China atraviesa el mayor brote de chikungunya registrado en su territorio, con más de 7.000 casos confirmados en la provincia de Cantón, especialmente en la ciudad de Foshan, una enfermedad viral transmitida por mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, caracterizada por fiebre alta, dolor articular intenso, fatiga y erupciones cutáneas.
El chikungunya es una enfermedad viral transmitida por mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, caracterizada por fiebre alta, dolor articular intenso, fatiga y erupciones cutáneas.
Aunque la mayoría de los casos son leves, puede resultar grave en personas mayores, bebés o pacientes con enfermedades previas. No existe tratamiento antiviral específico y la recuperación puede llevar semanas, con secuelas articulares en un porcentaje de pacientes.
Medidas de control y debate sobre derechos
El plan de contención incluye fumigaciones masivas, uso de drones para localizar criaderos de mosquitos, instalación de redes protectoras y colocación de peces que eliminan larvas en depósitos de agua. También se han impuesto multas por acumulación de agua estancada y se realizan inspecciones casa por casa.
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En los casos confirmados, el protocolo exige aislamiento hospitalario de al menos una semana. Estas acciones, que recuerdan a la respuesta frente al COVID-19, han generado críticas por presuntas vulneraciones de derechos, como el ingreso a viviendas sin consentimiento para tomar muestras de sangre, especialmente a menores.
Un desafío sanitario con impacto global
La Organización Mundial de la Salud y varios países asiáticos han expresado preocupación por el riesgo de expansión de la enfermedad, dado que el mosquito vector está presente en amplias zonas tropicales y subtropicales. Las autoridades chinas insisten en que la situación está bajo control, aunque reconocen que la prioridad es cortar la cadena de transmisión antes de que el virus se consolide como endémico en el sur del país.
