En medio de la discusión global acerca de la tasa de natalidad y la necesidad de impulsar una tendencia al alza para "salvar el mundo", según consideró el creador de Tesla, Space X y Neuralink, Elon Musk, existe un único país a nivel global que detenta en su contador el estadio en cero respecto a los nacidos dentro de sus fronteras.
Se trata del Vaticano. Erigido como estado soberano independiente en 1929 a partir del Tratado de Letrán, celebrado entre la Santa Sede (Iglesia Católica) y el Reino de Italia, reúne hoy una población total de 764 habitantes urbanos distribuidos en sus 0,44 kilómetros cuadrados de extensión.
La nacionalidad vaticana no se obtiene por nacimiento, sino por concesión; es decir, se añade a la de origen y se pierde cuando estas personas dejan de ejercer determinadas funciones dentro del Vaticano. Son unas 300 personas aproximadamente que revierten esta condición, entre ellas 104 miembros de la Guardia Suiza, grupo de fuerzas armadas encargado de la seguridad del Papa.
Parcialmente aislado por muros, el punto principal de la ciudad-estado es la Plaza San Pedro, donde las columnas marcan la frontera del país, donde rige el libre acceso y circulación.
Otra de las particularidades únicas de las que detenta el Vaticano reside en ser el único en no contar con una prisión dentro de su extensión. El país sí dispone de algunas celdas para la detención preventiva, pero los condenados y sentenciados a prisión cumplen su pena en cárceles italianas, según el Tratado de Letrán.
La ciudad-estado, al enumerar menos de 1.000 residentes oficiales, detenta de otra característica única: el mayor índice de criminalidad de todos los países del mundo. Esto no es porque tenga más delitos, sino porque tiene más per cápita.