Los veinte rehenes israelíes liberados el lunes tras pasar 738 días en escondites de Gaza custodiados por Hamás, vieron en las últimas horas la luz del sol, comieron sin miedo, durmieron sin cadenas y volvieron a abrazar a sus familiares en imágenes que impactaron al mundo.
Pero con la ansiada libertad comenzaron también a salir a la luz las profundas heridas que dejaron los dos años de cautiverio, en testimonios de los propios liberados y sus familiares y amigos que el lunes se reencontraron con sus seres queridos, en escenas con múltiples abrazos, llantos y gritos de euforia.
“Está muy débil. No quiere hablar de nada. Solo lo abracé y lloramos en silencio”, conto Natasha, la madre de Maxim Herkin, uno de los liberados, con la voz entrecortada. “No hice campaña por su liberación porque temía que lo castigaran más. Fue oficial del ejército y tenía miedo de que se vengaran de él”.
Pero Maxim no es el único que calla. El reencuentro con la vida —con la posibilidad de decidir, de reír, de comer sin permiso— es el primer paso de una recuperación que médicos y psicólogos advierten será larga y dolorosa.
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Maxim Herkin uno de los rehenes liberados.
Uno de los casos más extremos es el de Avinatan Or, secuestrado durante el Festival Nova, donde vio cómo su novia, Noa Argamani, era arrastrada por los terroristas. La joven fue liberada antes durante un intercambio de prisioneros y desde entonces esperaba el reencuentro que se dio ayer.
Avinatan Or dijo que pasó los 738 días completamente solo en una celda subterránea, sin luz natural ni contacto humano. Sufrió hambre en varias ocasiones y perdió entre 30% y 40% de su peso. El abrazo entre ambos fue, según testigos, “como ver a dos sobrevivientes de un naufragio reencontrarse en la orilla”.
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El rehén Avinatan Or perdió el 40% de su peso en cautiverio.
Otros relatos hielan la sangre. Elkana Bohbot, de origen colombo-israelí, estuvo encadenado durante meses, pero el día de su aniversario de bodas, que logró recordar a pesar del encierro, pidió a sus secuestradores darse una ducha. “Quería recordar que seguía siendo humano”, contó su familia.
Guy Gilboa-Dalal fue alimentado a la fuerza en su último mes de cautiverio, luego de su imagen —esquelético y cavando su propia tumba en un video difundido por Hamás— sacudiera a Israel.
“Después de ese video, lo castigaron aún más. Lo mataban de hambre. Le decían que el Ejército israelí lo estaba buscando para matarlo y que Israel ya no existía”, contó su padre, en uno de los relatos de la manipulación psicológica que ejercieron los secuestradores.
Su amigo, Evyatar David, estuvo separado de él en los últimos meses tras haber sido secuestrados el 7 de octubre de 2023, cuando el grupo terrorista Hamás ingresó a Israel provocando la muerte de más de 1.200 personas y el secuestro de 250 en imágenes que estremecieron al mundo y dieron paso a la ofensiva militar de Israel en la Franja de Gaza . “Sufrió maltrato físico y psicológico, pero es fuerte”, agregó su familia.
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El reencuentro con su familia del rehén Guy Gilboa-Dalal tras ser liberado.
El horror fue sistemático. Los captores les mentían, los aislaban, los obligaban a grabar videos de propaganda bajo amenaza de muerte, e incluso los separaban de sus seres queridos.
Los gemelos Ziv y Gali Berman fueron secuestrados juntos, pero Hamás los mantuvo incomunicados, sin saber que estaban tan cerca. El abrazo que se dieron al reencontrarse en la base militar de Re’im es ya uno de los íconos de esta liberación: “No sabían si el otro seguía vivo. Lloraron como niños”, dijo un soldado presente.
Pero incluso en el horror, hubo gestos que mantuvieron viva la chispa humana. Omri Miran, quien pasó por 23 lugares distintos de reclusión, cocinaba para sus secuestradores y a veces lo invitaban a jugar cartas cuando necesitaban un jugador más. “Llevaba la cuenta exacta de los días que pasaban. Eso lo ayudaba a no perder la noción del tiempo”, relató su hermano.
La emoción también se vivió ayer desde las ventanas del hospital Sheba, donde Rom Braslavski (21) y Bar Kupershtein (23) saludaron con señales de corazón mientras una multitud los aclamaba desde afuera, celebrando la festividad judía de Simjat Torá.
Pero la alegría está lejos de ser completa. Aún quedan los restos de 24 rehenes que no sobrevivieron, tras los cuatro cuerpos que entregó Hamás el lunes: fueron los de Guy Iluz, Bipin Joshi y dos personas más cuyos nombres aún no fueron difundidos. Las tropas israelíes en la Franja de Gaza recibieron en la noche del lunes de manos de la Cruz Roja los cuatro ataúdes con los los restos mortales de los cuatro.
Días atrás, el grupo terrorista dijo a los mediadores que desconocía la ubicación de algunos de los cuerpos de los 28 rehenes asesinados. Un funcionario israelí declaró a CNN esta semana que entre siete y nueve de los 28 cuerpos podrían no ser recuperados, mientras que otro estimó la cifra entre 10 y 15.
Este martes, Israel entregó a Gaza los cuerpos de 45 palestinos fallecidos, en el marco del acuerdo con Hamás que abrió paso al cese el fuego impulsado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que fue sellado el lunes en una cumbre por la paz en Egipto, a la que asistieron decenas de líderes mundiales.
Los nombres de los liberados son un recordatorio de lo que significó el 7 de octubre de 2023 para Israel: Nimrod Cohen, Rom Braslavski, Bar Kupershtein, Evyatar David, Maxim Herkin, Elkana Bohbot, Segev Kalfon, Yosef Haim Ohana, Matan Zangauker, Ariel y David Cunio, Avinatan Or, Eitan Horn, Eitan Mor, Alon Ahel, Ziv y Gali Berman, Guy Gilboa Dalal, Omri Miren y Matan Angrest.
“Hoy, lo único que queremos es abrazarlos. No preguntar, no entender. Solo abrazar”, dijo la madre de uno de ellos, con los ojos llenos de lágrimas.
