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Hay rincones en la ciudad donde la gente baila desde las 10 de la mañana con un latte en mano mientras el DJ mezcla música desde la barra junto a la máquina de café. Lugares donde los códigos cambian: cuando la luz del sol les ilumina el rostro no es una señal de salida, sino la confirmación de que la fiesta recién está empezando.

La música electrónica se ha trasladado a cafeterías del Uruguay con experiencias tanto en Montevideo como en Canelones, Maldonado y Tacuarembó. En retrospectiva, no resulta sorpresivo. Más bien parece ser el resultado de una fusión destinada al encuentro. Era cuestión de tiempo para que, entre el auge de las cafeterías de especialidad y el crecimiento constante de la escena electrónica, naciera un nuevo concepto: las coffee raves o coffee parties. Traducido: fiestas o encuentros donde las personas bailan e interactúan mientras toman un café.

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La danza impulsada por la cafeína no es una novedad. Una nota publicada por el medio británico The Guardian da cuenta de un sorpresivo fenómeno en las calles de Mánchester en la década de 1960: “El mundo de las cafeterías que surgió después de la guerra ha producido recientemente una nueva extensión: los clubes de baile con café”, expresa el artículo.

Sótanos y pequeños establecimientos donde la música sonaba y la bebida sin alcohol era la excusa para encontrarse con otros jóvenes. Así lo describían: “En algunos clubes, un empleado se encarga de poner los discos; en otros, solo hay una rocola. Pero la mayoría de los clubes cuentan con grupos de twist o jazz —los Beatles, por ejemplo, o B. Bumble and the Stingers— que tocan algunas noches”.

El espíritu de estas fiestas cafeteras es esencialmente el mismo: la apertura de nuevos lugares de encuentro. Y el café, de hecho, siempre ha sido una bebida para vehiculizar la interacción personal.

Desde fines del siglo XIX el café montevideano se convirtió en refugio de intelectuales, espacios de reunión y de tertulia. Ahora el ambiente contemplativo de algunas cafeterías de la ciudad se transforma –de vez en cuando– en un espacio para bailar desde la mañana o en un horario de after office al ritmo de sets de electrónica de DJs nacionales e internacionales.

Las coffee raves llegaron a Uruguay después de que se convirtieran en una tendencia en Norteamérica, Europa y Asia. Desde Los Ángeles hasta Copenhague y de Mumbai a Australia, hace rato que hay gente bailando a primera hora de la mañana con un café en mano.

Si todavía quedaban dudas, en Uruguay la noche ya no es el escenario exclusivo de la fiesta. Y esta se presenta como una nueva forma de mantener el ambiente, la música y la diversión sin los costos extra de la madrugada: la resaca, el cansancio y las malas decisiones a las 3 a.m.

Maximiliano Almirón, organizador de eventos de música electrónica, planeó junto con la cafetería Desmadre un ciclo de DJs en su sede de Ciudad Vieja. “Queríamos hacer algo que tuviera que ver con electrónica y cuadró con esta tendencia que ya estaba en la vuelta pero nadie la había hecho en el formato original, que es desde las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde”, dice a El Observador.

El experimento se puso en marcha en la mañana de un domingo de julio y lo debieron extender: esa tarde lo llevaron a una hora más y lo que sería un ciclo de cuatro fechas ya lleva cinco encuentros y se proyecta hacia adelante.

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El objetivo, dice Almirón, es “desmitificar” el vínculo entre la música electrónica y el consumo de sustancias: “Desmitificar eso de que la electrónica y las drogas van de la mano y que si no es así no se puede. Acá el motivo es el café, que algo que también está muy de moda”.

La cultura del café, la amplificación de las redes y las familias uruguayas

La tendencia de las fiestas en cafeterías llegó a Latinoamérica, se expandió rápidamente por las calles de Buenos Aires y entró en las cafeterías montevideanas. Sin embargo, para que el fenómeno se asiente es necesario que haya algunas características preexistentes y es en este punto donde se encuentra con un campo fértil: el asentamiento de una cultura del café.

En la última década Uruguay se ha acompasado al crecimiento y la diversificación del consumo de café. Diferentes tendencias gastronómicas, nuevos actores en el mercado y granos importados de diversos orígenes han impulsado el consumo en la tercera ola del café. Una movimiento que recupera su sabor, así como la utilización de materias primas que se producen de forma ética y los métodos más apropiados para su preparación.

En la experiencia internacional hay claramente un componente generacional. Los nuevos hábitos de la generación Z –una cohorte que hace un culto de las rutinas de bienestar y la exploración de la sobriedad sin dejar de ser indulgentes consigo mismos– llevan al alza el crecimiento de las coffee raves con algunos beneficios extras que pueden ser síntomas de época: son más accesibles para la billetera y traen menos arrepentimientos al día siguiente.

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En consonancia con ese perfil generacional el valor estético de las coffee raves no es un aspecto a subestimar para entender el fenómeno. No es coincidencia que las #cofeeparties sean tendencia en las redes sociales con miles de videos de jóvenes bailando las cafeterías después de correr cinco kilómetros a primera hora de la mañana: las redes sociales juegan una parte importante en el crecimiento de estas fiestas impulsadas por la cafeína.

En un contexto en el que las experiencias se comparten y en el que nadie quiere quedar por fuera de la última tendencia antes de que desaparezca, la viralización funciona como el boca a boca que llena los patios de las cafeterías o las veredas de la capital para escuchar set de electrónica.

En Montevideo –en la experiencia de Almirón– el rango de edad se amplía y el público puede oscilar entre los 23 y los 40 años, aunque también han participado familias con niños y personas mayores.

“No tiene nada que ver con lo que es electrónica en modo fiesta-noche-jodita, es otro mundo. Entonces se presta para que la gente vaya a tomar su cafecito e inclusive lleve a sus niños”, dice.

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Él explica que hay una intención detrás de la curaduría musical de cada mañana. "Generalmente armo los line-up con una coherencia y un lineamiento musical. Más housera un día, quizá otro día un poco más techno o más minimal techno, pero que sea la música copada que esté buena para bailar".

El formato, que se extiende de la mañana hasta la tarde, es una oportunidad de escuchar a los DJs del circuito de una forma diferente. "Si bien los DJs tocan el género que tocan habitualmente, a la intensidad que tocan habitualmente, es siempre en ese mood: vas a tomar tu café, hay música, lo disfrutás como si fuese una fiesta pero –si bien hay algún trago en la carta– no apunta al consumo de alcohol”, agrega Almirón.

La tendencia de las coffee raves se ha extendido en Montevideo pero también en diferentes ciudades del país como Tacuarembó, Atlántida y Punta del Este. La permanencia de los encuentros dependerá del público, pero algo parece seguro: sin alcohol, durante el día y con un DJ pinchando en vivo, han logrado resignificar la invitación a tomar un café.

Temas:

cafetería música electrónica Montevideo

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