Por el contrario, la preferencia de Trump por imponer aranceles y desatar conflictos comerciales ha debilitado la principal moneda de reserva del mundo. En 2025, cae un 13% frente al euro. La subida del oro -aunque ahora está corrigiendo- también se achaca en parte a la búsqueda de una alternativa segura ante el miedo a un debasement (descalabro o pérdida de soporte) del dólar.
Ese fallo en las predicciones no desanima a Goldman Sachs, cuyos analistas lanzaron ayer sus predicciones para los tipos de cambio a diez años vista. El fundamento de su estudio es que, con las divisas, a veces es más fácil acertar a largo plazo que a corto, ya que supuestamente el valor regresa a su tendencia media histórica, relacionada con crecimiento económico, productividad, inflación y diferencial de tipos de interés. Se trata de una versión algo más sofisticada que el índice Big Mac de The Economist.
La primera conclusión de la entidad de Wall Street es que "el dólar todavía está sobrevalorado en un 15%", pese a la corrección de los últimos meses.
En el lado opuesto, dos grandes divisas asiáticas estarían muy infravaloradas: el yuan chino y el yen japonés.
Como derivada de ello, Goldman prevé que la divisa china pase de 7,09 a 5,17 yuanes por dólar de aquí a 2035, mientras la japonesa se dispararía de 153 a 100 yenes por dólar dentro de 10 años.
La subida del euro sería más modesta, al pasar de 1,17 a 1,20 dólares, tras su ascenso de 2025. Por el contrario, la divisa estadounidense se reforzaría ante la esterlina británica, pasando de 1,33 a 1,24 dólares por libra. El euro rozaría en 2035 la paridad con la moneda de Reino Unido, país con graves problemas de productividad, crecimiento y déficit.
De media, concluye Goldman, el dólar bajaría un 6-7%, es decir, no corregiría toda su sobrevaloración actual por dos razones: otros países van a gestionar sus divisas para evitar una gran apreciación (lo que haría menos competitiva sus exportaciones) y porque la inteligencia artificial (IA) puede elevar la productividad estadounidense.
Es decir, más que un descalabro sería una corrección. Pero para empresas e inversores mirando a Estados Unidos (especialmente los asiáticos), la depreciación del dólar puede hacer mucho menos atractivo tener dinero aparcado en ese país.
Esto no va a hacer gracia a Trump, quien también se debate consigo mismo entre las virtudes de una divisa fuerte (tener la moneda global de reserva implica una financiación más barata y controlar la llave del grifo financiero en todo el mundo) y sus desventajas (una elevada valoración del tipo de cambio hace menos competitivas las exportaciones y dispara el déficit comercial).