En un contexto financiero atravesado por la inestabilidad y la volatilidad, es normal que los inversores, especialmente los pequeños y medianos, sientan dudas respecto a las distintas opciones para proteger su dinero. Frente a este panorama, es fundamental la interiorización en torno a la actualidad de los diversos activos disponibles y sus proyecciones a futuro. En este sentido, un sector comienza a posicionarse como una alternativa firme y rentable: el ladrillo.
Tanto el real estate comercial como el domiciliario se consolidan como mercados con un marcado potencial de crecimiento, al contrario de las estimaciones que caben a otros activos. A su vez, dentro de este rubro, las propiedades comerciales se destacan por su menor necesidad de mantenimiento, lo cual constituye un atributo de peso a la hora de evaluar inversiones.
Distintos factores dan cuenta de las ventajas comparativas del real estate respecto a otras opciones del mercado. La compañía Fundrise, especializada en el crowdfunding inmobiliario, señala que las acciones se encuentran en precios históricamente altos, mientras que los bienes raíces en EEUU se ubican cerca de sus valores más bajos desde la crisis financiera del 2008. A su vez, según sus estimaciones, todo indica que las políticas implementadas por la gestión Trump provocarán un incremento en su valuación.
Efectivamente, la reducción de tasas de la Fed, pronosticada por analistas y operadores de todo el mundo, motivará un abaratamiento en la financiación de los compradores de bienes inmobiliarios. Esto aumentará la demanda de las propiedades y, en consecuencia, también su valor. Además, se espera que la imposición de aranceles incremente el precio de los materiales utilizados, lo cual disminuirá la oferta de nuevas construcciones y provocará una elevación de los alquileres y del precio de los inmuebles.
En medio de la incertidumbre: la apuesta por la renta fija
Ante este escenario, cada vez más especialistas recomiendan extremar la cautela en lo que refiere a las inversiones en renta variable, e incrementar la apuesta por la renta fija. Siguiendo esta línea, el mercado inmobiliario de Estados Unidos se presenta como una opción rentable segura y sin complicaciones. Específicamente, el self storage ha demostrado ser una industria a prueba de recesiones: este mercado genera 33.000 millones de dólares anuales, superando a grandes empresas.
Asimismo, numerosos expertos resaltan la relevancia que cobra el Modelo de Dotaciones de Yale, elaborado por David Swensen, quien fue director de inversiones de la universidad durante 36 años. Esta regla establece que un inversor debe tener un mínimo del 20% de su cartera en alternativas como el inmobiliario comercial. De hecho, mediante este modelo, un hipotético inversor habría ganado en 1995 aproximadamente el doble de lo que hubiera obtenido con una asignación tradicional.
Por el contrario, firmas de la talla de Goldman Sachs anticipan una rentabilidad media de las acciones de tan solo el 3% durante los próximos diez años. Durante los últimos dos, el mercado bursátil ha generado una rentabilidad extraordinaria, y en la actualidad parece estar sobrevalorado de cara a una transición en el escenario económico. Inclusive, en 2025 tuvo su primer trimestre negativo desde finales del 2023.
Temor a una recesión
La guerra comercial agiganta el temor a una recesión, y las bolsas globales prometen continuar con la dinámica de oscilaciones que inquieta a los operadores bursátiles. Picos alcistas y bajistas abonan a la inquietud, mientras grandes empresas pierden posiciones en el mercado.
El panorama político-económico de EEUU es incierto y cambiante. El país se encuentra en pleno proceso de transición gubernamental, y las políticas implementadas por Trump generan indecisión entre los operadores. Escenarios de este tipo suelen configurarse cada cierta cantidad de años, e invitan a los inversores a replantear sus estrategias. Históricamente, una fórmula ha demostrado ser eficaz para atravesar estos momentos: la inversión en activos sólidos y consistentes.
