"Mi vocación siempre fue la conservación y los documentales sobre la naturaleza, pero cuando hice Trumphobia quise pensar en una película con una estrategia comercial desde el vamos. En aquel momento quería hacer un documental sobre un oso en California, pero justo ganó Trump y sabía que si hacía algo relacionado con ese oso no se iba a vender tan fácil."
Y el oso californiano habrá quedado atrás, pero seguir esos pasos consolidó a Sosa en un camino que, con Agua invadida, la acerca y la pone en el eje de sus sueños. En esta película, Sosa y el biólogo marino Andrés Milessi lideran una suerte de búsqueda por entender cómo el problema no termina de ser atacado del todo por el Estado uruguayo, al tiempo que se embarcan junto a la Armada para perseguir pesqueros ilegales y se cruzan con las historias de los pescadores artesanales del país. Con imágenes subacuáticas impresionantes que tienen poco que envidiarle a las producciones más ambiciosas de este tipo, Agua invadida pone en el centro un tema áspero y quiere seguir haciendo ruido. Sosa planea exhibirlo en el Parlamento, empezar a generar una campaña de impacto y que la discusión no se quede únicamente en las salas.
ANDRÉS MILESSI Y CAROLINA SOSA
¿Cómo definirías tu conexión con el mar?
El sonido de las olas contra las rocas es mi sonido favorito. Viví siempre cerca de la costa y fue importante ese contacto. De chica le tenía mucho respeto al mar. Lo amaba, pero con respeto. Hasta que empecé a bucear y me di cuenta de que lo que uno ve desde la orilla no tiene nada que ver con lo que pasa debajo de la superficie, y que hay un mundo increíble allí. Hay extraterrestres ahí abajo, la verdad. Ahora con las transmisiones del Conicet todos lo están viendo...
El entusiasmo oceánico está en auge.
Sí, y ahora viene la expedición uruguaya y ojalá exista el mismo entusiasmo. Pero todo eso que se ve ahora por Youtube, lo ves y te vuela la cabeza cuando buceás. Es como sentir que estás en el espacio. Entendí que el mar es increíble y pasé de ese respeto a una admiración y fascinación total. Me fascina el contacto con los animales. Amo los tiburones, he nadado con ellos y es muy loco como su imagen ha quedado ligada a la que produjo el cine, pero a veces las películas tienen ese impacto emocional en las personas. En el documental lo digo: me prometí a mí misma que nunca iba a dejar de ver lo que está debajo de la superficie. Es literal porque me quiero seguir sumergiendo, pero también metafórico porque quiero buscar la verdad debajo de lo que vemos.
¿Cómo sentís que es el vínculo de los uruguayos con su territorio marítimo?
La mayoría de las personas no sabe que el territorio marítimo uruguayo es mayor al terrestre. Yo no lo sabía tampoco. Sabía que éramos un país marítimo, pero hasta no investigar no sabía, por ejemplo, que pasaban orcas por acá. Y eso que me interesa el tema. Pero hay gente en Castillos, por ejemplo, que no conoce el mar. Creo que tenemos una relación muy de verano, esporádica. Y después tal vez sabemos que pasan las ballenas, los delfines, las tortugas, pero nunca las vimos, o que existe la Isla de Lobos pero no lo que representa a nivel de diversidad en el mundo. O los tiburones: tenemos el 10% de la diversidad de tiburones del mundo en el país. Todo eso es algo que descubrí también en este proceso, entonces si a mí que me interesa no lo sabía, ¿qué puedo esperar de los demás? Creo que faltan más contenidos como estos, incluso los que solo destacan nuestra diversidad marina. Y hay que empezar en la escuela: allí no se estudia el mar como un ecosistema del país. ¿Cómo podemos no estudiar el océano como ecosistema si tenemos más mar que tierra?
Embed - Trailer oficial - Agua invadida
¿Cuáles fueron los desafíos del rodar en el mar y debajo de él? La tecnología parece ser más accesible para poder hacerlo con el paso del tiempo.
Con la tecnología es así. Quizás antes estaban las GoPro, pero es cada vez más accesible tener cámaras profesionales bajo el agua. Hay también más acceso a los tanques, al buceo, que en Uruguay no hay mucho. En Uruguay el principal problema es la visibilidad del agua, porque no siempre es muy cristalina. A veces sí está magnífica, pero no es como el Caribe, que no importa dónde te tires porque lo vas a ver hermoso. Pero el avance de la tecnología va a aumentar el acceso y la visibilidad de este océano.
¿Uruguay también vive de espaldas a la pesca ilegal y la incidencia que tiene en sus aguas?
Sí, y es un problema grande que abarca muchas aristas. No es solo por la destrucción de la fauna o la contaminación: es un problema económico y social. Es sorprendente que, al tener esta dimensión, casi nadie le haya prestado atención. Estamos de espaldas a la pesca en general. Porque ahora tuvimos el conflicto de la pesca, que no tiene nada que ver con esto pero también habla del negocio. Creo que es una cuestión de Estado, una política que viene desde hace muchos años, y cada uno de los gobiernos que ha pasado tiene su cuota de responsabilidad. Hay una comisión formada hace doce años que en teoría se encarga de la pesca ilegal, pero nunca se juntaron. Esa gente que pertenece a esa comisión también tiene cierta culpa. La Dinara también. Depende de quién esté como director o trabajando allí cuánta atención se le presta al tema. No debería ser yo o Andrés (Milessi) quienes lleven la temática ahí arriba. Si te dedicás a eso, ¿por qué no te movés más para mostrar la gravedad del asunto? Creo que mucha gente está involucrada, que mucha gente quiere hacer cosas y no lo logra. Ojalá que este documental mueva algo. La idea también es hacer cosas más cortitas, porque no todos miran 90 minutos, lo tengo claro, e incluso no todos miran 40 minutos. Queremos mover la temática, hacer una petición y juntar firmas para que la pesca ilegal sea un delito. A partir de setiembre vamos a empezar a trabajar en una campaña de impacto a partir de la película. Para resaltar el problema de la pesca ilegal y también el cambio que necesitamos en la cultura oceánica. Tenemos que conocer nuestro mar. No podemos conservar lo que no conocemos.
¿Uruguay está listo para encarar el tema? ¿Puede haber algún cambio real o sos más pesimista?
Soy bastante optimista, en el sentido de que todavía creo que se pueden hacer muchas cosas. Nosotros vamos a seguir moviéndonos, yendo al Parlamento, ojalá la película se siga moviendo. Al estreno fueron varios diputados, el exministro de Defensa, el exdirector de la Dinara; la nueva Dinara y el nuevo ministerio no fueron. La Armada ahora cambió de mando, está José Luis Elizondo como comandante en jefe y tiene otra visión sobre el tema. Nosotros vamos a seguir, y capaz es una visión utópica pero siento que de a poquito estamos instalando el tema. Ahora tenemos más reuniones, yo sigo metiéndome en el lobby político para ver si podemos incidir. Mi intención es ver si podemos proyectar la película en el Parlamento. Voy a seguir metiéndole hasta donde pueda, hasta donde me dé la vida y los recursos. Creo que hay cosas que sí se pueden hacer si logramos que alguien nos de pelota. Creo, por ejemplo, que es muy factible convertir la pesca ilegal en un delito.
Ahora es una falta que implica una multa.
Ahora se paga una multa si te agarran, pero es insignificante. Queremos que sea un delito y creemos que no es imposible aumentar a montos abismales la multa, que no tenga sentido la cantidad de dinero que te piden para que funcione como disuasor. Ojalá que sea un delito penal también, pero es más difícil cambiar la jurisdicción porque tiene que ver con el Poder Judicial y es más complejo. Lo que es muy difícil es fiscalizar, o sea: atrapar a estos pescadores ilegales. Eso es muy difícil con la tecnología que tienen ahora. Ahora no tienen radares, por ejemplo. Y los barcos gastan mucha plata para patrullar. Pero igual, supongamos que tenemos acceso a nuevos buques y la mejor tecnología del mundo: igual es muy difícil. Por eso es importante que la transformación de esto en un delito para que se desincentive.
Ahora que la película se estrenó, ¿seguís pensando en filmar al oso californiano?
Sí (se ríe), pero al oso polar. Es mi sueño filmarlos y siempre estoy viendo como ir. Tengo un amigo en Alaska que los filma y hace tiempo le pregunto para poder ir con él. Cuando ganás el fondo de National Geographic pasás a ser explorador de la sociedad y formás parte de la marca, digamos, y entrás a un mundo de oportunidades que solo podés aplicar si tenés ese nivel. Tengo muchos amigos exploradores que viven de esos fondos y oportunidades que se dan allí. Ahora también podés subir a las expediciones que organiza National Geographic por el mundo y te guían. Si les demostrás a ellos que pudiste cumplir con un fondo pequeño como con el que hice esta película, te abren el abanico. Una de las posibilidades que me dio fue poder aplicar y ser seleccionada, ahora sí, por el canal NatGeo y por Disney para ser entrenada para trabajar con ellos. Se eligen a diez candidatos por años y es otro nivel. El curso de cinco meses terminó ahora y después empezás a trabajar en proyectos suyos. Ahí depende de lo que quieras hacer vos: seguir con documentales propios como este, o estar más vinculada a la marca.
¿Se puede decir que entraste al circuito con el que soñaste, entonces?
Salió todo muy redondo. Me costó un montón, lo vengo soñando desde los 13 años. Hace doce o trece años que lo intento realmente, desde que tengo la edad para hacerlo. Ahora, además, hay varias plataforma y organizaciones que no son tan grandes pero que en este tema de ser más conscientes del medio ambiente están haciendo más contenidos sobre conservación y animales. A mí en realidad no me importa tanto con quién trabajo, ya sea la BBC o National Geographic, aunque es obvio que me gustaría seguir con ellos. Lo que me importa es hacer contenidos de naturaleza, animales y conservación. Los haría para una ONG, igual.