijo el de 33.

Piensan en La Pedrera como posible destino para el año próximo, más adecuado a gente de su edad.

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