La banca de inversión está viviendo el despertar más cruel al sueño de que 2025 podía emular en actividad al histórico 2021 gracias al regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El negocio se ha paralizado, la ventana de salidas a Bolsa previa a Semana Santa se ha ido sin estrenarse y nadie se atreve a pronosticar dónde está el suelo de la caída.
Directivos de varios grandes bancos con presencia internacional aseguran que el escenario es el peor posible, porque no hay ninguna certeza. La imposición de aranceles globales es una mala noticia, pero la carga negativa de los cambios de opinión, las imposiciones y los levantamientos, las pausas y los plazos, y todo a golpe de comentario en las redes sociales, es mucho más dañina.
La reacción de las empresas ha sido paralizar toda iniciativa y lo mismo están haciendo los inversores, señalan estas fuentes. Con un mal escenario se puede trabajar siempre que sea claro, pero que con la incertidumbre resulta imposible, añaden.
Parálisis
El primer trimestre ha sido malo y el segundo se da ya por perdido. Nadie va a mover ficha durante los 90 días de tregua parcial arancelaria decretada por Trump. Solo las compañías o activos de tamaño medio en sectores protegidos podrán seguir protagonizando algunas operaciones, pero serán más lentas, porque los comités tomarán más precauciones y los bancos se cubrirán mucho antes de financiarlas, alerta un banquero de inversión.
Las transacciones de mayor cuantía corren el riesgo de desaparecer del mapa, incluso cuando las empresas estén en las mejores condiciones. El vendedor será reacio a aplicar el descuento que exige la incertidumbre y preferirá esperar, apunta otra fuente, mientras que al vendedor le faltarán referencias para poner precio.
Ese es el verdadero problema, aseguran en el sector. La dirección de los tipos de interés es una incógnita y eso es determinante para las valoraciones. La película es la misma que durante 2022, cuando la crisis de la inflación provocó una escalada del precio del dinero sin que se supiera cuál iba a ser el tipo final.
Las compraventas quedaron en suspenso hasta que se definió el techo de las subidas y solo ese conocimiento, incluso aunque el pico fue mucho más elevado de lo previsto, permitió desatascar las operaciones.
Las salidas a Bolsa tienen un escenario incluso peor. Un estreno supone una exposición mínima de tres semanas al riesgo de unos mercados que están en máximos de volatilidad y que un comentario de Trump puede alterar en cualquier momento. Cirsa, Ebury y Klarna ya han pospuesto sus planes de cotización.
«Las empresas han paralizado cualquier decisión que implique crecer o invertir y se están concentrando en proteger el balance», advierte otra fuente.
El tercer trimestre también está comprometido. Incluso aunque se llegue a un acuerdo arancelario y sea bueno, hay daños que ya están hechos y habrá que valorar cómo impacta el nuevo escenario en las empresas, el crecimiento de los países, la inflación, las divisas y los tipos de interés, afirman estas fuentes.
Arrancar la máquina lleva tiempo cuando se ha parado de golpe y más en el periodo veraniego y con planes de negocio por revisar ante la nueva situación.
Capital riesgo
Eso deja toda la esperanza en el cuarto trimestre y en la necesidad de los fondos de capital riesgo de desaguar sus carteras con ventas o salidas a Bolsa después de más de tres años de contención. Todavía hay bancos de inversión que creen que esa posibilidad existe, aunque otros ya miran a 2026.
Solo hay un negocio que se está beneficiando de la volatilidad disparada y es la operativa de mercado o tráding. Los bancos han intensificado la negociación propia y para clientes y las empresas están requiriendo coberturas de todo tipo para protegerse de las oscilaciones de los intereses o de las divisas.
Pero por mucho dinero que entre por esa vía, no es un consuelo. Fuentes del sector señalan que se trata de un negocio con mucho más riesgo que el resto, especialmente el M&A (fusiones y adquisiciones) o las colocaciones de bonos, donde las comisiones llegan sin comprometer las cuentas ante posibles equivocaciones o problemas en las compañías a las que se hace la cobertura.
Tampoco se esperan alegrías en el mercado de préstamos, ya que los bancos medirán mucho sus exposiciones, ni en el de bonos, donde las primas de riesgo ya han subido y han encarecido la financiación. La ventaja de este último es su velocidad para reabrirse de forma casi inmediata para las empresas más solventes, pero para eso primero tiene que disiparse la incertidumbre.
FUENTE: RIPE - EXPANSIÓN