Joe Biden encaró del debate contra Donald Trump con una única misión pre-ideológica. Demostrar que está apto física y mentalmente para ocupar la Casa Blanca. Un objetivo más biológico que político. No lo logró. Las fanfarronerías, exageraciones y afirmaciones temerarias de Donald Trump quedaron en un quinto plano, frente al nivel de fragilidad, confusión y balbuceo que exhibió el presidente demócrata de 81 años.
El New York Timas le contabilizó 26 mentiras. Una cada 3 minutos. La usina de fact check demócrata buscó desesperadamente exponer las incoherencias de Trump, que las tuvo, sobre todo cuando el debate se centró en el derecho al aborto, en la invasión de Rusia a Ucrania y en la negación del resultado electoral de 2020. Para todo ese esfuerzo quedó diluido.
A las 9 de la noche, horario de inicio del duelo en los estudios de CNN en Atlanta, los demócratas tenían ciertas dudas y preocupación sobre el estado de Biden. A las 10 y media, los nervios se habían convertido en pánico. Los chats de campaña estaban al rojo vivo. "Una noche catastrófica", resumió en off ante este medio un dirigente demócrata. Una funcionaria fue aún más lacónica y contundente: editorializó con el emoji de un corazón partido.
"Fue un comienzo lento, todos lo vieron, no lo voy a debatir, pero fue un cierre fuerte", argumentó Kamala Harris cerca de la medianoche.
La vicepresidente decidió dar la carta ante el pelotón de fusilamiento en el que se había convertido la mesa de análisis post-debate de la CNN. Visiblemente enojada con los periodistas de la cadena (históricamente anti-trumpista), Harris quiso apagar el incendio con una línea argumental: no voy a comparar la performance de 90 minutos con 3 años y medio de gestión. Importa el gobierno, no la teatralidad televisiva.
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Biden con su esposa Jill, después del debate en un local de wafles
Pero lo cierto es que la debilidad de Biden excedió largamente las sutilezas del análisis del discurso. Según una encuesta realizada por SSRS entre las personas que vieron el debate en vivo, un 67% vio a Trump ganador, contra un 33% que consideró triunfante al del presidente.
Biden tendrá revancha en el segundo y último debate el 10 de septiembre. Pero primero tendrá una misión mucho más urgente: acallar las voces que empiezan a reclamar un plan B a su postulación. "La crisis ofrecen oportunidades", desliza un congresista demócrata ante El Observador USA.
Desde la pantalla de CNN, el analista y ex funcionario demócrata Van Jomes lo exponía con total crudeza: "Trabajé para Biden, lo quiero, pero es muy doloroso verlo así. Somos muchos que queremos otro curso. Falta mucho para la Convención Nacional". Y agregó con impotencia ante la posibilidad de que Trump vuelva a la Casa Blanca: "Tenemos un candidato que no debería ser presidente y otro que no puede".